El arte, la música y los deportes son caminos a la paz

Programas deportivos y experiencias artísticas como Chicago Skyhawks, Project FIRE y Sones de México enseñan, empoderan y ofrecen acceso a recursos y técnicas para liberar del trauma a sobrevivientes de violencia con armas de fuego y reducir las tensiones entre comunidades

Erick Bonilla, víctima de violencia armada, participa en el equipo de softball en silla de ruedas de Shirley Ryan AbilityLab. (Cortesía Erick Bonilla)

Erick Bonilla, víctima de violencia armada, participa en el equipo de softball en silla de ruedas de Shirley Ryan AbilityLab. (Cortesía Erick Bonilla) Crédito: Cortesía

Cuando Erik Bonilla, un amante del fútbol, se instaló en la comunidad de Humboldt Park junto a su familia a los nueve años nunca se imaginó un futuro donde no podría jugar su deporte favorito porque estaría atado a una silla de ruedas.

Dos años después de graduarse de la escuela secundaria este joven hondureño fue víctima de fuego cruzado. Al caminar a su casa, justo a dos cuadras de la puerta de su hogar donde vivía con sus padres, pandilleros comenzaron a disparar en dirección de Bonilla y su mejor amigo desde el tercer grado. Una de las balas sin rumbo penetró la espalda de Bonilla, quien entonces tenía 19 años, causando daño severo a su sistema nervioso y su médula espinal. Bonilla quedó paralizado de la cintura para abajo.

“Todos en mi familia estaban heridos porque soy uno de los primos mayores y todo el mundo se sorprendió porque siempre estaba trabajando con mi padre, un mecánico”, contó Bonilla en entrevista con La Raza.

El caso de Bonilla tristemente es similar al de muchos residentes de comunidades identificadas entre las más inseguras y violentas de Chicago. Según datos del Tablero de reducción de violencia establecido por la alcaldía de Chicago, desde el 1 de enero de 2016 hasta el 31 de diciembre de 2020 13,546 personas en la ciudad fueron víctimas de disparos no mortales. En 2020, el 15% fueron personas de ascendencia latina, 84% de las víctimas eran varones y 64% tenían entre 20 y 39 años. Humboldt Park se mantiene entre las 15 comunidades señaladas por la alcaldía y el Departamento de Policía de Chicago por su alto índice de atentados y asesinatos.

Hasta el día de hoy, las autoridades no han encontrado a los culpables de la balacera que afectó a Bonilla y para él no ha sido fácil vivir en una comunidad donde los delincuentes que le robaron la habilidad de caminar siguen libres. En un instante, Bonilla se transformó en una estadística y se unió a un nuevo grupo, el de personas con discapacidades físicas.

Mientras el joven originario de El Progreso, Honduras, aprendía a aceptar su nueva realidad y a acoplarse a una silla de ruedas, sucedió otra tragedia. En 2018, cuando iba rumbo a su casa, se encontró en medio de una segunda balacera. Una realidad impredecible que nadie, ni los doctores del hospital que lo atendieron dos años atrás, se podrían haber imaginado.

Estar en el lugar equivocado dos veces parece increíble, pero en comunidades donde prevalece el crimen pandillero las probabilidades de ser víctima de un delito violento aumentan drásticamente. Al periodo entre 2016 y 2018 la Universidad de Northwestern lo denominó ‘El gran aumento del crimen en Chicago’. En 2016 se reportó un incremento de 42% en el número de homicidios que ocurrieron en Chicago en comparación al año anterior.

Erick Bonilla, víctima de violencia armada, se unió al equipo Chicago Skyhawks, organizado por el Distrito de Parques de Chicago, después de perder la capacidad de caminar. (Cortesía Erick Bonilla)
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Probabilidades mortales

Dos años después de la primera visita de Bonilla a la sala de emergencia, el mismo servicio médico de urgencia respondió a su más reciente herida de bala, esta vez en el abdomen. Bonilla contó que no sintió el impacto inicial de la bala entrando en su cuerpo y se sorprendió al ver sangre escurriendo a lo largo de su camisa. Además, admitió que la reacción de los que lo atendieron en el hospital por segunda vez fue muy inesperada.

“Te sientes un poco estereotipado porque todo el mundo me miraba y yo sé que se preguntaban ‘¿no aprendió la lección la primera vez?’…”, contó Bonilla.

Bonilla afirmó que mudarse lejos del crimen que atemorizaba Humboldt Park en esa época y trasladar a su familia a una comunidad más segura no era económicamente factible. Sus padres intentaron vender la propiedad después del primer incidente y los compradores con interés no les “ofrecían el valor de la casa porque el barrio no era el mejor”.

