¿Me abandonaron mis padres en una colina atada de manos para dejarme morir?

En 1937, una familia encontró a una niña de casi un año escondida en un arbusto en South Downs con las manos atadas. Ella siempre ha querido saber por qué la abandonaron.

En el verano de 1937, una bebé de nueve meses fue escondida con las manos atadas tras un arbusto en una colina en el sur de Inglaterra. Anthea Ring, ahora de 80 años, ha pasado la mayor parte de su vida preguntándose por qué la dejaron allí para morir y quiénes eran sus padres. Ahora, gracias a los avances en genética por fin tiene algunas respuestas.


Jane Dodd estaba cansada. La niña de 11 años estaba caminando sobre las colinas de South Downs, en el sur de Inglaterra, con su familia en un brillante día de agosto, como solían hacer en sus vacaciones cada año. Por delante iban sus padres, Arthur y Margaret, y su hermana mayor, Elizabeth.

Ese día hacía mucho calor, incluso a las 6 de la tarde. no había ninguna zona de sombra, solo pradera y arbustos. De repente, su madre se paró.

“Hay un bebé ahí”, dijo.

Su padre se giró. “Por su puesto que no hay nadie ahí”, dijo él.

La familia empezó a buscar a través de los matorrales.

Minutos después encontraron una pequeña niña rubia de alrededor de un año escondida entre unas zarzas.

Llevaba puesto un vestido rosa y tenía rasguños y picadas de insectos. Sus manos estaban atadas por delante.

Revelación

Nueve años después, Anthea Ring estaba jugando con su amigo, Peter, afuera de su casa en Surrey, cuando empezaron a discutir y ella amenazó con quejarse a su madre.

“No es tu madre, eres adoptada”, le replicó él.

Dos fotos de Anthea de cuando era niña. Foto: Anthea Ring.
Anthea descubrió que fue adoptada a través un amigo de la calle donde vivía. Foto: Anthea Ring.

Impactada, Anthea corrió a su casa y esa noche ella y sus padres tuvieron una conversación.

“Me dijeron que me habían dejado en la puerta del Hospital Worthing cuando era una recién nacida”, cuenta Anthea.

“Ellos habían perdido a su hija, Veronica, tres años antes, y decidieron adoptarme”.

Anthea estaba muy emocionada por las noticias. Los niños adoptados eran los héroes en los libros que ella devoraba.

“No se me pasó por la cabeza pensar quiénes eran mis padres biológicos”.

Investigación por asesinato

Su padre adoptivo, Douglas Shannan, trabajaba para el Ministerio de Alimentación.

“Era un hombre muy amable”, dice Anthea. Ella describe a su madre Margaret como cercana y amigable, pero algo nerviosa debido a la pérdida de su primera hija.

Con 15 años, Anthea se fue a trabajar a unos grandes almacenes en el centro de Londres. Años después se tituló como enfermera en Bath, donde conocería a su futuro marido, Francis. Tuvieron dos hijos, Jonathan y Christine.

Un día, en 1961, Anthea llevó fotos de Christine cuando era bebé a la casa de sus padres. Ellos le dijeron la pequeña era la viva imagen de Anthea cuando era bebé.

“Entonces mi padre le dijo a mi madre: tienes que mostrárselo ahora, Peggy”, y ella subió las escaleras”, recuerda Anthea.

Margaret regresó con un recorte de periódico, con la imagen de un bebé.

Anthea preguntó quién era. “Eres tú”, respondió su madre.

Anthea supo en ese momento que la familia Dodd la había encontrado en una colina cerca de Worthing en 1937.

Scotland Yard lanzó una investigación de intento de asesinato y pidió información a nivel nacional, pero nunca descubrió cómo había llegado la bebé allí ni quiénes eran sus padres.

Después de recibir esta impactante noticia, Anthea se fue a su casa y lloró. Se lo dijo a su esposo, pero decidieron no contárselo a sus hijos.

Policía de Worthing

Las décadas pasaron, y los hijos de Anthea tuvieron los suyos propios. Su nieto, Aaron, también era el vivo retrato de Anthea y eso le hizo preguntarse, una vez más, quién era ella.

En 1994 se unió a un grupo llamado Norcap, que ayudaba a adultos que habían sido adoptados a encontrar información sobre su pasado.

Un miembro del grupo le sugirió que contactara a la policía en Worthing para ver si tenían registros. Y aunque habían pasado 57 años, logró que la pusieran en contacto con un policía retirado que había trabajado en el caso. Era conocido como Mac.

