Abracadabra

Cuando usted lea esto, ya ni el polvo quedará de las fiestas de toma de posesión del alcalde Rahm Emanuel, los 50 concejales y otros funcionarios electos de la Ciudad de Chicago.

Cuando usted lea esto, habrán pasado a la historia los discursos, promesas, juramentos y procesiones que forman parte de los rituales políticos de la ciudad cada cuatro años.

Cuando usted lea esto, Chicago seguirá en fuertes problemas financieros. Es más, es posible que esos problemas se hayan agravado porque el continuo goteo del déficit se ha convertido en catarata.

Cuando usted lea esto, Emanuel, como prestidigitador que es, tratará de distraer su atención. No con un conejo, un sombrero de copa o una paloma, sino con su promesa de “recuperar las calles” y “salvar a la joven generación”.

¿Por qué? Porque Emanuel es un alcalde mediático, y pocas cosas hay más mediáticas en este momento que la seguridad pública. Si bien Chicago no ha vivido crisis como la de Baltimore, la violencia es una realidad cotidiana y el alcalde busca capitalizar políticamente la idea de recuperar los barrios.

La otra respuesta al “¿por qué?” es que el problema más grave y urgente de Chicago no es la seguridad pública, sino sacar a las finanzas públicas del borde mismo de la bancarrota. Y eso no es mediático. De ahí que es mejor que el público no lo vea, y se distraiga con algún abradacabra.

Las principales casas financieras han degradado significativamente la deuda municipal. Chicago no puede pedir dinero prestado en términos que le favorezcan, su papel de deuda es casi el equivalente del papel mojado.

Por varias generaciones, los políticos de la ciudad y del Estado han gastado los fondos públicos en partidas políticamente redituables, en vez de cumplir con sus obligaciones de mantener las pensiones de burócratas, policías, bomberos y otros servidores públicos.

Illinois tiene el peor déficit de pensiones públicas de la nación ($111 mil millones) y Chicago corre el riesgo de seguir el ejemplo de Detroit como urbe en bancarrota.

Las soluciones al alcance de la mano harán enojar a muchos: es más que previsible una amplia gama de aumentos de impuestos: a la propiedad, a las ventas, al ingreso de los jubilados. Medidas altamente impopulares.

Autoridades municipales y estatales se reúnen a puerta cerrada en Springfield. Algo se cocina, no hay rendición de cuentas, y por ello funciona que el mago agite su vara y se saque conejos de la chistera, que mueva su capa y distraiga al espectador.

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