Jerusalén, la ruta de la fe que converge con disputas ancestrales

Jerusalén fue el principal destino de los turistas extranjeros en Israel en 2017, según datos oficiales

Jerusalén, en eterna disputa entre Palestina e Israel.

Jerusalén, en eterna disputa entre Palestina e Israel. Crédito: Pixabay

Enviada Especial

JERUSALEN— Casi sin aliento, turistas de todo el mundo recorren a diario las adoquinadas callejuelas de la Ciudad Vieja, donde la ruta de la fe converge con la de disputas religiosas ancestrales. Hay de todo, desde visitantes que preguntan por Roma a aquellos aquejados por el “síndrome de Jerusalén”.

La ciudad alberga los sitios más sagrados del mundo y, según datos del Ministerio de Turismo israelí, fue el destino principal del 78% de los turistas en 2017, en una industria que generó $5,800 millones de dólares el año pasado.

Pero la sagrada ciudad ha sido durante milenios fuente de disputas territoriales entre judíos, cristianos y musulmanes. Para los judíos, Jerusalén es la Ciudad de David, el sitio del Templo de Salomón y la capital del Estado israelí, mientras que para los cristianos es donde, según la Biblia, Jesús pasó los últimos años de su joven ministerio, fue crucificado y resucitó.

Jerusalén es también, después de La Meca y Medina, la tercera ciudad más importante para los musulmanes, que creen que el profeta Mahoma ascendió desde aquí a los cielos.

Según una encuesta de 2015 del Instituto de Jerusalén para Estudios Israelíes, el 28 % de los turistas extranjeros visitó Jerusalén por motivos religiosos, el 23 % por hacer turismo en general, el 21 % para visitar a familiares, el 13 % para recreación y esparcimiento, y el 6 % para negocios o investigaciones.

¿Y Roma, queda muy lejos?

Con cámaras o teléfonos celulares en mano, los turistas programan sus visitas a la Ciudad Vieja, por ejemplo, para grabar el llamado del imán a la oración de los musulmanes, para depositar papelillos con oraciones en el Muro de los Lamentos, o para orar y bendecir sus recuerdos en la Piedra de la Unción en la Iglesia del Santo Sepulcro.

Una joven reza y deposita su papel con una oración en el Muro de los Lamentos en Jerusalén. Foto: María Peña/Impremedia
Los turistas se arrodillan para rezar y bendecir sus recuerdos religiosos en la Piedra de la Unción, en la Iglesia del Santo Sepulcro. Foto: María Peña/Impremedia

Los guías turísticos podrían llenar libros con anécdotas de turistas que, desorientados, confunden la historia y la geografía del lugar.

En una ocasión, una turista de América Latina describía con entusiasmo sus visitas a Belén, Jerusalén y Galilea, pero luego preguntó “¿Y Roma, no vamos a ver? ¿Queda lejos?”, recordó Mónica Rabotnicoff, una guía turística independiente que emigró de Argentina en 1981.

La argentina Mónica Rabotnicoff (izquierda), emigró a Israel en 1981 y estableció una empresa de guía turística muy solicitada por grupos hispanos. Foto: María Peña/Impremedia

En otra ocasión reciente, dos turistas chinos que paseaban sin guía oficial se pararon a rezar en la pared del baño del Muro de los Lamentos, en vez del muro mismo, dijo Rabotnicoff, propietaria de la empresa “Safot Tours”, que en hebreo significa “paseos en idiomas”.

El “Síndrome de Jerusalén”

Tanto es el fervor religioso que en las calles de la amurallada ciudad se puede apreciar de vez en cuando a personajes literalmente sacados de la Biblia, en un fenómeno que a partir de la década de 1930 los psiquiatras acuñaron como el “Síndrome de Jerusalén”.

El síndrome se refiere a un padecimiento que aqueja a algunos turistas y que les hace delirar o identificarse con algún personaje de la Biblia o, en casos extremos, creerse el mismo Mesías.

