Trump propone rebajas de impuestos a días de celebrar sus primeros 100 en el Gobierno
El análisis del plan fiscal carece de proyecciones sobre el inevitable aumento del déficit presupuestario tras el recorte
La Administración de Donald Trump, presentó el miércoles una ambiciosa reforma tributaria en un folio en el que se enunciaban principios generales para un fuerte recorte de impuestos a individuos y empresas. Es el inicio de un proceso legislativo que se anticipa largo, contencioso y con resultado incierto en el Congreso.
Más que un plan es una serie de referencias para un proceso que necesitará de muchos más detalles que los ofrecidos por el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y el director del Consejo Económico Nacional, Gary Cohn. Mnuchin dijo que era la mayor rebaja fiscal en la historia americana y así lo prevé en sus objetivos en el caso de las empresas ya que rebaja a más de la mitad la tasa fiscal actual para dejarla en el 15%.
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En el caso de los individuos, el Gobierno propone simplificar el sistema de impuestos reduciendo los tramos fiscales (brackets) de siete a tres (al 10%, 25% y 35%), aunque no se detallan cuáles son los límites de ingresos para cada tramo. El más alto de ellos se rebaja cinco puntos porcentuales, lo que es un recorte significativo para las familias más adineradas. Estas, además dejarán de tener que tributar de acuerdo al Alternative Minimum Tax (AMT) ya que este se eliminaría.
El AMT es un sistema fiscal complejo que acaba con la mayor parte de las deducciones a hogares de ingresos medios y altos. El AMT, se creó en los setenta para evitar que los más adinerados evitaran pagar impuestos con un uso excesivo de deducciones pero no se indexó a la inflación hasta 2013, por lo que ha estado aplicándose a cada vez más a familias de clase media en grandes ciudades.
A los individuos que cobran ingresos de sus propias empresas se les aplicaría una tasa del 15%.
Los otros objetivos pasan por duplicar las llamadas deducciones estándares para individuos y mantener las deducciones a organizaciones caritativas y la de los intereses de las deudas hipotecarias. Se dará ayuda a familias con hijos y dependientes y se eliminará el tributo de herencias, que solo pagan quienes reciben más de cinco millones de dólares.
A las empresas se les dará una amnistía fiscal para repatriar capital que tienen en el extranjero, como ya ocurrió en 2004. En aquel momento se esperaba que ese dinero animara la inversión y creara trabajos. No fue el caso. Muchos de los negocios lo usaron para dar más dividendos a sus accionistas y recompraron acciones para aumentar su valor en Bolsa. Algunas como Pfizer y HP anunciaron grandes recortes de empleo.
En la propuesta de Trump no se hace mención de la tributación de los inversores en Bolsa, cuyos ingresos se consideran plusvalía y no rendimiento del trabajo, por lo que se fiscaliza en un tramo más bajo que los salarios de los trabajadores. En la campaña, Trump coincidió con Hillary Clinton en la necesidad de eliminarlo.
Y tampoco hay proyecciones de cómo afectará todo este cambio a las cuentas públicas y al deuda. Desde la Casa Blanca se ha argumentado que las rebajas de impuestos generan una riqueza que paga por sí misma los ingresos perdidos. Es algo que lleva defendiendo el partido Republicano desde la época de Ronald Reagan sin que se haya concretado en ningún momento. No hay proyecciones de déficit en el folio del plan pero anteriores rebajas, las que hizo George Bush, no se pudieron hacer permanentes por el impacto negativo en las cuentas públicas de la más baja recaudación.
Robert Bixby, director de la Concord Coalition, que ha participado en estudios sobre reforma tributaria, criticaba ayer que “aunque las propuestas no son específicas, lo que fue presentado hoy parece más un plan de pérdidas de ingresos que una reforma fiscal”.