Editorial: Un presupuesto contra los pobres

Trump aseguró durante su campaña que no iba a tocar los programas de Medicaid, Medicare y el Seguro Social

El presupuesto del presidente Donald Trump ha sido definido como un Robin Hood al revés, alguien que roba a los pobres para dar a los ricos. Es una propuesta que ataca a la red de protección social que ayuda a los más vulnerables, para pagar gastos de defensa y recortes de impuestos a los más pudientes.

Los borradores anteriores del plan de gastos federal habían anticipado que el drástico aumento en el sector de defensa iba a significar recortes a lo largo del gobierno federal. En ese momento se sabía que podría haber recortes en en los gastos sociales, pero sorprende el alcance de los mismos.

Ya son conocidos los argumentos conservadores esgrimidos para justificar las significativas de reducciones de fondos al Programa Suplementario de Asistencia Nutritiva (SNAP) que ayuda a los niños, al Supplemental Security Income para los discapacitados y ancianos y el Crédito Impositivo para los Ingresos Bajos para los trabajadores pobres, entre otros programas contra la pobreza.

Es equivocado decir que su costo es gigantesco e incontrolable, que no dan resultados y que fomenta una cultura de dependencia al desalentar la búsqueda de trabajo.

La realidad es que el gasto total de los programas federales para las personas de ingresos bajos, excluyendo la atención médica, se han mantenido en un mismo promedio en los últimos 40 años en comparación al Producto Bruto Interno (PBI). El Center on Budget and Policy Priorities proyecta que incluso habrá una reducción de ese porcentaje.

El SNAP tenía 28 millones de beneficiarios en el 2008, antes de la Gran Recesión. Esta cifra llegó hasta 47 millones en 2013, bajando a 44 millones a medida que va mejorando la economía. Por otra parte ya existen exigencias de trabajo para SNAP.

A estos recortes de 274,000 millones de dólares, a lo largo de 10 años, hay que sumarle los 800,000 millones que se reducirán de Medicaid con la ley de salud aprobada recientemente en la Cámara Baja.

Trump aseguró durante su campaña que no iba a tocar los programas de Medicaid, Medicare y el Seguro Social. Esta promesa ya fue quebrada cuando se eliminó el impuesto a los más ricos que mantenía la cobertura a la clase media en la ley de salud del ex presidente Obama.

Todo esto representa un golpe devastador para decenas de millones de familias estadounidenses, muchas de las cuales confiaron en el discurso populista del presidente. Por ejemplo, la educación de los niños está íntimamente ligada a su nutrición. Esta es una inversión al futuro económico de nuestro país crear trabajadores productivos.

De la misma manera, los programas de capacitación laboral y la creación de empleos es la salida de la pobreza. Se deben respetar los valores una sociedad justa y compasiva en el trato de los más vulnerables.

Es un error subvencionar una industria derrochadora como la de defensa a costa del presente y futuro de millones de personas.

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