Supremacistas blancos planean más protestas pero encontrarán un “muro de resistencia”

Grupos supremacistas planean marchas y protestas en nueve ciudades durante el fin de semana.

WASHINGTON.- Aún con el súbito despido del asesor político de la Casa Blanca Steve Bannon,  grupos supremacistas blancos y de ultraderecha creen tener un megáfono en el gobierno de EEUU y prevén más protestas este fin de semana, incluyendo en Nueva York y Los Ángeles, pero se toparán con un “muro de resistencia” de grupos progresistas en todo el país.

La convulsa semana, tras las polémicas declaraciones del presidente Donald Trump sobre la violencia en Charlottesville el sábado pasado, incluyó la súbita salida hoy de Bannon, un ideólogo “nacionalista” y principal arquitecto de la victoria electoral de Trump el año pasado.

La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, alegó que la salida de Bannon fue de “mutuo acuerdo” con el nuevo jefe del Gabinete, John Kelly, pero fuentes allegadas a Trump indicaron que el mandatario llevaba varias semanas de frustración con el atribulado asesor.

La salida de Bannon, sin embargo, no detiene a grupos nacionalistas y de ultraderecha, que han interpretado las recientes declaraciones de Trump como un apoyo implícito a su causa, además de que permanecen en la Casa Blanca otros asesores que simpatizan con la ideología de Bannon.

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“Es muy claro que muchos supremacistas blancos ven a una especie de ‘amigo’ en la Casa Blanca… parecen creer que aunque el presidente Trump no es uno de ellos, él es un buen primer paso para colocar a su movimiento en la corriente principal”, dijo a este diario Peter Simi, experto en grupos extremistas de la Universidad Chapman, en Orange (California)

Este movimiento “está obteniendo una atención mediática sustancial” y está atrayendo a profesionales con alta formación académica, como parte de sus esfuerzos de “normalización”, agregó.

El líder supremacista, David Duke, no ha contestado una solicitud de entrevista por parte de este diario, pero él y activistas afines han dicho que contribuyeron a la victoria de Trump y le pasarán factura.

Así, estos grupos prevén una ola de protestas mañana sábado en al menos nueve ciudades, incluyendo Nueva York, Los Angeles y Mountain View, en California, Boston (Massachusetts), Pittsburgh (Pensilvania), Atlanta (Georgia) y Austin (Texas).

El objetivo de la llamada “Marcha contra Google” en esas ciudades, donde la empresa tiene instalaciones, será denunciar el reciente despido de James Damore, un empleado que escribió un polémico memo condenando la política de diversidad de Google.

Sólo que el propio Damore ha dicho que no apoya a la “derecha alternativa” y no piensa asistir a ninguna de sus protestas.

Otros grupos de ultraderecha piensan aprovechar la protesta por la “Libertad de Expresión” de mañana en Boston para ondear la bandera de su causa, si bien el acto, organizado por la Coalición de Boston para la Libertad de Expresión, está pensada únicamente para defender la Primera Enmienda.

El alcalde de Boston, Martin J. Walsh, ha dejado en claro que no permitirá una repetición de la violencia en Charlottesville, por lo que, en el marco de una política de “cero tolerancia”, ha prohibido rotundamente la portación de armas, bates, palos, y mochilas en las que puedan ocultarse estas armas.

“Vamos a tener una política de cero tolerancia. Si alguien se sale de control  -de cualquier manera-, vamos a cancelarla”, advirtió Walsh.

California en la mira

California ha sido un tradicional bastión del movimiento progresista en EEUU, pero grupos nacionalistas y ultraderechistas le han puesto la diana en los últimos años, y han programado protestas para este mes,  incluyendo una “contra el marxismo” cerca del Golden Gate Bridge, en San Francisco, el próximo 27 de agosto.

La idea es enviar el mensaje de que son capaces de incursionar en territorio “enemigo” y, de paso, acaparar más atención mediática.

El “premio mayor” en su lucha por esa cobertura mediática en los últimos años ha sido Berkeley, -considerada la cuna del movimiento por la libertad de expresión y del progresismo en el mundo académico-, no porque esperen ganar adeptos, sino porque plantar bandera en esa ciudad tiene una alta carga simbólica, explicó al diario “Los Angeles Times” Brian Levin, director del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo, en la universidad de Cal State San Bernardino.