“Estaba llorando y triste por mi familia. Realmente no podía creerlo. Creo que sentía un poco de culpa por quedarme en Humboldt Park y no haberme mudado”, dijo Bonilla.

En un reporte publicado en Housing Policy Debate, los autores Immergluck y Smith subrayan que “las tasas más altas de ejecuciones hipotecarias [embargos por falta de pago de hipoteca] contribuyen a mayores niveles de delitos violentos en vecindarios más vulnerables, haciéndolos menos atractivos para los posibles compradores y, en última instancia, contribuyendo a un mayor deterioro de los vecindarios y un menor valor de las propiedades”.

“Optamos por quedarnos y trabajar con nuestros representantes locales para conseguir cámaras que identifican disparos y más oficiales de policía. Desde 2018 la situación ha cambiado mucho y nos sentimos más seguros”, contó Bonilla, quien abandonó sus sueños de seguir los pasos de su papá y desempeñarse como mecánico y de asistir a la universidad después de ser víctima de la violencia en su comunidad.

“Mi gran miedo era salir porque pensaba que otros jóvenes me verían diferente en una silla de ruedas”, dijo Bonilla.

Reinventa su identidad

La vida de Bonilla cambiaría por tercera vez después de una de sus sesiones de rehabilitación y terapia intensiva. Fue invitado a un campamento donde aprendió habilidades para facilitar las tareas cotidianas y lograr independencia y autoeficacia. En ese programa conoció a otras personas en silla de ruedas que lo expusieron al mundo de los deportes adaptativos y lo alentaron a superar sus inseguridades. Optimista, el catracho avanzó con su rehabilitación en el Shirley Ryan AbilityLab, un hospital de investigación de rehabilitación y medicina física sin fines de lucro con sede en Chicago.

Muy pronto descubrió que hay muchas opciones deportivas para personas discapacitadas, incluyendo kayak, softbol, baloncesto, tiro al arco, andar en bicicleta y escalada en roca. Bonilla recalcó que cuenta con fuerza y ánimo para seguir luchando por un sueño y nuevas metas gracias al asesoramiento que ha recibido de sus asistentes de terapia física.

A través de este proceso, Bonilla descubrió su amor y destreza por el softbol y el baloncesto. Y en la temporada de 2020 ganó el galardón del mejor jardinero central de la liga local en silla de ruedas.

“Después de una temporada me convertí en una persona diferente y me inspiré en todos los deportes. Además, aprendí a conducir, solicité mi licencia para conducir, compré un automóvil y dije ‘voy a convertirme en algo’…”, resaltó con mucho entusiasmo Bonilla.

Casi al final de la entrevista, Bonilla pidió un par de segundos, bajó la cabeza y cerró los ojos para aguantar y superar el dolor que siente de repente y la angustia que aún sufre como resultado del acto de violencia que sufrió.

“Vengo de ser un inútil a ser súper independiente porque encontré algo que me apasiona y eso te da un propósito de vida”, compartió Bonilla.

Su silla de ruedas es su vínculo con el mundo deportivo. Desde hace tres años, Bonilla forma parte del equipo de baloncesto en silla de ruedas Chicago Skyhawks, el programa de Shirley Ryan AbilityLab y el Distrito de Parques de Chicago en el que participan personas con discapacidades, incluyendo víctimas de violencia física.

Erick Bonilla se enamoró del béisbol sobre ruedas y participa en el equipo de Shirley Ryan AbilityLab. (Cortesía Erick Bonilla)
Crédito: Cortesía

Comunidades más seguras a través de los deportes

Cambios que deben ocurrir en Chicago para hacer que las comunidades sean más seguras y que haya menos casos como los de Bonilla incluyen ofrecer más actividades extracurriculares y deportes a jóvenes para mantenerlos ocupados y ofrecerles oportunidades de explorar el mundo lejos de las calles inseguras y el entorno habitual.

Ampliar el mundo de los adolescentes a través de recorridos por diferentes partes de la ciudad o viajes a otros estados pueden ser experiencias transformadoras que les permiten descubrir nuevas culturas y lugares. En el transcurso de los viajes, los participantes también aprenden sobre sí mismos y a tener iniciativa y ser más independientes. Bonilla juega baloncesto en parques ubicados a lo largo de Chicago y viaja con el equipo Chicago Skyhawksa diferentes estados del país.

Durante estos viajes, como en el que Bonilla aprendió a andar en bicicleta de montaña en el estado de Colorado, los jóvenes desarrollan habilidades esenciales para su futuro.

