Los 5 frentes de disputa entre Washington y Pekín en medio de la pandemia de coronavirus
Mientras el mundo entero tiene su atención en la pandemia de COVID-19, las dos principales potencias económicas mantienen su pulso político en ese y otros terrenos. El canciller chino incluso habla de una nueva "Guerra Fría"
Como si fueran una pareja mal avenida forzada a guardar cuarentena en un mismo lugar, las tensiones entre Estados Unidos y China se han exacerbado notablemente en medio de la pandemia del coronavirus.
Durante los últimos meses, las dos principales potencias económicas del mundo han sumado nuevos agravios y acusaciones a su ya compleja relación.
Las fricciones evidentes fueron resumidas el pasado fin de semana por el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, quien dijo que algunas “fuerzas políticas” estadounidenses están empujando a ambos países “al borde de una nueva Guerra Fría”.
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El funcionario señaló que las “conspiraciones y mentiras” sobre el covid-19 que se difunden desde Estados Unidos están aumentando preocupantemente las tensiones entre ambas naciones.
Apuntó que EE.UU. estaba infectado por un “virus político” que lleva a usar “todas las oportunidades para atacar y desprestigiar a China”.
Washington ha hecho duras acusaciones contra Pekín, en relación con el manejo de la pandemia del nuevo coronavirus.
Sin embargo, los puntos de fricción entre ambos países van mucho más allá.
BBC Mundo te cuenta sobre 5 de los frentes en los que actualmente chocan ambos países.
1.- Hong Kong
La semana pasada, la Asamblea Nacional Popular (Parlamento) de China anunció su intención de aprobar una nueva ley de seguridad para Hong Kong que busca castigar “la sedición, la secesión, el terrorismo, la subversión, la injerencia extranjera o cualquier acto que ponga en peligro la seguridad nacional”.
Entre las novedades que acompañarían a la nueva norma -de ser aprobada- se señaló la posibilidad de que los cuerpos de seguridad de Pekín establezcan sus sedes en ese territorio semiautónomo.
La iniciativa encendió las alarmas entre los activistas prodemocracia de Hong Kong, quienes temen perder derechos, incluyendo la libertad de expresión y el derecho a la protesta.
Hong Kong fue una colonia británica hasta 1997, cuando fue devuelto a China bajo un acuerdo que contemplaba cierta autonomía para ese territorio gracias una Ley Básica (una mini Constitución), así como la aplicación del principio de “un país, dos sistemas”.
Gracias a ello, los habitantes de Hong Kong disponen de libertad de reunión y de expresión, un sistema judicial independiente, así como ciertos derechos democráticos que no están garantizados en otras partes de China.
Tras conocerse la iniciativa de Pekín, el gobierno de Estados Unidos amenazó con tomar medidas si la autonomía limitada de Hong Kong es vulnerada.
El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, se refirió concretamente a la posibilidad de revocar el estatus comercial especial que Washington le confiere a Hong Kong y del cual Pekín también obtiene beneficios.
Pompeo calificó la iniciativa legislativa china como “una propuesta desastrosa” y este miércoles certificó ante el Congreso que Hong Kong ya no sigue ameritando un trato similar al que EE.UU. le otorgaba antes de ser devuelto a China.
“Ninguna persona razonable podría sostener hoy que Hong Kong mantiene un alto grado de autonomía de China, si se considera la realidad en el terreno”, dijo Pompeo.
Este viernes, el presidente Donald Trump disipó las dudas y anunció que su país acabará con el trato preferencial que dispensa a Hong Kong.
“China ha reemplazado un país, dos sistemas por un país, un sistema”, dijo Trump este viernes en la Casa Blanca en referencia a la autonomía del territorio.
“Esto es una tragedia para Hong Kong”, agregó.
Si EE.UU. da este paso, Hong Kong sería tratado de la misma manera que China en cuestiones comerciales y de otro tipo, lo que podría poner en riesgo un comercio por valor de miles de millones de dólares y disuadir a inversores de apostar por esa región.
