Opinión: que se apresure Magic Johnson, porque estos Lakers no tienen corazón

Otro derrumbe del equipo, esta vez contra un rival de los más modestos, hace pensar que todo este tiempo de sacrificio no le ha servido para nada

Cada vez que en esta temporada los Lakers de Los Ángeles empiezan a mostrar un poco de forma, ocurre un derrumbe.

Cada vez que los jóvenes del equipo dan señales de que la suerte de la franquicia empezará a cambiar más pronto que tarde, viene un terremoto que despedaza la ilusión de sus aficionados.

Ocurrió en la primera mitad de diciembre cuando tras haber iniciado la temporada con récord de 10-10 perdieron ocho juegos en fila.

Ocurrió el 22 de enero cuando los Mavericks de Dallas les infligieron la peor paliza de su historia (122-73), un juego después de que los Lakers habían vencido a un equipo de playoffs, Indiana, con autoridad.

Y les volvió a ocurrir el miércoles, cuando luego de una seguidilla de juegos ganados y perdidos –lo normal para un equipo en reconstrucción– en los que fueron mayormente competitivos, fueron vapuleados por el peor equipo de la conferencia.

La paliza sufrida por 36 puntos en la casa de los Suns de Phoenix (137-101) ha sacudido una vez más a la nación “lagunera” y le ha causado preocupación.

La sospecha de que estos Lakers no tienen corazón, o al menos el orgullo que representa ponerse la mítica casaca dorada, brota con fuerza y hace cuestionar si en verdad el equipo volverá a ser uno de respeto con la actual camada de basquetbolistas, o si simplemente se trata de un grupo de “chulos” que no ven más allá de sus cortes de cabello, sus eventos sociales y sus millones de dólares.

“Es un honor y un privilegio jugar en esta liga”, dijo el entrenador Luke Walton con la amargura escurriéndole de la boca tras el partido en Phoenix. “Tenemos una gran base de aficionados y una gran organización… Cuando nos rendimos de esa manera y no jugamos con un cierto nivel competitivo, eso no es correcto para ninguno de los involucrados”.

Esas son las palabras de un joven, ambicioso y sensato entrenador que no puede creer que su plantilla siga siendo desfigurada a golpes por un “Don Nadie” sin al menos meter las manos.

La falta de entereza de estos Lakers, que con récord de 19-39 se van al descanso del Juego de Estrellas con el tercer peor récord de toda la NBA, es especialmente molesta para Los Ángeles porque con tres terribles campañas a sus espaldas todo hace indicar que el personal no ha aprendido nada; que el brutal sacrificio de ver humillada a una franquicia de tal historia y riqueza no ha servido para nada.

Que mejor se apure Magic Johnson a tomar los hilos del poder en la oficina de los Lakers, porque las miserias del equipo prometen extenderse de manera indefinida.

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