Cuando habla de sus aventuras, la emoción es bastante grande. Un contraste total con el joven que hace 8 años estaba deprimido y tenía miedo de salir de su casa. Hoy, a sus 28 años, Bonilla deslumbra con espectacular aptitud en los deportes que practica y en su entusiasmo por desempeñarse en todas las actividades disponibles para personas con discapacidades.

“Es muy alentador haber logrado superar el trauma y la depresión después de sufrir ese dolor y poder salir del otro lado”, concluyó Bonilla.

Sanar el trauma con el arte

Por su parte, este verano jóvenes víctimas de violencia con armas de fuego que participan en el programa Project FIRE, que en inglés alude ainiciativa intrépida para la recuperación y el empoderamiento’, viajarán a Murano, Italia, para un intercambio cultural con otros jóvenes profesionales y maestros en el arte del vidrio soplado.

“Nunca imaginé que llegaría a visitar Italia”, exclamó Jakwon Cross, de 18 años, quien por un año ha estudiado con uno de los instructores de soplado de vidrio de Project FIRE, N’Kosi Barber.

Igual que el programa deportivo de los Chicago Skyhawks, Project FIRE es una iniciativa que brinda apoyo y recuperación de trauma a jóvenes heridos por la violencia armada en Chicago. Ambos programas suman sus esfuerzos y arropan a los participantes con una serie de servicios para motivarlos a descubrir más sobre su identidad y explorar más allá de sus comunidades.

Desde un almacén convertido en un estudio de arte, ubicado en 2651 W. Lake, en la comunidad de East Garfield Park, los jóvenes participantes de Project FIRE, de entre 13 y 24 años, aprenden a enfrentar sus miedos mientras crean arte impresionante con la disciplina del vidrio soplado. Al hacerlo logran desarrollar habilidades y hábitos productivos que elevan el bienestar del individuo.

La iniciativa arrancó en 2015 y forma parte de la organización Firebird Community Arts, que cuenta con el apoyo de la organizaciónHealing Hurt People-Chicago, un programa de intervención contra la violencia. Esta organización comunitaria se inició gracias a una subvención de la Iniciativa de Salud Urbana (Urban Health Initiative) de la Universidad de Chicago.

Perla Dick, directora ejecutiva y sopladora de vidrio, y el psicólogo clínico Bradley Stolbach fundaron esta organización sin fines de lucro que empodera y conecta a personas impactadas por la violencia a través de la práctica curativa del vidrio soplado y la cerámica.

Project FIRE trabaja con 25 jóvenes por sesión, en periodos de primavera, verano y otoño. Cada individuo asiste entre 4 y 8 horas por semana. Cada sesión comienza con tres horas de soplado de vidrio, seguidas de una hora de grupos de apoyo sobre trauma encabezados por jóvenes y sus instructores. Recientemente se organizó un grupo compuesto solamente por mujeres, algunas de ellas en estado de embarazo.

El programa busca aliviar el trauma individual y estructural que impacta a jóvenes, veteranos, personas previamente encarceladas, personas indocumentadas e inmigrantes y estudiantes de las Escuelas Públicas de Chicago que residen en el sur y suroeste de la ciudad.

El logotipo de la organización, el pájaro valiente que se alza del fuego y las llamas, es un símbolo de la reconstrucción individual que ocurre en los participantes que se meten de lleno en el programa y resurgen más fuertes y resilientes.

Una de las participantes del Project FIRE prepara el vidrio para colocarlo en el horno. (Irene Tostado / La Raza)
Crédito: Impremedia

Arropan víctimas con servicios integrales

Casi todos los días, Cross, quien es sobreviviente de violencia con arma de fuego, pide un Uber y hace el viaje desde la comunidad de Englewood hasta East Garfield Park para mejorar con Project FIRE constantemente sus habilidades en un espacio donde recibe asesoramiento artístico y se fomenta su crecimiento personal por medio de conversaciones en grupo, que llevan de nombre SELF.

Para entrar en contacto con víctimas del crimen violento y acercarlas a oportunidades de bienestar, el programa entrelaza servicios integrales y crea vías educativas profesionales en comunidades poco representadas en las artes. Además de ofrecer instrucción artística en ámbitos que usualmente no son económicamente accesibles para personas de bajos recursos, Project FIRE conecta a los participantes con oportunidades de empleo y tutoría, certificaciones artísticas, experiencia en gestión de proyectos y apoyo emocional.

De hecho, en los últimos cuatro años siete participantes y dos instructores recibieron becas del Corning Museum of Glass de Nueva York.

Asimismo, los jóvenes participantes encuentran en esta iniciativa un lugar seguro para conectarse con compañeros que enfrentan traumas similares y mentores que crean ambientes positivos y seguros donde los participantes suelen brillar.

Estos servicios amplifican el impacto del programa de arte en las comunidades de Chicago que más necesitan instrucción artística asequible y de alta calidad y empoderan a las personas a imaginar un futuro repleto de oportunidades.

Carina Yépez, N’Kosi Barber y Pearl Dick acompañados de participantes e instructores de Project FIRE. (Irene Tostado / La Raza)
Crédito: Impremedia

Reconstruyen sus vidas soplando vidrio

Construir una comunidad segura no se logra en un día y tampoco una obra de arte hecha de vidrio, que requiere de varios viajes al horno, un constante movimiento y herramientas para moldear hasta lograr la forma deseada e ideal para servir una función importante.

Las víctimas llegan a Project FIRE tras un evento traumático. La mayoría de los participantes eligen el programa de una lista de servicios curativos que se les ofrecen en el Hospital Stroger después de ser atendidos de heridas de bala y dados de alta.

“Trabajando con algo peligroso es como superar algo muy difícil. Vienes a enfrentar el fuego y te golpea, pero cuando eres capaz de parar frente a eso te das cuenta de que eres capaz de vencer cualquier travesía”, contó Barber en entrevista con La Raza, junto a Carina Yépez, artista multidisciplinaria y especialista del programa.

Con la ayuda de este programa y el apoyo de los instructores, cientos de personas han reconstruido sus vidas, aumentado su empatía, superado sus desafíos personales, encontrado nuevos trabajos y hecho conexiones positivas entre ellos y los vecinos que viven a su alrededor. El vidrio soplado les ha ayudado a recuperarse de la violencia y a apartarse de circunstancias que los conectan con la violencia.

Barber puso una sonrisa en su rostro cuando le preguntamos sobre el apoyo que brindan y contó que está trabajando para conseguir todo lo que necesitan los participantes para llevarlos a Italia, incluyendo pasaportes y permisos. Asimismo, han ayudado a personas a llenar solicitudes de vivienda y Yépez se ha “reunido con padres porque necesitan acceso a apoyo y había una barrera del idioma”.

Para crear arte y superar un trauma se requiere de paciencia y mucha repetición. Envases, flores, arte en forma de animales decoran las paredes del estudio de trabajo. Cada una de las piezas son una reflexión del desempeño de los artesanos que eligen el vidrio soplado como terapia. En la elaboración de cada pieza se exhibe el crecimiento personal de cada uno de los participantes.

El vidrio es una sustancia delicada y maleable, que despierta en el individuo un amor propio e inspira el mejoramiento de su autoestima. Eso se nota en la capacidad de cada uno de los participantes de manipular el vidrio.

Cuando sientes que no puedes, siempre hay alguien que te alienta, afirma Yépez, quien también trabaja con textiles.

“Puedo trabajar con este material, puedo sentir ese fuego, puedo sentir ese calor y luego, una vez que empiezas a moldearlo, jugar con él y esculpir. Entonces se siente un empoderamiento y es un esfuerzo en equipo”, dijo Barber.

Unas de las oportunidades que ofrece este programa es la posibilidad de aprender una nueva habilidad, de crear arte único y obtener una carrera.

En su pasión por marcar la diferencia, Barber busca inspirar a los jóvenes participantes a ver un futuro para sí mismos y pensar en conseguir trabajo.

El 62% de los participantes de Project FIRE permanecen activos y se unen al equipo en el rol de tutores o instructores durante cuatro o más años. Entre ellos se encuentra Barber, quien ha trabajado con Perla Dick desde el lanzamiento del programa. Sin conocer el arte del vidrio soplado, Barber se animó a soplar e intercambió los malos pasos por un camino único. Muy pronto el aprendiz se convirtió en maestro.

Obras de arte creadas por estudiantes y participantes de la iniciativa Project FIRE. (Irene Tostado / La Raza)
Crédito: Impremedia

Vidrio soplado, un escape de la inseguridad comunitaria

En 2018, Firebird Community Arts se mudó a un almacén junto a las vías del tren de la línea verde en East Garfield Park y expandió sus servicios. Desde entonces no ha dejado de crecer y ampliar su alcance e impacto entre víctimas de violencia armada.

Dos hornos enormes mantienen el vidrio en forma líquida a una temperatura de 2,000 grados. El calor es sofocante, pero los participantes soplando vidrio no se rinden y utilizan una varilla de acero para recolectar el vidrio y comenzar la tarea de moldearlo a su manera.

