“Pensé que el VIH era una enfermedad de jóvenes”
6 de cada 10 personas mayores de 50 años que tienen VIH fueron diagnosticadas tardíamente y los expertos están pidiendo que haya más conciencia sobre las infecciones sexualmente transmitidas
Cuando Ashley, de 59 años, fue internado en el hospital con apendicitis, ni él ni sus médicos consideraron el VIH.
“Dijeron que no había nada malo conmigo, que tenía un virus. Pero no sabían que yo tenía el mayor virus que puedes tener”, recuerda Ashley.
A Ashley se le diagnosticó VIH hace tres años, después de tener relaciones sexuales sin protección.
Pero el diagnóstico tardío significó que el virus ya había comenzado a dañar su sistema inmune.
“Era una situación muy impredecible“.
La experiencia de Ashley no es única. Según cifras de la autoridad de Salud Pública de Inglaterra (PHE), en 2018 seis de cada 10 personas mayores de 50 años con VIH recibieron un diagnóstico tardío.
Los profesionales de salud y las organizaciones de ayuda afirman que tanto el estigma como la idea equivocada de que las personas mayores no son sexualmente activas significa que no siempre se detectan los síntomas de la infección.
“Los de más de 50 años, la gente que acaba de divorciarse o separarse, creen que están seguros”, dice Ashley.
“Porque ya no se pueden embarazar, dicen ‘no hay peligro’ o que ‘estas son enfermedades de los jóvenes’. Pero no lo son, son de todos”.
“Piensas que eres invencible”
Las cifras de la PHE obtenidas por el programa Victoria Derbyshire de la BBC muestran que las tasas de infecciones sexualmente transmitidas (IST) en las personas mayores de 45 años han aumentado en casi 35% en los últimos cinco años.
El aumento no sólo ha ocurrido en Reino Unido.
Un estudio publicado en The Lancet en 2017 muestra que una de cada seis personas con VIH en Europa tiene más de 50 años y los diagnósticos nuevos de la infección se han incrementado en 16 países europeos en la última década.
Norah O’Brien, experta en salud sexual de la PHE, afirma que las mismas personas mayores a menudo no perciben que podrían estar en riesgo.
Es una opinión que apoya Karen Norton, de 63 años, quien contrajo VIH hace unos años en África.
“La mayoría de nosotros creemos que somos invencibles y que esto nunca nos ocurrirá”, dice.
“Los profesionales parecen asumir que una persona de más de 50 años no tendría esta enfermedad”, agrega.
“Es una suposición que creo que todos tenemos sobre la gente mayor de 50. Realmente no piensas que tu mamá o tu papá lo pueden tener, pero es muy posible”.
A Karen le tomó mucho tiempo hablar sobre su diagnóstico, porque temía que sería juzgada.
“Sientes como si llevaras un sucio secreto que tienes que esconder”, afirma.
“Si tienes relaciones sexuales sin protección, esto te puede ocurrir. Yo soy un vivo ejemplo de ello”.
“No es una sentencia de muerte”
El mes pasado, las cifras mostraron que el número de personas a las que se les diagnosticó VIH en Reino Unido ha disminuido sustancialmente desde 2012, en particular entre hombres gay y bisexuales.
Como respuesta a ello, la organización de ayuda Terrence Higgins Trust indicó que es necesario que el enfoque ahora se centre en las comunidades que no están típicamente asociadas al virus, como los mayores de 50 años.
Aled Osborne, de la organización de ayuda Brigstowe basada en Bristol, Inglaterra, afirma que las personas mayores de 50 podrían creer erróneamente que el VIH es una “enfermedad de gays”.
Las personas mayores todavía recuerdan las campañas del VIH y sida de los 1980 y 90, dice, y quizás desde entonces no han recibido la información correcta.
“Vivir con VIH ahora no es la sentencia de muerte que era en los 80 y 90. Ahora tenemos un tratamiento efectivo”, asegura.
“La gente que vive con VIH que está recibiendo este tratamiento no puede transmitir el virus”.
La expectativa de vida de los que están recibiendo medicamentos antirretrovirales desde las primeras etapas de la infección es la misma que la de la población general.
Pero las infecciones que se tratan en etapas avanzadas tienen diez veces más riesgo de muerte en el año posterior al diagnóstico comparado con quienes reciben el diagnóstico tempranamente y comienzan el tratamiento de inmediato.
A Ashley le ha costado mucho enfrentar su diagnóstico tardío.
“No me importa ser VIH positivo. No me importa en absoluto. Pero lo pero fue el retraso, el hecho de que no lo hubieran descubierto”, dice.
“Fue hace tanto tiempo… y el daño que le ha hecho a mi cuerpo. Estoy algo resentido por ello”.
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