Chicago y la formación del mito Muhammad Ali

Muhammad Ali afrontaba de frente cualquier situación.

Muhammad Ali afrontaba de frente cualquier situación. Crédito: EFE

La historia de Muhammad Ali, el más grande boxeador de la historia, pertenece a todo el mundo. Por algunos años, le perteneció a la ciudad de Louisville, Kentucky, donde nació y donde se formó como boxeador y donde ganó sus primeros torneos, los Guantes de Oro. Pero después, la historia de Ali pertenece al mundo: Nueva York, Londres, París, Bagdad, Manila, Zaire, Tokio. Y Chicago, también Chicago.

En la Ciudad de los Vientos Ali pasó momentos clave. Fueron los años difíciles tras haber sido suspendido del boxeo profesional luego de declararse musulmán y negarse a combatir en Vietnam.

La cercanía de Ali con la Nación del Islam de Elijah Muhammad lo llevó a un departamento en el barrio de Jackson Park, en el Lado Sur de la ciudad. Ahí vivió un tiempo. Era un departamento modesto. Pero Ali no era de modestias. No tardó mucho en comprar una residencia enorme, a dos cuadras de la casa de Elijah Muhammad, en el exclusivo barrio de Kenwood.

Fue en Chicago donde Ali conoció a Belinda Boyd, quien se convertiría en su segunda esposa. Se conocieron en una pastelería en la calle 79, que pertenecía a la Nación del Islam, y que el peleador frecuentaba.

Fue en Chicago donde Ali se enteró del asesinato de Martin Luther King y de Malcolm X. Ali había tenido una relación cercana con Malcolm X, aunque la ruptura entre éste y la Nación del Islam llevó a Ali a alejarse de él, por presión de Elijah Muhammad.

Fue en Chicago donde Ali vio también, de primera mano, los disturbios que siguieron a los asesinatos de los dos líderes de los derechos civiles.

Fueron años de dura presión psicológica, política y social para un hombre que estaba convirtiéndose en un mito. El mito no surgiría en plenitud hasta que, restaurada su licencia para boxear, vinieron las peleas contra Joe Frazier y George Foreman. Ese mito, esa leyenda, estaba cocinándose en Chicago donde Ali se encontraba tanto con entusiastas seguidores, como con fuertes críticos que lo condenaban por haberse negado a pelear en Vietnam.

En cierto modo, era necesario para Ali encontrar la relativa distancia de las cosas que sólo le podía proporcionar Chicago. Era un hombre famoso, polémico, en efecto; pero en general, lo dejaban en paz y en la ciudad tenía tiempo para saber quién era y que quería hacer, cosa que no hubiera podido en la segregada ciudad de Louisville, o en la locura y los reflectores de Nueva York.

Y en Chicago podía ser testigo privilegiado de lo que estaba ocurriendo en el resto del país, podía reafirmar su compromiso con los derechos civiles, su fe en el Islam.

Cassius Marcellus Clay llegó al Lado Sur de Chicago desde Kentucky. De Chicago salió hacia el mundo un vendaval invencible llamado Muhammad Ali.

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