Voluntarios dan a migrantes alimento y ropa de invierno afuera de comisaría de Chicago
Cada 15 días, el grupo afiliado a una iglesia llevará ayuda a solicitantes de asilo que viven de manera temporal en las comisarías de la ciudad
Tortas, café y chocolate caliente se repartieron en días recientes a decenas de migrantes que duermen en el piso de la estación de policía del Distrito 12, en Pilsen, y en las tiendas de campaña instaladas en el parque al costado de esa comisaría.
Aunque las temperaturas continúan en descenso en la ciudad, todavía no se experimenta el frío intenso propio del invierno de Chicago. Sin embargo, para decenas de recién llegados acostumbrados al clima caribeño de su natal Venezuela, dormir en tiendas de campaña en la calle suele ser retador y peligroso.
Con gorro, guantes y chamarra gruesa estaba vestido Mauricio Chacón, quien se acercó junto con otros solicitantes de asilo hasta un grupo de voluntarios de una iglesia local que regalaban comida y ropa de invierno.
El hombre, originario de Venezuela, llegó a Chicago desde la frontera sur hace un mes y busca asilo político. Chacón duerme en el parque, al costado de la comisaría, en una tienda de campaña. “Ya me habían dicho conocidos que Chicago era muy frío, empiezo a sentirlo, aunque todavía no es invierno, pero cuando descienden las temperaturas se siente más al dormir en la calle”, mencionó.
Chacón dijo que muchas personas le han ayudado mientras espera que lo instalen en un refugio temporal. “Nos han traído abrigo, sábanas, cobijas, chamarras para soportar el frío… Estamos confiando en Dios que antes de que llegue el frío más fuerte ya no estemos aquí sino en un refugio”.
Inmigrantes se preparan para el invierno
El pastor Alexander Hércules, de la iglesia Good News in Jesus del vecindario de Belmont Cragin, junto a su esposa Mindi y un grupo de voluntarios acuden cada 15 días a la estación de policía del Distrito 12 a ofrecer alimento, ropa de invierno y oraciones por los inmigrantes. También, el grupo visita otras comisarías para ofrecer la misma ayuda de manera gratuita.
Ese sábado por la noche, afuera de la estación de policía del Distrito 12, repartieron café, chocolate caliente, tortas, botellas de agua, manzanas, galletas empaquetadas, cereal y hasta 250 calcetines.
“Nosotros somos una congregación, una iglesia, y lo único que hemos visto es la necesidad que se ha dado acá y lo que queremos es dar lo que por gracia recibimos”, dijo el reverendo Hércules a La Raza.
Los voluntarios también llevan a otras comisarias chamarras, gorros, guantes y preparan hamburguesas, tortas y hasta arepas, que ellos dicen las hacen con sus propias manos.
“La verdad es mucha la necesidad, no solo en esta estación sino también en todas las estaciones de policía que tienen migrantes. Pero aquí, en esta comisaria, hemos visto que viene mucha gente se ha ido, mucha gente, y han traído más gente”, señaló la pastora Mindi Hércules.
El migrante Ángelo Silva dijo que para aguantar el descenso de las temperaturas por la noche duerme arropado con varias cobijas. “Me ha chocado el clima un poco, porque el frío es más fuerte aquí. En Venezuela hace frío, pero no tanto así”.
Silva, de 23 años, y su hermano esperan dejar pronto la tienda de campaña porque les han dicho que los van a reubicar en un albergue temporal. “Siempre se llevan primero a los refugios a familias con niños y a nosotros que somos solteros nos dejan al último”.
Cuando se le preguntó a Silva qué es lo necesita con mayor urgencia, dijo que un permiso de trabajo. Él no es elegible al Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) porque ingresó al país hace un mes y medio.
El pasado 20 de septiembre de 2023, el secretario de Seguridad Interior de Estados Unidos, Alejandro N. Mayorkas, anunció la extensión y redesignación del TPS para Venezuela por 18 meses. La concesión beneficia a unos 472,000 venezolanos que llegaron al país hasta el 31 de julio. El TPS es un programa que permite solicitar permiso de trabajo y protege de la deportación durante su validez.
“Ya me conozco casi medio Chicago buscando trabajo, ya sé más o menos las calles, pero me dicen que necesito hablar inglés y el permiso de trabajo”, agregó Silva a La Raza.
Winder, otro migrante que prefirió mantener su apellido en reserva, dijo que no sabía que era elegible al programa TPS. Él se entregó a la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos con su pareja hace seis meses y ahora se refugia en una de las tantas tiendas de campaña que se han levantado al costado de la comisaría del Distrito 12. “No tenemos televisor acá, no tenemos electricidad, no cargamos fácilmente los celulares, no vemos noticias”.
“Quiero tener un permiso de trabajo para trabajar, a eso es a lo que vinimos, por eso no me preocupa las ayudas que nos brindan, porque a lo que yo vine acá es a trabajar”, dijo Winder.
Kelwin Díaz tiene una mochila llena de chocolates, galletas y otros dulces, que vende para ayudarse con los gastos, ya que en un albergue cercano a la comisaria vive con su esposa y tres hijos estudiantes de las Escuelas Públicas de Chicago. Díaz peleará su caso de asilo y, como ingresó al país hace dos meses y medio, no es elegible al TPS.
“Le damos gracias al gobierno por aceptarnos, lo único con que a veces nos sentimos descontentos es que no podemos trabajar, porque prácticamente dejarnos pasar y no poder hacer nada, nos sentimos como mantenidos. El que no quiera ser mantenido prácticamente lo obligan, porque no puede trabajar no tiene un permiso de trabajo”, señaló Díaz.
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