Joel Colindres vive el “Sueño Americano”, pero ICE podría convertirlo en pesadilla

Su mujer, una ciudadana estadounidense, ha llevado su lucha a las redes sociales, creando cuentas para "Salvar a Joel Colindres" porque, aseguró, el gobierno debe usar la “discreción procesal” y no meterse con familias inocentes

WASHINGTON.- El guatemalteco Joel Colindres hizo múltiples sacrificios para alcanzar el “Sueño Americano”  y lleva una vida ejemplar en EEUU pero, como miles de inmigrantes indocumentados,  en dos semanas será deportado de Connecticut, a menos que, según indicó este martes, las autoridades federales “se pongan la mano en la conciencia”.

El caso de Colindres, de 33 años de edad, es uno más de los miles de “rostros de la deportación” que, según activistas, sufren la dureza con la que la Administración Trump se han ensañado contra los inmigrantes, incluso contra quienes no tienen antecedentes criminales.

En entrevista telefónica con este diario, Colindres explicó que huyó de su natal Jutiapa debido a la violencia y desde que cruzó ilegalmente por Texas, en abril de 2004, no ha hecho más que “trabajar duro”, y sólo busca proteger a su esposa, Samantha, y sus dos hijos menores, Preston y Lila.

“Quisiera que se pongan la mano en la conciencia, porque hay personas que quieren hacer el bien, sacar adelante al país… no quiero separarme de mi familia, porque lo es todo para mi”, enfatizó.

Colindres tiene a sus padres y hermanos en Guatemala, pero ya hizo su vida acá, es dueño de casa –transformada con sus propias manos-, y solo quiere “salir adelante”.

Colindres pide que las autoridades “se pongan la mano en la conciencia” y no separen a su familia.

El error que desencadenó el drama

En 2004, un juez federal de Inmigración en Harlingen (Texas) emitió una orden de deportación en su ausencia, pero Colindres nunca recibió la cita judicial porque las autoridades se equivocaron de nombre y de domicilio.

En su última cita con la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) en Hartford (Connecticut) el pasado 20 de julio, las autoridades se negaron a suspender su deportación, le pusieron un grillete electrónico en el tobillo, y le dijeron que alistara su boleto de regreso para el próximo 17 de agosto. Pagó $538 por el vuelo directo, pero espera no tener que usarlo.

“Pago impuestos, no tengo delitos, nunca he sido arrestado, nunca he estado borracho en mi vida, ni he usado drogas. Este país lo hemos construido inmigrantes…deberían seleccionar a gente que es buena, como yo”, afirmó.

ICE pone un “hasta aquí nomás”

Pero Shawn Neudauer, un portavoz de ICE con jurisdicción en la región de “Nueva Inglaterra”, que incluye a Connecticut, dijo hoy que “Colindres-Guerra recibió una orden de deportación final en 2004, y las autoridades le han negado cada una de sus peticiones judiciales”.

En vez de encarcelarlo, ICE  lo incluyó en un “programa de monitoreo” electrónico, y le pidió un itinerario de viaje como prueba de que cumplirá con la orden de salida, precisó Neudauer.

Joel “encarna el Sueño Americano,  pero también refleja la campaña de Trump contra quienes no son criminales, deshaciéndose de quienes verdaderamente hacen de este país una gran nación”, dijo su abogada, Erin O´Neal-Baker.

“Ahora no hay distinción entre los que tienen casos válidos para estar acá y los delincuentes que han reingresado al país y están violando las leyes. Eso es un aborto de la justicia e igualdad bajo las leyes”, se quejó la abogada.

O´Neal-Baker presentó hoy mismo una moción para reabrir el caso ante un tribunal de apelaciones de Inmigración.

Una vida de ensueño

Colindres se ha distinguido por sus destrezas como carpintero y desde hace 12 años trabaja para una empresa en Nueva York, donde comenzó desde abajo y fue promovido a supervisor de obras.

“La empresa y los clientes están contentos conmigo. Cuando necesitan algo, piden por mí y esperan meses hasta que yo pueda hacerles el trabajo”, señaló.

Se casó con Samantha Leigh Corsak en 2010 y su vida en New Fairfield, a dos horas de Hartford, transcurre como la de muchas otras familias en los suburbios: llega del trabajo por la tarde y juega con sus pequeños, Preston, de 6 años, y Lila, de 2, cenan juntos, los baña, les lee cuentos, les enseña a rezar, y los pone a dormir.

“Samantha es muy importante en mi vida…. Ella y yo estamos luchando por mantener la normalidad de la familia, y para que haya un cambio que beneficie a otros inmigrantes en mi situación”, dijo Colindres.

Joel junto con su esposa, Samantha, lucha por todos los medios para evitar la deportación.

Una lucha por “tres vías”

Samantha explicó que desde el ultimátum de ICE, su familia lucha por “tres vías”: tratar de proveer normalidad y estabilidad a sus hijos, “prepararse para lo peor”, y seguir buscando opciones legales para Colindres.

“Fuimos a la cita en un pequeño salón y cuando nos dijeron que Joel tenía que irse, yo colapsé y me puse a llorar y a gritar ´¿Por qué nos hacen esto?´ … seguimos las reglas cumpliendo con las citas, y así nos castigan”, subrayó Samantha, quien ha llevado su caso al Congreso y a la prensa.

Samantha, una ciudadana estadounidense, ha llevado su lucha a las redes sociales, creando cuentas en Facebook y en Twitter para “Salvar a Joel Colindres” porque, aseguró, el gobierno debe usar la “discreción procesal” y no meterse con familias inocentes.

Samantha creó una página para despertar conciencia sobre el caso de su esposo, Joel.

Ella  trató de tramitar la residencia permanente de Joel por vínculos matrimoniales, y la petición original fue aprobada en 2015 pero, debido a la orden de deportación, no pudo obtenerla.

También han solicitado un “perdón” por perder la cita de 2004 y sometieron una solicitud de asilo. Todo ha sido en balde.

Ahora esperan que la intercesión del senador demócrata por Connecticut, Richard Blumenthal y otros legisladores, surta efecto, como ocurrió con otro caso, y aguardan respuesta a la carta que éste envió ayer  al Departamento de Seguridad Nacional (DHS).

“Vivimos con este nubarrón en nuestras vidas, hemos luchado por todo lo que tenemos, y solo queremos recuperar la normalidad”, puntualizó Samantha.

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