“Me dijo que había llevado mi foto en su cartera durante años, por si alguien pudiera reconocerme, pero nadie lo hizo”.

Mac estaba convencido de que Anthea no era una niña de la localidad, ya que hubiera sido imposible mantener un secreto así en una comunidad pequeña. Pensaba que había sido llevada hasta allí en tren desde Londres.

Su reunión fue reportada en el diario local, después de que Mac se lo contó a la asociación de policías retirados. Poco después, Anthea estaba una vez más en el centro de las noticias nacionales.

Semanas después recibió una carta dirigida simplemente a Anthea. Era de Elizabeth Dodd, la hija mayor de la familia que la había encontrado en la colina.

Elizabeth le contó que, después de encontrarla, su familia la llevó a la casa más cerca del lugar pero no tenían teléfono, así que acudieron a una granja de la zona.

“Una de las hijas del granjero llamó a la policía y fui llevada al hospital”.

Elizabeth ya falleció, pero su hermana más joven, Jane, que tiene ahora 92 años, aún recuerda ese día.

“Esa noche estaba muy asustada porque pensaba que nos habíamos llevado el bebé de alguien más”, dice Jane.

Anthea también recibió una carta de Betty, una enfermera que la cuidó en el Hospital de Worthing, donde permaneció durante seis meses, mientras la policía investigaba.

Prueba de ADN

Aunque Anthea ahora sabía más sobre cómo había sido encontrada, no estaba cerca de encontrar a sus padres biológicos.

Su única pista era la sospecha de aquel policía retirado de que la habían llevado desde Londres.

No hubo más avances hasta 2012, cuando, a los 75 años, decidió hacerse una prueba de ADN.

La prueba reveló que su origen era 92% irlandés y la emparejaba con algunos primos distantes en Estados Unidos e Irlanda.

Una prima llamada Joan, que vive en Carolina del Norte, le pidió a otros familiares que se hicieran la prueba.

Esto reveló que Joan estaba vinculada con Anthea por el lado materno de su padre. Ellos habían llegado a EE.UU. desde el condado de Mayo, en Irlanda.

“Conocí a Joan en 2013. Fue la primera familiar de sangre que conocía en mi vida”, dice Anthea.

Dos años después, descubrió que también era familiar de una mujer que trabajaba en la Universidad de Dublín, llamada Ann.

Sin embargo, el ADN de Ann y de Joan no coincidían, lo que sugiere que ella pertenecía a otra parte de la familia de Anthea.

La familia de Ann era del condado de Galway.

Más pruebas

En abril de 2016, Anthea fue contactada por la genetista Julia Bell, quien le ofreció su ayuda.

Bell animó a Anthea a hacerse más pruebas de ADN, con diferentes compañías, sabiendo que millones de personas más se habían incorporado a las bases de datos de ADN desde que Anthea había hecho la prueba, en 2012.

Después de meses de trabajo, con la ayuda de la genealogista Angie Bush, habían reducido la búsqueda.

Ella estaba casi segura de que uno de los padres era un Coyne, del condado de Galway, y otro era un O’Donnell, del condado de Mayo.

Estaba considerando las siete hijas de un John O’Donnell, cuando las cosas empezaron a encajar.

“Estaba buscando a la hija más joven, Ellen O’Donnell, que había nacido en 1911”, dice.

Los registros de bautismo revelaban que su nombre oficial era Helena. Luego vino un momento “eureka”.

“Yo había pedido registros de nacimientos ilegítimos en Inglaterra e Irlanda en 1936. Encontré una madre soltera llamada Lena O’Donnell pero la descarté.

“Entonces pensé: “¡Claro, Lena podría ser Helena!”

La historiadora aficionada irlandesa Catherine Corless encontró que Lena O’Donnell se había casado en Irlanda en 1945, siete años después de que Anthea fuera hallada en la colina, y había tenido cuatro hijos más.

Certificado de nacimiento de Anthea, donde dice que se llamaba Mary Veronica.
Certificado de nacimiento de Anthea, donde dice que se llamaba Mary Veronica.

Encontró a uno de ellos, que aceptó hacerse una prueba de ADN. En abril de 2017, la prueba confirmó la intuición de Bell. Era medio hermano de Anthea.

“Me dijo que mi madre era Lena O’Donnell. Estaba encantada”, dice Anthea.

Madre soltera

El certificado de nacimiento reveló que ella nació en un hospital de Londres el 20 de noviembre de 1936. Su nombre de nacimiento fue Mary Veronica.

