Azaceta nadando en su propia tinta

Última oportunidad de visitar ‘Swimming to Havana’, la obra reciente de Luis Cruz Azaceta en la galería Lyle O. Reitzel

Antes de la catarsis social de Basquiat y su romance con el mercado, ya estaba conjurando violencias, inventado una fisiología por osmosis de la ciudad, con una visualidad punk, desconcertantemente urbana, neoexpresionista avant la lettre, el artista cubanoamericano Luis Cruz Azaceta. Esa serie de los Subways (1973), gráfica, satírica, irreverente y esplendorosa, es precursora del arte que dominaría casi una década después. Y podría atreverme a asegurar que ningún artista de la época representó el drama urbano con la fuerza de Azaceta, creando una obra que aún hoy conserva el impacto y la vigencia de las auténticas piezas maestras.

Tunnel (2016, acrílico, tinta sobre cartulina 30x30)
Tunnel (2016, acrílico y tinta sobre cartulina, 30 x 30 pulgadas)

‘Swimming to Havana’, en la Galería Lyle O. Reitzel en LES, Manhattan, exhibe varias piezas de otra etapa, en la que el artista hace el camino inverso. Luego de cabalgar la ciudad que existe entre los confines de su propia cabeza, o ilustrar el escape insular en balsas y artefactos, el artista invoca un regreso laberíntico y circular. Como en gran parte de su pintura anterior, en esta serie también Azaceta es el protagonista de su propia obra. Se retrata a sí mismo braceando en un mar estático, un estrecho de encerramientos que no conduce hacia ninguna parte. Y que puede tener la angostura de un foso militar (Tunnel, 2016), ser una suerte de pecera geométrica o fregadero (Fish Tank, 2009-2016), el ojo de agua de alguna bestia abstracta (Swimming to Havana at Night, 2009-2016), una bacinilla (la única pieza tridimensional) o una bañera descomunal (Hell Act 2, 2009).

Tub Wall (2016 Acrylic, permanent ink on paper 30x42)
Tub Wall (2016, acrílico y tinta sobre cartulina, 30 x 42 pulgadas)

Una pieza como Tub Wall (2016, tinta sobre cartulina) le añade al conjunto la presencia de una pared vigilante como la aleta dorsal de un tiburón. Temores físicos mimetizados en inmovilizantes barreras mentales. Sin embargo, los clones de Azaceta no están inmóviles, sino más bien parecen consumirse en la acción. Luchan por salir de cierto estado de estancamiento. Son sujetos ‘agónicos´en cuanto fueron detenidos en medio de un desafío cíclico de proporciones míticas. Viven encerrados en su propia lucha, como minotauros acuáticos para los que arribar a algún destino es apenas una recompensa onírica, una esperanza lejana. Lo cual responde además a una dialéctica vital. Ya sabemos que todo regreso implica un extrañamiento. El exiliado no regresa nunca al lugar del que partió. Y ese es quizás el mensaje más subliminal que se puede inducir de esta serie de Azaceta. Sus proto agonistes (protagonistas), son congelados en el instante de un sueño recurrente, una recompensa que se consigue desde el momento en que no nos permitimos despertar.

Ward 4 (2009, acrílico, carboncillol, óleo en barra sobre tela, 56x60 pulgadas)
Ward 4 (2009, acrílico, carboncillo y óleo en barra sobre tela, 56 x 60 pulgadas)

A diferencia de este mar sisífico, mar con salitre de estera de gimnasio, que desde el primer momento se revela como una poderosa obsesión, pesadilla o construcción mental, la obra de Azaceta es dinámica: muda de paletas y figuraciones, y con los años se acerca estridente a una composición más geométrica y pop sin abandonar su preocupación por una narrativa política y social.

Hell Act 2 (2009 acrilico y tinta sobre cartulina, 30x42)
Hell Act 2 (2009 acrílico y tinta sobre cartulina, 30 x 42 pulgadas)

Las combinaciones de colores (grafito, rosas, naranjas, azul cobalto, cadmín) le da a este serie una pátina vintage, como si el misterio del viaje residiera no tanto en su (im)posibilidad física, sino en su acronismo acrobático, su atemporalidad: volver a una Habana en la que confluyen y se sedimentan en el mismo plano temporal todas las épocas. Nadar de regreso a La Habana es un desafío menos físico que emocional puesto que presupone (o anticipa) la reconciliación con el pasado. Lo cual es importante para entender la propuesta, ya que en la obra de Azaceta, el color (sean los pasteles de los 70, los explosivos neones de los ochenta o los ocres de su serie de balseros, por citar tres paletas muy distintas) juegan un papel importante para equilibrar o enfatizar el mensaje figurativo.

Luis Cruz Azaceta en su exhibición 'Swimming to Havana' en LOR NY.
Luis Cruz Azaceta en su exhibición ‘Swimming to Havana’ en LOR NY.

Siempre pertinente y puntual, como antídoto de todas las políticas migratorias, el maestro cubanoamericano cierra con esta serie otro capítulo de su epopeya personal, que al parecer está unida por accidente o destino hasta las vísceras a la de una isla pequeña y caprichosa que se llama Cuba.

‘Swimming to Havana’, se exhibe hasta el 30 de enero en la Galería Lyle O. Reitzel New York. 139 Eldridge St. Lower East Side, Manhattan, de 11:00 a.m. a 6:00 p.m. de miércoles a domingo. lyleoreitzel.com

Conjuntamente con esta exhibición en Manhattan, hasta el 26 de marzo se está exhibiendo en Miami la retrospectiva temática ‘Dictators, Terrorism, War and Exiles’, con la que se inauguró el nuevo edificio del American Museum of the Cuban Diaspora, que reune 29 piezas de Luis Cruz Azaceta desde 1980 hasta el presente.

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