2.- El mar de China Meridional
El control del mar de China Meridional, donde hay zonas cuya soberanía Pekín se disputa con otros países, también ha sido motivo reciente de fricciones con Washington.
A mediados de abril, los medios oficiales chinos anunciaron la creación de dos nuevos distritos como parte de la ciudad de Sansha, en la sureña isla de Hainan.
La medida resultaba polémica pues entre las nuevas áreas que gestionará la ciudad están algunas que otros países como Vietnam y Filipinas reclaman como propias.
Ese es el caso de las islas Spratly (a las que China llama Nansha), el banco Macclesfield (llamado Zhongsha por los chinos), el archipiélago Paracel (en chino, Xisha) y alrededores.
Por si fuera poco, a inicios de ese mes ocurrió el hundimiento de un pesquero vietnamita cerca de las islas Paracel -una zona rica en bancos de pesca- tras un incidente con una patrullera de la guardia costera china.
Hanoi acusó a las fuerzas chinas de hundir el bote, pero Pekín aseguró que este había chocado con la patrullera y que estaba llevando a cabo “actividades ilegales”.
El episodio también fue causa de disputa con Estados Unidos, cuyo gobierno exhortó a China a centrarse en la lucha contra el covid-19 y “dejar de aprovechar la distracción o vulnerabilidad de otros Estados para expandir sus reclamaciones ilegales en el mar de China Meridional”.
3.- Líneas aéreas
Un nuevo tema de confrontación entre Washington y Pekín tiene que ver con la normalización del transporte aéreo tras el parón forzoso causado por la pandemia.
La semana pasada, las autoridades estadounidenses acusaron a China de “hacer imposible” que las aerolíneas estadounidenses operen entre ambos países.
El departamento de Transporte estadounidense (DOT, por sus siglas en inglés) se refería concretamente a las dificultades que enfrentan United Airlines y Delta Airlines para retomar sus vuelos hacia China.
Ambas compañías dejaron de volar hacia ese país a mediados de febrero y ahora han hecho la solicitud ante la Administración de Aviación Civil de China (CAAC, por sus siglas en inglés) para reanudar actividades a partir de junio.
Sin embargo, se han tropezado con el problema de que la CAAC -con el argumento de evitar la llegada de casos importados de covid-19- estableció que todas las aerolíneas deberán usar hasta próximo aviso los mismos itinerarios que tenían durante la semana del 16 al 22 de marzo.
En la práctica, esa norma implicaría que las dos empresas estadounidenses no podrán volar a China pues para esas fechas ya habían cesado sus operaciones.
Según el departamento de Transporte de EE.UU., las autoridades chinas no habían respondido a la solicitud de reanudación de operaciones de las empresas estadounidenses.
El DOT solicitó a las compañías aéreas chinas que informen para este miércoles sobre sus itinerarios y otros detalles, advirtiendo al mismo tiempo sobre la posibilidad de que se considere que esos vuelos son “contrarios a las leyes vigentes o que afectan negativamente el interés público”.
A través de una declaración, un portavoz de esa agencia del gobierno estadounidense dejó clara la intención de su solicitud.
“El departamento está dando este paso porque las autoridades de aviación chinas han impuesto restricciones sobre las aerolíneas estadounidenses que les han hecho imposible reanudar su servicio de pasajeros entre Estados Unidos y China“, señaló.
“Mientras tanto, las compañías aéreas chinas han podido seguir operando su servicio de pasajeros a EE.UU.”, agregó.
Este lunes, el portavoz del ministerio de Exteriores de China, Zhao Lijian, dijo que su país rechaza todas las restricciones impuestas por EE.UU. sobre las aerolíneas chinas.
El funcionario destacó que las normas impuestas por Pekín daban un trato igualitario a todas las compañías y reiteró que responden a la necesidad de controlar la pandemia.
4.- Huawei sin chips
Las medidas que el gobierno de Donald Trump impuso el año pasado a la empresa de telecomunicaciones china Huawei fueron reforzadas este mayo con una nueva limitación que, según algunos analistas, puede poner en peligro el futuro de la compañía.