A pocos metros de la entrada al Santo Sepulcro, un estadounidense que sólo se identificó como “Santiago”, lucía una larga y encanecida barba, una simple túnica, y sandalias porque, según explicó, quiere vivir su vida siguiendo el ejemplo del apóstol de mismo nombre.

“Mi nombre es Santiago, tengo el nombre de uno de los apóstoles de Jesús y trato de vivir mi vida como ellos, de ayudar a la gente a ser más espiritual”, explicó “Santiago”, al asegurar que su objetivo no es otro que el de propagar el mensaje cristiano de “paz y amor”.

Santiago afirmó que no se lo toma como “un juego”, porque quiere vivir las instrucciones que, según la Biblia, Jesucristo giró a sus discípulos.

Por eso sólo tiene una túnica, y donde quiera que va trata de vivir con humildes recursos: “vivo como Jesús… dependiendo de la providencia de Dios, siempre”, dijo.

“Con la ayuda de amigos, tengo la habilidad de estar aquí, ayudar a la gente, y vivir en el lugar más santo de todo el mundo“, agregó Santiago, quien reparte su tiempo entre Israel y EEUU.

“Santiago” hizo esas declaraciones a un grupo de periodistas de medios internacionales, incluyendo este diario, auspiciado por la organización mediática “Fuente Latina”.

Aunque algunos turistas lo miraban con recelo de pie a cabeza, el hombre encajó bien en el laberíntico paseo de adoquinadas calles en la Ciudad Vieja, repleto de puestos de comida típica, tiendas y quioscos de artesanías, recuerdos y reliquias religiosas.

Para completar la inmersión bíblico-cultural, en una las tiendas, los turistas pueden hacerse fotografías con trasfondos de escenas y paisajes del Antiguo o Nuevo Testamento.

El turismo, pese al conflicto

Según datos oficiales, en 2017 Israel recibió a 3,6 millones de turistas –un incremento del 25 % respecto al año anterior–, de los cuales la mayoría, o 700,000 provino de EEUU, seguido por 307,000 de Rusia, y el resto de Francia, Alemania y el Reino Unido.

El incremento en el turismo sorprende si se toma en cuenta el ambiente de violencia que en el Medio Oriente parece estar siempre a la vuelta de la esquina.

El lunes pasado, cerca de 60 palestinos fallecieron y más de 2,200 resultaron heridos a manos de las fuerzas de seguridad israelíes en sangrientos enfrentamientos en la frontera con la Franja de Gaza, en medio de protestas contra el traslado de la embajada de EEUU a Jerusalén.

Los palestinos reclaman como suya la parte Este de Jerusalén como capital de un eventual Estado palestino dentro de un acuerdo de paz y rechazan la presencia judía en los territorios ocupados tras su independencia en 1948, a los que los judíos sumaron el oriente de Jerusalén después de la Guerra de Seis Días de 1967.

Creyentes o no, los turistas viajan a Tierra Santa atraídos por su historia, arquitectura, y gastronomía, en lo que Rabotnicoff describió como un incansable “ir y venir en el tiempo”.

Jerusalén es una ciudad mágica donde el tiempo pareciera jugar con nuestros sentidos. Una fusión armoniosa de olores, imágenes que bien podrían haber sido sacadas de un libro de historia antigua”, dijo.

Rabotnicoff afirmó que en su profesión ha visto de todo, desde personajes como “Santiago” hasta turistas obsesionados con los “selfies” allí mismo en la piedra del Santo Sepulcro, el sitio más sagrado del cristianismo.

“Se podría decir que cada una de sus piedras (de Jerusalén) nos cuenta una historia… Jerusalén es un mosaico de culturas cuyas vestimentas, colores y costumbres me embriagan y llenan de energía”, aseguró Rabotnicoff.

En esta nota

cristianos Economía EEUU Israel Medio Oriente musulmanes religion turismo

Recibe gratis todas las noticias en tu correo

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y Google Política de privacidad y Se aplican las Condiciones de servicio.

¡Muchas gracias! Ya estás suscrito a nuestro newsletter

Más sobre este tema
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain