De cuando votar no es suficiente

La tarea de quienes resulten vencedores será plantear estrategias para enfrentar de modo interno la delincuencia, la corrupción, los altos índices de pobreza y marginación de amplios sectores sociales

López Obrador lidera las encuestas con más de 30 puntos de ventaja.

López Obrador lidera las encuestas con más de 30 puntos de ventaja. Crédito: ULISES RUIZ | AFP/Getty Images

Este próximo Domingo 1 de Julio en México se llevará a cabo un proceso electoral que definirá la Presidencia de la República, 128 Senadores y 500 diputados de la Cámara Baja a nivel federal; así también 8 entidades tendrán elecciones para renovar Ayuntamientos, Congresos locales y, en el caso de Chiapas, la gubernatura. Sin duda, un proceso complejo, de gran costo financiero, permeado por acusaciones de corrupción y también marcado por asesinatos. En este último apartado la Consultora Etellekt señala la cantidad de 120 políticos asesinados, así como también 351 asesinatos en contra de funcionarios no electos y un total de 465 agresiones contra políticos, particularmente a través de intimidaciones o amenazas. Los estados de Puebla, Guerrero y Estado de México son señalados con la mayor cantidad de agresiones.

La tarea de quienes resulten vencedores será plantear estrategias para enfrentar de modo interno la delincuencia, la corrupción, los altos índices de pobreza y marginación de amplios sectores sociales, se requiere de habilidad e inteligencia para concretar un presupuesto más eficiente y de menor dispendio, entre otros varios temas más. Sin duda a nivel internacional el gran tema es cómo presentar un país atractivo para la inversión y el desarrollo en medio de un ambiente cargado de inseguridad y bajos perfiles educativos. Desde luego no es una tarea fácil o de un sexenio, ni milagrosa, ni de sólo unas cuantas personas. Es una tarea que requiere, dentro de muchos y variados rasgos, de organización, colaboración, imaginación, visión de Estado, creatividad, una cultura de corresponsabilidad y, particularmente, de un matiz ético. Todo esto encaminado mediante una visión de largo plazo dentro de un esquema de gobernanza, es decir, un esquema proclive a una relación mucho más horizontal que a la tradicional relación vertical entre gobierno y sociedad civil.

Por otra parte, poco o nada se sabe de propuestas serias y objetivas al respecto por parte de los ahora contendientes, -los debates electorales sólo sirvieron para descalificaciones, acusaciones y planteamientos cargados de frivolidad-. Por objetividad me refiero a la necesidad de propuestas reales, tangibles, medibles. Es decir, de nada sirve contar cuentos y cuentas alegres que sumados a un gran resentimiento y enojo social, a lo que habría que sumar ignorancia y desinterés impiden comprender en su justa dimensión la gran complejidad que nos aqueja.

Aquí es donde surge de modo importante pensar en nuestra condición ciudadana y de qué manera y en qué medida nuestras acciones requieren de una visión que trascienda al día del voto. Muchos piensan que con votar se ha cumplido con el compromiso ciudadano, lo cual sin duda es ejemplo de una visión pobre e insuficiente de la vida democrática, me atrevo a decir que alentar una visión así es sólo construir una gran ficción que sólo nubla e inhibe una auténtica vocación democrática, ya que al final es sólo una manera de reproducir la pobreza de nuestras formas de vida.

Una auténtica vocación democrática requiere de rasgos ciudadanos tales como: imaginación, creatividad, criticidad, capacidad para entender y evaluar el desempeño administrativo o legislativo de los aspirantes para saber si son aptos para el cargo al que aspiran, requiere dejar de lado la relación clientelar que sólo pauperiza el amplio espectro de vida en que nos desenvolvemos y, particularmente, ponderar de modo radical las capacidades y méritos de las personas. Resalto el tema de los méritos de las personas, sean hombre o mujeres, de la religión o partido político que sea, porque mientras no demos su radical importancia a los méritos académicos, políticos, humanos, entre varios más, de las personas en su sentido más amplio, seguiremos apostando al pago de cuotas y favores políticos o electorales, beneficiando al compadre o al pariente, y administrando con mediocridad la vida pública desde un interés privado. El resultado de no apostar al reconocimiento de los méritos de las personas es, en buena medida, el México que vivimos. Por eso, votar no es suficiente y sí sólo una ficción de nuestra llamada democracia.

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