Al soplar, el vidrio se expande como un globo y se debe rotar la varilla constante y cuidadosamente para mantener el vidrio en estado de maleabilidad. Es un proceso arduo pero a la vez gratificante. Incluso si la obra de arte se rompe, los sopladores de vidrio han aprendido ejercicios para aliviar el estrés y practican técnicas de relajación para enfocar sus pensamientos y calmar la ansiedad. Cuando logran calmar las emociones intensas pueden reiniciar el trabajo. Estas técnicas se pueden aplicar a situaciones difíciles en la vida cotidiana.

Los hornos, un par de mesas de madera y un espacio de exhibición ocupan el espacio actual de las instalaciones de este estudio de arte. Y cada día crece el interés en este programa que combina el arte y el empoderamiento en favor de víctimas de la violencia.

En unos dos años, Barber y Yépez esperan en enero de 2026 abrir sus nuevas instalaciones y estudio comunitario de vidrio y cerámica de 12,000 pies cuadrados que se construirá utilizando $2.5 millones en fondos del programa Subvención de Recuperación de Chicago (Chicago Recovery Grant) que recibieron para facilitar la compra del terreno.

Actualmente están trabajando en una campaña de recaudación de fondos para completar el proyecto y alquilar nuevos equipos que serán necesarios para ofrecer más actividades.

El nuevo estudio de arte comunitario será un ancla en la comunidad de East Garfield Park, que se espera genere oportunidades de trabajo e impulse experiencias culturales y artísticas en el oeste de la ciudad. A la vez, el proyecto artístico será utilizado para promover una comunidad más segura y saludable para la gente de Chicago.

En sus nuevas instalaciones, Project FIRE tendrá el triple de espacio disponible para integrar nuevos equipos y ofrecer más programación en diferentes medios artísticos, como el dibujo, la serigrafía y la cerámica. Además, en sus planes está abordar temas de accesibilidad, necesidades de transporte para llegar a las instalaciones y dedicar un espacio para un jardín curativo dónde se ofrecerá la oportunidad de cultivar verduras y frutas para proporcionar alimentos saludables a la comunidad.

Barber explica que la intervención temprana en jóvenes víctimas de violencia, cuyo ritmo de aprendizaje rápido facilita la comprensión de nuevos conceptos, es imprescindible.

Cuando tienes un vaso caliente en tus manos tu enfoque está en él y te olvidas de lo demás. En comunidades donde el temor a la violencia y la percepción de inseguridad son prevalentes, para protección propia es necesario desconectar de la vida cotidiana. Las actividades diarias, como caminar desde la escuela hasta la casa, pueden ser traumatizantes.

Las artes ofrecen un escape y una salida viable de los problemas comunes en las vidas cotidianas de muchos jóvenes como la violencia intrafamiliar, el abuso de drogas y alcohol, la violencia en sus barrios y la falta de oportunidades.

“Ofrecemos la oportunidad de crecer y cada participante tiene el potencial de aprender algo nuevo”, dijo Barber.

“Aquí pueden compartir sus historias entre ellos para lograr esa liberación y la recuperación del trauma”, explicó con mucho entusiasmo Yépez.

Recientemente, Barber y Yépez invitaron a su estudio a muchachos del centro de detención juvenil y trabajaron con ellos para exponerlos al arte y ofrecerles una vía para crecer mentalmente. Y Project FIRE colabora con otras organizaciones para orientar a los jóvenes e inspirarlos a imaginarse un futuro lejos del crimen y la violencia.

“Los talleres de capacitación que dirijo son para aprender sobre la integración del arte en el proceso de curación. Los participantes sólo necesitan un espacio para sentirse seguros y apoyados”, contó Yépez, de ascendencia mexicana.

Entre los jóvenes que han participado en Project FIRE se han desarrollado emprendedores que han mostrado interés en desenvolverse como artistas profesionales. Para alentar sus aspiraciones, se permite la venta de sus obras de arte en una tienda en línea y se les motiva a diseñar sus propias exhibiciones para que obtengan experiencia empresarial.

La inseguridad comunitaria es remediable

Con la apertura de un espacio más grande, Barber explica que las metas son invitar a más jóvenes de la comunidad a participar y llegar a ellos antes de que sean víctimas de la violencia.

La inseguridad comunitaria es también consecuencia de la falta de recursos y de la poca disponibilidad de actividades y centros comunitarios para mantener a los jóvenes involucrados en programas de enriquecimiento, aseguró Barber.

Y tienen retos diversos. Algunas de las participantes que son mamás en proceso de aprender a soplar vidrio tienen dificultad para hallar opciones de cuidado infantil y guarderías confiables donde dejar a sus hijos. La falta de recursos impacta la estabilidad de su participación.

Barber señaló que nuestras comunidades necesitan que más adultos se conviertan en líderes y sean modelos a seguir para frenar el crimen y mejorar el entorno de los vecindarios.

A través de Project FIRE, jóvenes tienen la oportunidad de ser artistas, exhibir su trabajo, obtener un empleo, apoyar a sus familias, sentirse empoderados, romper con los ciclos de violencia intergeneracionales, viajar al otro lado del mundo cuando nunca antes habían salido de Chicago y planear un futuro sin temor.

“Cuando regresen del viaje pensarán ‘acabo de ir a Italia, puedo ir aquí, puedo ir allá, puedo hacer más de lo que me imaginaba con mi vida’…”, exclamó Barber.

El conjunto Sones de México ofreció el concierto ‘La música africana de México’ con música folclórica mexicana con influencias africanas ante la Alianza Latina de la Orquesta Sinfónica de Chicago. (Irene Tostado / La Raza)
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Música rompe barreras y promueve la solidaridad

La agrupación musical e iniciativa cultural Sones de México Ensemble ha revelado con un ciclo de conciertos reciente detalles sobre las relaciones entre las culturas mexicanas y afroamericanas con la finalidad de aumentar el conocimiento entre ambos grupos y así inspirar la disminución de las tensiones y la violencia entre ellos.

La necesidad de difundir el conocimiento sobre la fusión musical afromexicana inspiró el proyecto ‘La música africana de México’, concebido por Sones de México Ensemble e inspirado por la exposición artística titulada ‘La presencia africana en México’ que se exhibió en el Museo Nacional de Arte Mexicano de Pilsen en 2006.

“No somos antropólogos, somos músicos. Lo que hacemos es a través del lente de la música y estamos tratando de ser responsables al brindar una historia honesta sobre el origen de esta música y sobre aquellos que contribuyeron a la música que todos amamos y celebramos”, explicó el doctor Eric Hines, baterista y percusionista de la agrupación Sones de México desde 2015 y oriundo de Chicago.

Sones de México crea solidaridad entre mexicanos y afroamericanos para combatir la violencia comunitaria con cada uno de sus conciertos gratuitos y encuentros culturales con expertos en la materia. En 2023, el grupo realizó 10 presentaciones, en diferentes comunidades de Chicago, con canciones mexicanas que incorporan ritmos e instrumentos de origen africano.

“Hemos construido musicalmente una relación que ha sido fructífera y modelamos este vínculo para darlo a conocer entre las audiencias a las que les tocamos y espero que a la vez estemos mejorando las relaciones [entre mexicanos y afroamericanos] a través de nuestra música”, explicó Juan Dies, cofundador y director ejecutivo del Sones de México Ensemble, conjunto de música folclórica mexicana establecido en Chicago y nominado al premio Grammy.

El ímpetu detrás de este proyecto va más allá de brindar conocimiento sobre la historia de las raíces africanas en la cultura mexicana y la música derivada de ella. Como resultado de conversaciones con expertos en la materia y una serie de conciertos demostrativos, Sones de México ha logrado crear un puente entre las comunidades mexicanas y afroamericanas de Chicago al resaltar similitudes y conexiones en la música y las danzas que interpretan.

Hace dos años, Hines, investigador de la música afrocubana y de una variedad de estilos de música de la diáspora africana, caribeña y latinoamericana, se reunió con Dies para identificar las canciones, los ritmos y los instrumentos de los pueblos originarios que alimentarán la cartelera cultural de música mexicana durante las presentaciones de la agrupación.

Recibieron una subvención del Fondo Excellerator, una colaboración entre la organización comunitaria Latinos Progresando y la Corporación de Desarrollo Greater Auburn Gresham para impulsar en Chicago la colaboración entre comunidades mexicanas y afroamericanas y fomentar la unidad a través de inversiones en grupos comunitarios.

“Nunca había visto a una organización afroamericana y a una latina unirse para apoyar servicios sociales, justicia social y las artes en la comunidad. Al recibir la subvención, fue nuestra meta responder con un programa que resuena con este encuentro entre estas organizaciones y decidimos enfocarlo en una presentación y programa educativo”, dijo Dies en entrevista con La Raza.

No es la primera vez que Sones de México colabora con músicos afroamericanos. En años recientes, ha colaborado y tocado junto al trompetista Orbert Davis del Instituto de Jazz de Chicago y con Billy Branch, leyenda de la armónica y del género de música blues. De hecho, la primera vez que tocaron música afromexicana fue en la década de 1990 cuando los invitaron a participar en una conferencia organizada por Columbia College, que tiene un centro para la investigación de la música africana.

