El migrante matemático que empuja a México a las ligas mundiales de la ciencia
El camino no ha sido fácil para Israel Reyes, pero ahora es destacado especialista en ciberseguridad
MÉXICO – Israel Reyes (Ciudad de México, 1973) aprendió a moverse por los caminos peligrosos de la frontera entre México y Estados Unidos para cruzar indocumentado cuando era un adolescente huérfano y sumarse al mundo universitario de Colorado, Stanford y Massachussets que lo catapultaron como genio de las matemáticas a empresas mundiales de ciberseguridad en Estados Unidos, Rusia y Nueva Zelanda.
“He dado la vuelta al mundo para volver a México”, recuerda en entrevista por este diario para resumir su trayectoria mientras busca estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN), una de las principales universidades públicas en México especializadas en ciencias y tecnología y sumarlos a su proyecto.
Quiere enlazar a México, su patria natal, con Nueva Zelanda, el país que lo hizo residente por su talento en la ciberseguridad y al cual protege a través de la empresa Solicity Group que fundó en 2012. “Nueva Zelanda es el lugar perfecto para hacer los proyectos prototipos y después ofrecerlos a todo el mundo”, sostiene.
“Con la tecnología que desarrollamos queremos disminuir los problemas que van a afectar el futuro a la humanidad como la escases de agua, alimento y el terrorismo”, detalla. “En esto último, en el IPN trabajamos un proyecto que de llama ‘Data Visualization’”.
A través de información desde las redes sociales, Reyes y su equipo en México aprovechan las herramientas en internet para observar el comportamiento en internet. “Interpretamos la información para visualizarla en datos a través de un modelo matemático que detecta las áreas de riesgo y vulnerabilidad”.
En estos días, Israel invitó a Aaron Mikoz , Jefe de Tecnología Marítima de Nueva Zelanda, para que conociera el talento con el que cuenta en México y del que se sabe poco. Al final de su visita, Mikoz dijo a este diario que “hay estudiantes brillantes con los que podemos hacer una buena colaboración”. El IPN tiene una matrícula de más de 63 alumnos en ingenierías y ciencias físico-matemáticas.
De “mojado” a hombre de ciencias
La relación de Israel con Nueva Zelanda se remonta a décadas, muchos años antes de que la embajada de México en ese país lo propusiera para el Premio Nacional de Ciencias 2017 (al que ahora aspira) y que el IPN empujara esta candidatura.
En una carta publica, el director del politécnico Enrique Fernández destacó el valor de Reyes por desarrollar su protocolo matemático (software) como consecuencia de la experiencia de éste en empresas como globales como IBM, Hewlett Packard y Fujitsu así como en diversos programas de defensa gubernamentales.
Hoy por hoy -dijo Fernández- “provee un mecanismo seguro basado en una plataforma que se sitúa en una nube para sistemas móviles, que permite a entidades tanto publicas como empresas privadas, principalmente financieras, la certeza y continuidad en sus operaciones en casos de desastres naturales o de eventos como ataques de seguridad cibernética, ataques terroristas o de seguridad nacional”.
Actualmente este software de Reyes se utiliza como mecanismo de protección publica en la marina y el transporte de Nueva Zelanda, pero llegar a este punto le llevó toda una vida de esfuerzo porque Reyes nació en una de las familias más humildes de México que en este país se conocen como “paracaidistas”.
Los paracaidistas se apropian de bienes sin documentos legales para poseerlos. Así vivieron sus padres en Chiconautla, Estado de México, hasta que Israel tenía seis años y la madre murió de cáncer y su papá lo dio en adopción a su tía Antonia Gómez, una monja que vivía en el estado de Hidalgo (centro).
La tía intentó tres veces buscarle una familia, pero el pequeño era muy introvertido y no se adaptaba. “Me daba mucha felicidad regresar al convento con mi tía y estar solo. Así adquirí el habito de leer y dibujar”.
A los 11 años regresó al Estado de México (con otras tías) y se incorporó a la Academia Militar donde concluyó la secundaria pero no quería ser soldado sino piloto una carrera para la cual necesitaba especializarse en el área físico-matemáticas y por ello ingresó en el IPN donde conoció a un profesor que le cambió la vida al recomendarle ir a la embajada a postularse para estudiar en una universidad estadounidense.
Lo aceptaron en Colorado, pero no podía pagar. “Decidí que de todos modos debía intentarlo y por eso me fui de mojado para entrar de oyente”, recuerda.
“Empecé a trabajar como barrendero en la universidad al mismo tiempo que me metía a las clases así obtenía dinero para vestirme, comer y pagar mis libros hasta que un día en la cafetería me descubrió el director que anteriormente me había dicho que no podía entrar de oyente pero luego indagó entre los profesores y todos estuvieron de acuerdo de que me quedara aunque no obtendría el título”.
Cuatro años después ( en1994) terminó los cursos de matemática aplicada y encontró su primer trabajo en una instiución financiera, en el contexto de la “revolución de la computación. Era algo muy aburrido, según recuerda: reparaba los discos/ dispositivos que se utilizan en los bancos para hacer transacciones de dinero, para distribuirlos en todo el mundo, pero a la par pudo aplicar para hacer estudios en Standford de educación continua en ciberseguridad y obtuvo su certificado.
Nueve años después se fue a trabajar a Rusia donde permaneció hasta 2005 que se fue a Nueva Zelanda, donde se hizo residente. “Recordé que tiempo atrás me habían hecho una oferta para que les ayudara a crear un modelo matemático para controlar su pesca y hacerla sustentable. Llegué y me quedé porque hay muchas oportunidades que ahora quiero compartir con México.