La comunidad inmigrante está pagando un peaje oculto por el covid-19: su salud mental

Las familias inmigrantes de Chicago afirman no tener tiempo para cuidar de su salud mental ya que están lidiando con otros problemas de salud, dificultades financieras y cuestiones logísticas. Este problema al que se enfrentan es tan peligroso como cualquier otro y exige que prestemos más atención y dediquemos más recursos

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Crédito: Cortesía

“Respuestas 2021” es una serie de artículos semanales sobre las necesidades provocadas por la pandemia del covid-19 entre las familias latinas e inmigrantes. Estas propuestas surgen de conversaciones comunitarias organizadas por el Latino Policy Forum. Esta semana hablamos sobre la necesidad que tiene la comunidad de disponer de programas de apoyo a la salud mental. La siguiente se centra en la necesidad de aumentar las ayudas al cuidado de la salud en general.

El covid-19 ha forzado a muchas familias inmigrantes a enfrentase a varios retos a la vez. Mientras lidiaban con cuestiones de salud, dificultades económicas, el dolor por la muerte de un ser querido o el trabajo y la educación a distancia, estas personas han acabado pagando un precio muy elevado en su salud mental. A esto hay que añadir una realidad a la que hacen referencia habitualmente los miembros de esta comunidad: el estigma en todo lo relacionado con la salud mental, que provoca que muchos de ellos no busquen la ayuda necesaria.

“Es complicado hablar sobre los problemas que tienes”, reconocía una integrante de esta comunidad durante las conversaciones comunitarias organizadas por la organización sin ánimo de lucro Latino Policy Forum. “Pero vivimos con mucho miedo”.

En el transcurso de estas conversaciones, muchos de los participantes coincidieron en señalar el peso que sus preocupaciones económicas estaban teniendo en su salud mental. Estos problemas, afirman, les impiden conciliar el sueño y mirar al futuro con esperanza. Hubo participantes que compartieron cómo habían perdido sus trabajos o habían visto reducidas sus horas laborales, con la consiguiente pérdida de ingresos. Otro sentimiento compartido era el miedo y la incertidumbre de no saber si iban a poder mantener a sus familias. María Velázquez, directora ejecutiva de Telpochcalli Community Education Project (Tcep), explicó que estas son las principales preocupaciones que escuchan cada día en su organización.

Algunos de los asistentes también hablaron de lo duro que les está resultando estar alejados de sus familiares. Muchos de ellos se están enfrentando al covid-19 por su cuenta en otros países con menos recursos. “Hemos perdido a muchos familiares. Nadie esperaba la magnitud de esta pandemia”, explicó una persona que participó en las conversaciones.

La dura realidad es que salud mental pasa a un segundo plano cuando las familias están luchando por su subsistencia.

Existen otros factores que contribuyen a que las familias inmigrantes no hagan uso de las ayudas a la salud mental. Según Michelle Ramírez, de Family Focus en Cicero, “las listas de espera para servicios de salud mental son muy largas y hay muy pocos proveedores que hablen español”. También influye la falta de información sobre este tipo de recursos.

Uno de los participantes destacó el modo en que la escuela de su hijo trató de sobrevenir estos obstáculos, proveyendo de ayuda a la salud mental tanto a los estudiantes como a sus padres. Ante todo, los miembros comunitarios agradecieron este tipo de ayudas e iniciativas, especialmente aquellas que tienen en cuenta la diversidad cultural, lingüística y de conocimiento de las personas a las que sirven. A medida que los estudiantes vuelvan a las clases presenciales harán falta más servicios destinados a mejorar la salud mental. También apoyos terapéuticos, dado el aumento de la ansiedad social y otros problemas asociados al covid-19.

Otros miembros de la comunidad inmigrante latina recomiendan, además de aumentar los fondos para contratar profesionales de la salud mental, que se destinen fondos a formar a las redes comunitarias para que se puedan ayudar entre ellas.

El bienestar de la comunidad debería ser una prioridad en la recuperación de la pandemia. Ahora que empezamos a ver la luz al final del túnel, el cuidado de la salud mental va a ser fundamental para que las familias puedan salir adelante. Esta pandemia ha cobrado un peaje emocional excesivo a las familias inmigrantes.

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