El departamento de Comercio de EE.UU. anunció que exigirá que los fabricantes extranjeros de chips y semiconductores que usen software o tecnología estadounidense para fabricar productos que venden luego a Huawei deberán solicitar antes una licencia para hacerlo.
Para sortear las medidas anteriores aprobadas por Washington, la empresa china estaba recurriendo a compañías no estadounidenses para obtener los componentes que Washington le negaba.
“Debemos cambiar nuestras reglas, explotadas por Huawei y HiSilicon -su filial de semiconductores- para impedir que la tecnología americana sirva a actividades malignas contrarias a los intereses de seguridad nacional de EE.UU. y su política exterior”, dijo el secretario de Comercio de EE.UU., William Ross al justificar la nueva restricción.
Zak Dofman, analista de ciberseguridad de la revista Forbes, destacó que la nueva medida es un golpe muy duro para Huawei que ha invertido miles de millones en el desarrollo de un ecosistema de tecnología que, más allá de los teléfonos inteligentes y de las redes 5G, se extiende hasta la inteligencia artificial de los autos, las plataformas en la nube y los programas de ciudades inteligentes.
“Estados Unidos acaba de hacer que esos miles de millones invertidos por Huawei no valgan nada“, apuntó el experto.
“Ahora Huawei no tendrá acceso a los chips que impulsan la mayor parte de sus productos más significativos así como a su estrategia de futuro”, agregó.
El ministerio de Exteriores de China, por su parte, afirmó que estas medidas de EE.UU. no solamente dañan los intereses legítimos de las compañías chinas sino que además causarán daños a la cadena industrial y de suministros global.
5. El origen de la pandemia y la OMS
A medida que la crisis de covid-19 dejó de parecer como un problema de salud confinado a China y se convirtió en una pandemia global, las relaciones entre Washington y Pekín comenzaron a mostrar nuevas grietas al respecto.
Donald Trump, quien inicialmente había alabado los esfuerzos realizados por el gobierno de su homólogo Xi Jinping, comenzó a adoptar una postura más dura y crítica.
El mandatario estadounidense comenzó refiriéndose al “virus chino” y terminó criticando en términos muy duros a Pekín, acusándola de incompetente, criticando su falta de transparencia e insinuando que pudo haber intentado encubrir la verdadera dimensión de la enfermedad.
El mandatario incluso se hizo eco de los señalamientos no comprobados de que el virus había surgido en un laboratorio de Wuhan.
Esta posibilidad ha sido rechazada por China y desestimada incluso por el director nacional de inteligencia de Estados Unidos, Richard Grenell, quien descartó que se trate de un virus “artificial o modificado genéticamente”.
Desde China, la respuesta a estos ataques ha sido insinuar que el origen de la enfermedad podría estar en Estados Unidos.
“Podría haber sido el ejército estadounidense el que trajo la epidemia a Wuhan”, dijo en un tuit el 12 de marzo, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian.
El comentario, según apuntan medios como el diario hongkonés The South China Morning Post (SCMP), parece hacer alusión a los Juegos Mundiales Militares, celebrados en Wuhan con la participación de más de 100 países en octubre de 2019, dos meses antes de que en esa ciudad china se detectara el primer caso de covid-19.
Paradójicamente, esa postura contradice lo que decía en enero de este año el director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de China, Gao Fu, quien entonces afirmó que sabían que la “fuente del virus eran animales salvajes vendidos en el mercado” de Wuhan.
En el juego de echarse culpas mutuamente, Trump arremetió duramente contra la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la que acusó de actuar como agente de relaciones públicas de Pekín y por no haber presionado a China para que fuera más transparente sobre lo que sabía acerca del virus.
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El mandatario estadounidense, de hecho, anunció que suspendería el financiamiento de su país a la OMS y, luego, incluso amenazó con retirarse por completo de la organización.
¿La respuesta de China? Prometió entregar a la OMS unos US$2.000 millones adicionales para responder a la pandemia.
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