De delincuente a soplón: Chuck Blazer, el hombre que sacudió a la FIFA

Así será recordado el directivo estadounidense, quien colaboró como informante del FBI en una exhaustiva investigación cuyo colofón fue la caída de Joseph Blatter

Dos imágenes se vincularán por siempre a la persona de Chuck Blazer: la del robusto hombre de aire campirano y enorme barba blanca con una multicolor cotorra postrada sobre su hombro derecho, como si se tratase de un aliado en los negocios que le susurrase al oído, y la de aquel sorpresivo operativo en 2015 tras el cual un puñado de altos ejecutivos de la FIFA desfilaban uno detrás del otro arrestados por la policía suiza.

El popular “Tío Chuck”, un contable nacido en Nueva York en abril de 1945, hijo de padres judíos de clase media, pasó a la historia del fútbol mundial por ser la garganta profunda del FBI para destapar una larga trama de corrupción por parte de altos mandos de la FIFA referente a sobornos, lavado de dinero, fraude electrónico y hasta crimen organizado, por alrededor de 20 años y valuado en cerca de 150 millones de dólares.

Blazer traicionó a quienes fueron sus iguales a partir de 2011. Lo hizo cuando el FBI le tenía acorralado y su única salida fue empujar aquella bola de nieve cuyo final de recorrido resultó en una avalancha capaz de arrasar con figuras aparentemente intocables e impunes de la talla de Nicolás Leoz (entonces presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol), Jack Warner (Concacaf), Eugenio Figueredo (vicepresidente de FIFA), y hasta el propio Joseph Blatter, entonces presidente de la poderosa FIFA.

Blazer, fallecido la semana anterior a consecuencia de un cáncer, ocupó distintos cargos dentro de la organización del fútbol mundial, entre los que destacan la secretaría general de la Concacaf, ser miembro del comité ejecutivo de la FIFA, además de vicepresidente de la Federación de Fútbol de Estados Unidos.

Fue, sin duda, uno de los principales impulsores del fútbol en los Estados Unidos, hoy un deporte consolidado con importantes topes de audiencia y gracias a lo cual comenzó a ver crecer su fortuna y nivel de influencia en la zona de la Concacaf. Fue en aquellos días cuando logró su mayor aporte en lo deportivo: ser clave para, con ayuda de su hasta entonces inseparable amigo Jack Warner, traer la Copa del Mundo a su país natal en 1994.

La caída

El “Tío Chuck”, sibarita consolidado y gustoso degustador de bebidas para paladares exigentes, permaneció en el círculo de poder de la FIFA desde 1996 hasta 2013, cuando explotó en sus robustas manos blancas el caso ISL; eran las últimas semanas de 2011.

ISL era la empresa comercializadora de los derechos audiovisuales de la FIFA desde la década de los 90 y gracias a la cual Joao Havelange (1916-2016), extitular de la FIFA, y el yerno de éste, Ricardo Texeira (entonces presidente de la Federación Brasileña de Fútbol), se vieron beneficiados por varios millones de dólares en cuentas operadas por Blazer en paraísos fiscales.

En 2001, ISL se declaró en quiebra con una deuda a rastras superior a los 230 millones de dólares. Fue entonces cuando llegó el FBI para copar a un Blazer, quien para aquellos días poseía un “plástico” corporativo de la Concacaf con una línea de crédito, se dice, hasta por 30 millones de dólares y se daba el lujo de gastar 6,000 billetes verdes para rentar un sitio donde acoger a sus numerosos gatos.

Blazer, como suele proceder el Buró Federal de Investigaciones (FBI), pasó de ser investigado a convertirse en informante para colaborar en las indagaciones de las autoridades estadounidenses en los casos de negocios de la FIFA y sus principales ejecutivos.

Incluso se dice que Blazer aportó pruebas contundentes en forma de grabaciones obtenidas gracias a portar un micrófono oculto en diversas reuniones tanto de la Concacaf como del máximo organismo del fútbol.

El exejecutivo del balompié se declaró culpable en 2013 por haberse confabulado con otros ejecutivos de alto nivel de la FIFA para aceptar sobornos, lo cual trajo como una de las consecuencias la furibunda reacción del organismo, cuyo comité de ética decidió prohibirle de por vida participar en cualquier actividad relacionada con el balompié.

La sanción al estadounidense se conoció el 9 de julio de 2015, poco más de un mes después de ver caer al recién reelecto presidente de la FIFA, el suizo Blatter (2 de junio), último eslabón y muy probablemente objetivo inicial de la investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos y a quien los rotativos ingleses The Daily Mail y The Guardian llamaron “el gnomo engreído e hipócrita de Zúrich” y “el más brillante dictador no asesino del último siglo”, respectivamente.

Blazer fue alcanzado por la muerte sin purgar condena tras las rejas debido al retraso de la sentencia ocurrido por los procesos paralelos en el caso, pero deja atrás un legado de crecimiento del área de la Concacaf gracias el desarrollo futbolístico en Estados Unidos y, tristemente para él, la imagen del delincuente convertido a soplón gracias al cual el FBI logró una limpia muy necesaria en el balompié. Así fue el andar en el mundo de la pelota del hoy ausente “Tío Chuck”.

18 años formó parte del comité ejecutivo de la FIFA (1996-2013)

20.6 millones de dólares, aproximadamente, habría recolectado Blazer por comisiones y honorarios

10 fueron los cargos por los que se declaró culpable Blazer, incluyendo conspiración de crimen organizado, fraude electrónico, blanqueo de dinero y evasión de impuestos

30 millones de dólares era la línea de crédito de su tarjeta corporativa de la Concacaf

2011 año en el cual se convirtió en informante del FBI para colaborar con la investigación a altos funcionarios de la FIFA

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