En celebración del Mes de la Historia Afroamericana, Sones de México realizó una charla auspiciada por el Museo Nacional de Arte Mexicano a la cual asistieron la doctora Carol L. Adams, expresidenta y directora ejecutiva del Museo DuSable de Historia Afroamericana, y la doctora Elena Gonzales, curadora de Compromiso Cívico y Justicia Social en el Museo de Historia de Chicago, para informar, educar e inspirar al público sobre ‘La presencia africana en México’. Durante esta charla se platicó sobre la historia de los esclavos, su presencia en las Américas y los aportes que ellos han hecho a la identidad mexicana contemporánea.

Música que preserva la historia y la reunión de identidades

El objetivo fundamental de Sones de México es promover la comprensión de la música regional que lleva de nombre son o sones, proveniente de diferentes partes de México, y tener una conversación honesta sobre la música folclórica y las culturas que influenciaron su desarrollo.

El impulso para presentar estas versiones de sones mexicanos con influencias africanas es construir alianzas y mejorar las relaciones entre mexicanos y afroamericanos, quienes juntos suman cerca de dos tercios de la población en Chicago.

Por ejemplo, la letra de la canción ‘El son de la negra’, que algunos llaman ‘el segundo himno mexicano’, revela una realidad poco conocida sobre la historia de México y su gente. Los rasgos de llamada y respuesta que caracterizan esta canción son equivalentes a estilos de música africana. Polirritmos mexicanos, con origen en la región de Jalisco, a la vez tienen raíces en la cultura africana. De hecho, tonos ricos y vibrantes de ascendencia africana alimentan muchas de las melodías sincopadas fundamentales en los géneros musicales mexicanos.

Los diversos sonidos de origen africano que fortalecen la música del continente americano son reconocibles en la música del Caribe, incluyendo la salsa, rumba y son. Sin embargo, los géneros musicales del Caribe no son los únicos caracterizados por la fusión con ritmos africanos. En México existe una población de origen africano desde hace siglos pero son muy limitadas las crónicas que resaltan la presencia de ritmos africanos en la música mexicana.

Durante sus presentaciones, Sones de México utiliza instrumentos como la quijada y la zambomba mexicana, que lleva el nombre de “bote”, en la canción ‘Danza de los Diablos’ de la región de la Costa Chica de Guerrero, donde reside una notable población afromexicana. El sonido rítmico de cascabel que se escucha al raspar el instrumento hecho de la quijada de un animal, por lo general un burro, es fundamental en este género de música. La zambomba es un instrumento de percusión que tiene un pedazo de piel estirada sobre una caja de resonancia y deriva su sonido de la fricción que se crea al mover un palo.

Por otro lado, en el tema regional ‘La Rabia’, un son de la Tierra Caliente de Michoacán y Guerrero, se incorpora al cajón, instrumento hecho de madera que se pone entre las rodillas del músico y se toca con los dedos, las palmas de la mano o palos.

Estos instrumentos son fundamentales en la música africana y fueron incorporados a la música popular mexicana desde la llegada a México de africanos, en su mayoría esclavos, en el siglo XVI. Hines explica que en la música se puede admirar mucho de la cultura africana y su influencia en el uso de ciertos instrumentos y la estructura de la canción.

El conjunto Sones de México presentó sones de los estados de Guerrero, Michoacán, Jalisco y Veracruz en el Festival del Renacimiento de la calle 79. (Cortesía Sones de México Ensemble)
Crédito: Cortesía

Lazos culturales entre comunidades para mejorar la convivencia

Sones de México es unos de los pioneros en investigar información sobre música popular y difundirla a audiencias en Estados Unidos de una manera que invita al espectador a hacer preguntas e interpretar el material.

Esta labor es una herramienta notable para promover la seguridad comunitaria dado que la discriminación se manifiesta en diferentes maneras, incluyendo violencia entre grupos latinos y afroamericanos. Así, Sones de México desempeña un papel importante al mostrar confluencias culturales que contribuyen a desactivar conflictos entre personas de diferentes trasfondos raciales.

El racismo se puede identificar en varios aspectos de la vida cotidiana, incluyendo acceso limitado a educación, vivienda y servicios sociales. Estas tendencias sociales ocurren con más frecuencia en comunidades de escasos recursos económicos. La educación, la música y la conciencia que estas crean son formas de enfrentar la discriminación, el racismo, la inseguridad y la violencia.

“El conocimiento podría tener repercusiones en la prevención del delito porque creo que una sociedad socialmente injusta conduce al delito. Por eso creo que definitivamente se aliviarán algunos de los prejuicios existentes cuando ambos grupos [mexicanos y afroamericanos] se den cuenta de las influencias [culturales] que existen en ambas comunidades”, explicó Dies.

