Un nuevo jefe de policía no bastará para abatir la violencia policial en Chicago: expertos

Un panel de expertos reunido en Columbia College indicó que el problema de la violencia en la ciudad es sistémico y por ello se requieren soluciones integrales dentro de la policía y en las comunidades

Mientras Chicago continúa buscando un nuevo jefe de policía que sustituya a Garry McCarthy, destituido tras la publicación del vídeo que mostraba la muerte a tiros del joven afroamericano Laquan McDonald a manos del oficial Jason Van Dyke, un grupo de expertos en leyes y trabajo social han reclamado profundos cambios estructurales en la sociedad. Sin ellos, advierten, el nuevo responsable del departamento no permanecerá mucho tiempo en el cargo.

En un foro organizado por la organización sin ánimo de lucro Public Narrative y la Asociación de Periodistas Afroamericanos capítulo Chicago, acerca de la reforma del Departamento de policía de la ciudad, expertos han coincidido en señalar que el problema de la violencia policial sólo puede ser abordado mediante “soluciones globales.” Casi 70 personas escucharon al panel de cuatro personas moderado por Steven Bynum  en un auditorio de Columbia College Chicago el pasado martes 26 de enero.

Para G. Flint Taylor, fundador de People’s Law Office de Chicago, la violencia se ha convertido en un problema “sistémico.” “Se debe producir un cambio fundamental, no sólo en el Departamento de Policía sino en el sistema judicial y en la sociedad en su conjunto. Hay que prestar atención al sistema educativo y financiarlo debidamente en vez de recortar programas en las  escuelas públicas”, explicó Taylor.

El director ejecutivo de la Estrategia para la Reducción de la Violencia en Chicago, Christopher Mallette, ha abundado en la idea de que la violencia está enquistada en todos los estamentos sociales, lo que se refleja, indica, en el Departamento de Policía. Este abogado, que trabaja junto a la policía para reducir la violencia de las bandas callejeras, reconoce la necesidad de acometer cambios en el cuerpo policial, si bien ve complicado transformar una cultura instaurada desde hace décadas.

Algunas de las claves, coinciden los expertos, consisten en acabar con el código del silencio que rige en el Departamento y que impide denunciar casos de violencia policial, cambiar el método por el que se evalúa el rendimiento de los agentes, y mejorar su formación.

Esta idea de la formación ha sido recurrente a lo largo del debate. La socióloga de la Universidad de Illinois en Chicago Amy Watson, que lleva años estudiando a personas con enfermedades mentales en el sistema judicial, ha explicado que estas personas son detenidas, en muchos casos, por una ausencia de protocolos en la policía para tratar avisos de esa índole. “Hay un problema de confianza en la policía debido a situaciones en las que se han visto involucrados los agentes en el pasado”, apunta Watson. En muchos casos, explica, estas situaciones se agravan por esta desconfianza y por la ausencia de formación de los agentes, lo que lleva a que, por ejemplo, las personas que padecen enfermedades mentales representen la cuarta parte de la población reclusa del Condado de Cook.

Todos los expertos reunidos en este espacio de debate han coincidido en que hace falta una aproximación global al problema de la violencia en Chicago. Están de acuerdo en que entre sus causas está la segregación racial, la desigualdad de oportunidades y  una financiación insuficiente de programas sociales y que, pese a la dificultad a la hora de afrontar estos retos, es indispensable la colaboración entre las fuerzas del orden y las distintas comunidades para lograr mayor entendimiento mutuo.

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