Editorial: “Inseguridad laboral”

Bajo el grito "no somos criminales, somos trabajadores", los manifestantes lamentaron la insistencia en la construcción del muro fronterizo

Bajo el grito "no somos criminales, somos trabajadores", los manifestantes lamentaron la insistencia en la construcción del muro fronterizo Crédito: Getty Images

La administración Trump quiere solucionar el desempleo en los Estados del Medio Oeste, limitando la competencia laboral inmigrante. Esta no es una intención sincera de  proteger al trabajador estadounidense.

La creciente industria de la carne es un ejemplo de lo que se repite en varias otros  sectores laborales de Estados Unidos.

Hace unos días se arrestó 86 indocumentados en una redada de una empacadora de carne en Tennessee. El operativo fue coordinado entre las autoridades de inmigración, de impuestos y locales contra una compañía que tenía más problemas que la contratación de indocumentados.

Este fue la primera acción de este tipo desde hace mucho tiempo, cuando  la administración de George W. Bush detuvo cerca de 1,300 personas en esta industria. Lo ocurrido desde entonces hasta hoy es una historia que contradice el discurso político.

Las empresas de entonces reemplazaron a los empleados latinos con refugiados asiáticos y africanos a falta de mano de obra local. La idea de que los empleos iban a ser cubiertos por locales fracasó rotundamente.

La industria de la carne es la responsable en gran parte de la inmigración a nuevas regiones rurales de Estados Unidos. Los sindicatos fueron desapareciendo en la medida que se alejaron de las grandes ciudades, y con ello el interés de los trabajadores anglos. Un tercio de la industria la componen trabajadores inmigrantes, un porcentaje que va en la alza.

Es difícil encontrar gente dispuesta a estar parada en el mismo sitio por lo menos ocho horas al día, en un temperatura casi congelante, cortando restos de animales por 18 dólares la hora. Los accidentes laborales allí son 2.4 veces mayores que el promedio nacional.

Es evidente que las condiciones laborales tienen mucho que ver en que el trabajador nativo no acepte un empleo que paga más del doble del salario mínimo. El interés de Trump por el asalariado no llega a tanto como para protegerlo de los peligros.

Por el contrario, la desregulación de la industria promovida por la Casa Blanca hace  que esa actividad sea más insegura.

Se eliminaron 40 inspectores de la Administración de Seguridad y Sanidad Laboral (OSHA). Las nuevas normas ignoran recomendaciones vigentes por décadas. Se autorizó aumentar la velocidad en las líneas de trabajo que se habían reducido, ya que esa presión sobre los trabajadores es la principal responsable de los accidentes.

Si Trump tuviera un interés real de ayudar al trabajador estadounidense contribuiría a un ambiente laboral equilibrado en esa industria.

La prioridad de la Casa Blanca es ayudar a la gran industria de los empacadores de carne de pollo, cerdo y bovino. Después el juego perverso de alentar condiciones laborales para la mano de obra inmigrante -y después deportarlos. Al final, está el trabajador nativo blanco al que se solo se le brinda un discurso anti inmigrante.

 

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