Sones de México postula que conocer la historia y el significado detrás del origen de los estilos musicales ayuda a apreciarlos y respetarlos plenamente.

“Hace unos años reconocimos que cuando hablamos de música folclórica mexicana la conversación estaba vacía también de las contribuciones africanas. Por eso, este proyecto tiene como principal objetivo investigar la influencia africana a través del son mexicano e identificar las regiones de México que tienen rasgos fuertes que se pueden asociar con las contribuciones africanas”, explicó Hines.

La cultura mexicana pone mucho énfasis en sus tres raíces primarias –el mundo indígena, las contribuciones ibéricas y la influencia de la identidad contemporánea– pero existe poco conocimiento de las contribuciones africanas a muchos de los estilos de la música folclórica mexicana.

En la historia de México, la existencia de una identidad afromexicana no fue reconocida hasta hace poco y no estaba incluida en el censo nacional. “Creo que recién a partir de la década de 1980 los etnomusicólogos comenzaron a investigar y se iniciaron investigaciones”, contó Hines a La Raza.

Hoy, crece el reconocimiento de la raíz africana como una de las fuentes de la identidad mexicana.

La música alivia tensiones

En 2023, Sones de México se presentó en barrios de Chicago con alta presencia de migrantes y donde se han dado fricciones entre las comunidades latina y afroamericana. Una de sus presentaciones fue en el jardín South Merrill Community Garden, en la comunidad de South Shore, un área predominantemente afroamericana que ha recibido a muchos de los nuevos migrantes, solicitantes de asilo, provenientes de Venezuela y Centroamérica. La llegada de estos migrantes al área ha causado conflictos entre ambos grupos.

“Creo que ayudamos a aliviar esta tensión allí con este programa y tengo que decir que fuimos muy bien recibidos. Las personas que dirigían el jardín eran todas afroamericanas y querían que los miembros de su comunidad escucharan cómo somos iguales y que tenemos muchas cosas en común”, dijo Dies.

Dies añadió que algunos de los miembros de la audiencia se acercaron a ellos para dejarles saber que, en sus entrañas, identificaban la música folclórica mexicana como africana y se movían al ritmo igual que lo harían al escuchar una canción de origen africano.

La reacción de los que asistieron a la presentación de Sones de México en el Festival del Renacimiento de la calle 79, en la comunidad de Auburn Gresham, en el sur de la ciudad, fue similar.

Cuando escucharon las interpretaciones musicales de Sones de México e identificaron elementos familiares reconocieron que “existen estos puntos en común que indiscutiblemente nos aporta la diáspora africana”, señaló Dies.

La música mexicana que interpreta Sones de México invita a afroamericanos y mexicanos a hacer esa conexión y a aceptar las contribuciones africanas a su identidad colectiva. Esta aceptación es un paso hacia mejores relaciones entre estos grupos, lo que abre el camino a un mejor entendimiento y a reducir las tensiones que en ocasiones conducen a la violencia.

Contacto con las organizaciones

Shirley Ryan AbilityLabn / Adaptive Sports

Dirección: 541 North Fairbanks Mezzanine, Chicago, IL 60611

Teléfono: 312-238-5001

Correo electrónico: sports@sralab.org

Sitio web: http://www.sralab.org/services/adaptive-sports-fitness-program

Página de Facebook: www.facebook.com/ShirleyRyanAbilityLab

Chicago Park District / Adaptive Sports

Dirección: 4830 S. Western Ave. Chicago, IL 60609

Teléfono: 312-742-7529

Correo electrónico: special.recreation@chicagoparkdistrict.com

Sitio web: www.chicagoparkdistrict.com/special-recreation-programs

Página de Facebook: www.facebook.com/ChicagoParkDistrict

Chicago SkyHawks

Instagram: www.instagram.com/chicagoskyhawks

Project FIRE

Dirección: 2651 W. Lake Street Chicago, IL 60612

Teléfono: 773-907-0841 

Correo electrónico: info@firebirdcommunityarts.org

Sitio web: www.firebirdcommunityarts.org

Página de Facebook: www.facebook.com/FirebirdCommunityArts/

Sones de México Ensemble

Dirección: PO Box 13261 Chicago, IL 60613

Teléfono: 777-728- 1164

Correo electrónico: info@sonesdemexico.com

Sitio web: sonesdemexico.com

Página de Facebook: www.facebook.com/sonesdemexico/

La producción y publicación de este reportaje de La Raza han sido posibles gracias al apoyo del Chicago Community Trust a través de su programa Cross Community Impact.

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