¿Existen realmente las personas sabias? ¿Eres tú una de ellas?
Un poco de alimento para la mente
“La verdadera sabiduría es reconocer tu propia ignorancia”, según el filósofo Sócrates; “El conocimiento viene, la sabiduría se queda”, según el poeta Alfred Tennyson (1809-1892); “El tonto se cree sabio pero el sabio sabe que es tonto”, según el dramaturgo William Shakespeare.
Hay cientos de frases conocidas y desconocidas sobre esa preciada cualidad: la sabiduría. Pero, ¿existen realmente personas sabias o la sabiduría depende de la situación?
Y antes de eso, ¿qué es ser sabio?
“Algunos eruditos han conceptualizado la sabiduría como una característica, es decir, algo que tienes o no tienes y que no puedes realmente desarrollar mucho”, le dice a la BBC el psicólogo Igor Grossman.
“Por supuesto que no todos concuerdan con esa visión. Filosofías como el Budismo indican que puedes desarrollarla con entrenamiento pero ciertamente muchos -incluso mucha gente común- piensan que es idiosincrático”, añade.
Y, aunque efectivamente parecería que hay gente más sabia que otra, cuando un equipo de científicos de la Universidad de Waterloo, Inglaterra, dirigidos por Grossman, profundizaron en el tema, obtuvieron resultados intrigantes.
¿Hay sabios o depende la sabiduría de la situación?
No es de extrañar que gran parte de la investigación sobre este tema se ha hecho en laboratorios; medir algo como la sapiencia parece no necesitar otro espacio.
No obstante, el psicólogo pensó que valía la pena investigarla en la vida real, aunque eso planteara problemas.
“Lo que decidí hacer fue examinar cómo piensa la gente piensa en situaciones cotidianas“.
“Le pedimos a la gente que escribiera un diario en el que contaran cuál fue la circunstancia más difícil cada día. En otras palabras, con unas pocas frases la reconstruían y luego reportaban cómo la racionalizaron”.
¿De qué tipo de situaciones escribían?
Según aclara Grossman, “todo tipo de cosas: desde el tráfico que les impidió llegar a tiempo a una reunión hasta conflictos con personas en el trabajo o en el hogar”.
Para evaluar la “sabiduría” a partir de esas experiencias, los investigadores se fijaron en los estilos de razonamiento.
“Si, por ejemplo, ante la situación difícil, piensan ‘esto es horrible‘ y poco más, o si más bien se preguntan si ‘quizás algo bueno puede salir de esto‘; si reconocían o no las limitaciones de sus conocimientos, etc.”.
Basados en varios de esos contrastes crearon un sistema para calificar las respuestas y se dieron cuenta de que la variación no sólo se daba entre personas -lo que implicaría que no todos somos sabios- sino que también variaba a lo largo del día y de los días en la misma persona.
Eso parecería indicar que, en distintas circunstancias, te puedes comportar más o menos sabiamente pues esa sabiduría, que tantos creen que se nace pero no se hace, es aparentemente más común de lo que se piensa.
“Probablemente todos somos capaces de al menos un aspecto de sabiduría, sólo que no todo el tiempo. Hay situaciones en las que nuestra sabiduría se potencia, mientras que otras situaciones evitan que funcione al máximo de su capacidad”.
Con amigos o sin ellos
A veces, depende de las personas que te rodean. Los científicos diferenciaron entre las reacciones cuando los examinados estaban solos, con amigos o con colegas, y hallaron que la diferencia era sustancial.
“Cuando estás con amigos, es más posible que reconozcas los límites de tus conocimientos y consideres la situación desde una perspectiva más amplia que cuando estás sólo, inmerso en el problema, y quizás ni siquiera consideres otras alternativas”.
¿Significa entonces que la sabiduría es más común de lo que pensábamos? ¿Que no hay sabios 24/7? ¿Que los eruditos sencillamente están en las situaciones ideales para serlo? ¿Que no se trata de un rasgos distintivos y propios de un individuo?
“No es que no haya un rasgo de sabiduría. Hay gente que en promedio es más tonta que otra y gente que en promedio es más sabia. No obstante, necesitamos más matiz para reconsiderar la variación situacional para no caer en el error de pensar que esta persona que se comportó tan tontamente en una situación no puede ser sabia en ninguna otra”.
“No podemos generalizar”.
¿Podemos ser menos tontos?
En cualquier caso, a todos nos gustaría ser más sabios que tontos. ¿Habrá alguna manera de lograrlo?
“Depende. Una estrategia que hemos encontrado exitosa en mi laboratorio es asumir una perspectiva distinta de tu visión habitual. Eso puede lograrse si hablas contigo mismo en tercera persona o si tratas de examinar el evento como si fueras un testigo no involucrado… te distancias y eso realmente ayuda”.
“Entonces si piensas ‘¿Qué haría (tu nombre) en esta situación? ¿Cómo se sentiría el/la? En vez de ‘¿Qué hago yo? ¿Qué estoy sintiendo?”
“Es una estrategia muy potente. ¡No es que te conviertas en el nuevo Buda! Pero sí puedes ser un poco más sabio”.
¡Nada se pierde con intentar!