Lena fue llevada a una organización benéfica para madres solteras llamada Hogar de los Ángeles Guardianes después de dejar el hospital donde dio a luz. Sin embargo, no permaneció mucho en ese lugar.

Un registro de bautismal del 18 de diciembre revela que Lena se trasladó con su bebé a otra casa llamada Devon Nook, en Chiswick, en el oeste de Londres.

Fue el último registro de Lena O’Donnell hasta que apareció en una boleta electoral en 1939. Mary Veronica O’Donnell desapareció completamente.

“¿Qué pasó después de que Lena dejara Devon Nook?”, se pregunta Bell, retóricamente. “No creo que ella fuese la persona que abandonó a Anthea. Creo que hizo algo valiente y decidió intentarlo y quedarse con el bebé”.

De haber querido abandonar a Anthea, había maneras más fáciles de hacerlo en una gran ciudad. En un artículo en el Daily Herald del 28 de agosto de 1937 se reportaron 12 bebés abandonados en hospitales de Londres.

Así que, ¿cómo terminó Anthea en South Downs? Una teoría es que Lena dejó a Anthea con una madre de acogida mientras ella salió a trabajar.

Reportajes de la época revelan que algunas madres de acogida vendían niños a su cargo a otras parejas.

Un artículo de 1932 en el Gloucester Citizen dijo que el tráfico de bebés se había convertido “en uno de los grandes demonios de Londres”.

Es posible que se hubiese un planeado un encuentro de ese tipo para vender a Anthea cerca de Worthing, y que algo saliera mal ese día.

“Quizá nunca sepa que me ocurrió”, dice Anthea.

¿Quién era el padre?

En ese momento su padre aún no había sido identificado, pero Bell había reducido la búsqueda a seis hermanos. Cuatro de ellos -Michael, Martin, Patrick y Phillip Coyne-, habían trabajado como obreros en Londres en 1936.

La hija de Martin aceptó realizarse una prueba de ADN y los resultados revelaron que era prima hermana. Esto confirmó que uno de los otros tres era el padre de Anthea.

La nieta de Michael, Anne Marie, también se realizó la prueba y el resultado descartó a Michael.

Solo quedaban Patrick y Phillip, pero ninguno había tenido descendientes directos, por lo que lo único que podía probar la paternidad era una muestra de su ADN, difícil de encontrar años después de su muerte.

Sin embargo, Anthea también había estado en contacto con otra prima hermana llamada Dot, hija de una de las hermanas de Patrick y Phillip.

Al contarle el problema, ella dijo: “Aún conservo cartas que Patrick me envió”, cuenta Anthea.

David, de Living DNA, revela los resultados de las pruebas de ADN a Anthea y a la genetista Julia Bell. Foto: Living DNA.
David, de Living DNA, revela los resultados de las pruebas de ADN a Anthea y a la genetista Julia Bell. Foto: Living DNA.

Las cartas, aún en sus sobres originales, habían sido enviadas desde Inglaterra a Estados Unidos unos 30 años antes.

Bell se acercó a David Nicholson, de Living DNA. Él le dijo que su compañía podría usar un reciente test forense para capturar el ADN de Patrick de la saliva dejada en el sobre de la carta. En 2017 tomaron una muestra de la saliva de Anthea y compararon con pequeñas secciones de las cartas.

Las pruebas determinaron que Patrick Coney era el padre biológico de Anthea.

“Estaba tan feliz. Había estado buscando a mi padre durante 29 años”, dice Anthea.

Familia

Anthea no está actualmente en contacto con los familiares de su madre, aunque dice que su medio hermano que se hizo el test de ADN le deseó lo mejor.

Sin embargo, ha disfrutado conociendo su familia paterna.

“Me dijeron que Patrick era un hombre muy alegre, el alma de la fiesta”, dice Anthea.

“No sabemos si Patrick supo que yo existía. Él nunca se casó y una vez le dijo a Dot que fue porque le gustaba su independencia”.

Ahora con 80 años, Anthea dice que está agradecida por la genética que heredó de sus padres, ya que está muy saludable para su edad.

Pero su largo viaje para conocer sus orígenes no ha cambiado sus recuerdos de sus padres adoptivos.

El verano pasado, en una fiesta familiar, le dijo a sus hijos, nietos y primos: “Mi madre era Helena McDonnell, pero mi familia eran Margaret y Douglas Shannan”.

Por Claire Bates, BBC

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