Además, consciente del drama y la tensión que garantizan cobertura mediática, estos grupos organizan eventos en California con la sola intención de provocar enfrentamientos con grupos del llamado movimiento “antifa” (antifascistas).

El alcalde de San Francisco, Edwin Lee, ha propuesto sofocar las voces de odio con protestas a favor “del amor y la esperanza”.

¿Hay libertad para el odio?

La Primera Enmienda consagra la libertad de expresión en EEUU pero, según expertos, ésta tiene sus límites y no da cabida a la incitación de la violencia o actos de agresión contra ningún grupo.

La Unión de Libertades Civiles de EEUU (ACLU) de California dijo en una declaración escrita que la Primera Enmienda no escuda en absoluto a grupos decididos a usar métodos violentos para imponer su mensaje.

“Si los supremacistas blancos marchan en nuestras ciudades armados hasta los dientes y con la intención de causar daño a la gente, no están realizando una actividad protegida por la Constitución de EEUU. La Primera Enmienda jamás debe usarse como un escudo o una espada para justificar la violencia”, dijo ACLU.

Un “muro de resistencia”, y solidaridad con Charlottesville

“El que calla, otorga”, reza el popular refrán, y grupos progresistas consideran que el mejor antídoto para grupos supremacistas, neonazis o nacionalistas es salir a las calles en una mayor demostración de fuerza. Por ello, varias ciudades de los alrededores de Boston han programado sus propias contramarchas y vigilias, tanto para rendir tributo a las víctimas de Charlottesville como para promover la diversidad cultural y la inclusión social. La mayor de las protestas, que recorrerá dos millas desde el Centro Atlético Reggie Lewis hasta el área conocida como “Boston Common”, tiene la meta de combatir a grupos supremacistas blancos, según explicaron a este diario sus organizadores.

La contramarcha en Boston, que durará casi ocho horas a partir de las 10 de la mañana hora local, está organizada por diversas organizaciones cívicas y afroamericanas, como Violence In Boston, Angie Camacho, Black Lives Matter Network, Black Lives Matter Cambridge, y Black Lives Matter Boston.

A este “muro de resistencia”  también se han sumado un vasto número de corporaciones, universidades y localidades.

Empresas como PayPal, Facebook, Squarespace, Spotify, Google, GoDaddy, han eliminado cuentas de grupos nacionalistas, mientras que las universidades de Texas A&M y la Universidad de Miami han cancelado eventos de supremacistas blancos en las próximas semanas.

Mientras, el Comité Nacional Demócrata (DNC) y los partidos estatales han lanzado un “Fin de Semana de Acción”, mañana y el domingo en 16 estados, para subrayar que “la retórica de odio de Donald Trump no representa a todos los estadounidenses”.

“No hay ´muchos lados´ al asunto de la supremacía blanca. Estamos listos para alzarnos y organizarnos para exigir cuentas de Trump y sus republicanos, y para expandir las oportunidades económicas y construir un futuro más brillante para todos los estadounidenses”, dijo Tom Pérez, presidente del DNC.

Como parte del “verano de resistencia”, las más de 160 actividades incluirán visitas a hogares, bancos de llamadas telefónicas, inscripción de votantes, y promoción de candidatos demócratas para los comicios legislativos de 2018.

Por su parte, la Conferencia de Alcaldes de EEUU (USCM), que aglutina a más de 240 alcaldes de ambos partidos en todo el país, han sumado fuerzas con la “Liga Anti-Difamación” (ADL) para lanzar un “compacto” o plan de acción contra el odio racial y el extremismo, al advertir que el “terrorismo” de los supremacistas es un peligro para las urbes estadounidenses.

Su iniciativa quiere servir de plataforma para “promover los principios fundamentales de justicia e igualdad que definen a EEUU”.

“Sólo la Estatua de la Libertad debe portar una antorcha estos días, y su mensaje de respeto debe encontrar eco en las ciudades de EEUU, donde se libra esta batalla”, dijo Steve Adler, alcalde de Austin.

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