Soltería: ¿Liberación o karma?

¿Quedará claro alguna vez que no hay hombre en el mundo que garantice la felicidad?

¿Quedará claro alguna vez que no hay hombre en el mundo que garantice la felicidad?

¿Quedará claro alguna vez que no hay hombre en el mundo que garantice la felicidad? Crédito: Shutterstock

A veces es complicado recordar lo difícil que es el mercado de los “solos y solas”. Escuchar las quejas de las amigas y mover la cabeza asintiendo como dando a entender que comprendemos  lo que están sintiendo es una imagen típica en una charla de mujeres.

Es indudable que desde el corazón estamos con ellas pero hay que salirse un poco de la línea del: “Sé perfectamente lo que me estás contando”, porque la realidad demuestra que todos estamos equivocados: no sabemos lo que están pasando.

Sería bueno que las que tenemos amigas solteras, nos solidarizáramos. Propongo escribir en las notas mentales: ¡tengo que bajar del caballo. Mis amigas me necesitan!

Sin lugar a dudas tener cuidado con la pesada mochila cargada de palabrerío barato listo para ser volcado en situaciones en las que no se sabe que decir, como por ejemplo:

1- Tranquila, ya va a llegar.

2 – No merece la pena

3 – Es tanto más divertido estar sola

4 – Nena, es un tonto, te mereces muchísimo más

5 -¿Sabés la cantidad de buenos tipos que hay esperando por alguien como tú?

Las solteras deberían entender que cuando una mujer que se considera amiga, ha acudido a alguna de estas frases hechas u otras del estilo, lo hace sin la menor mala intensión. sino desde un lugar también de bajón por no encontrar las palabras adecuadas ante tal situación. Tengamos en cuenta que una amiga es capaz de decir las cosas más ridículas con tal de levantar el ánimo a esa querida compañera de emociones que está con el corazón achicharrado.

Es re “cool” pensar que si uno estuviera en su lugar la llevaría con altura, gritando a los cuatro vientos: ¡Qué buena vida se viene siendo soltera!

De todas formas podemos hablar de un par de lo que podría llamarse beneficios: Salir todas las noches y que nadie te espere en casa, fines de semana solamente para leer libros y que nadie me hable… ¡¡¡¡PARAISO !!!!!!

Indefectiblemente en todos los grupos de amigas tenemos alguna soltera que tienen esa invalorable  libertad de no estar “atada” a nadie. Que trabaja y no tiene que compartir ganancias con nadie, que tiene la libertad de decidir cuando salir de viaje y a donde se les ocurra sin tener que dar explicaciones! Y gastar y malgastar sin control y sin caras de reproches, incluso después de comprar un collar de caracoles en la playa por 200 dólares (que obvio no va a usar nunca).

Sentarse en la barra de un bar en algún sitio cualquiera, y pedir una Margarita, y dos, y tres.. Y pensar sin cargos de conciencia: “Mmm qué buen mozo que está el barman: (totalmente descarada preguntar): ¡Hola joven barman!, creo que no nos presentaron…Definitivamente libertades poco tenidas en cuenta a la hora de empezar con la cantaleta de la soledad.

Diferentes tipos de solteras:

Muchas veces hay mujeres a las que el perfume de la “necesidad de encontrar” esa persona ideal a como de lugar, es un halo catingudo y pegajoso que las acompaña en el andar. Aclaremos las cosas:  todas hemos pasado los treinta, algunas suman más de treinta y cinco y el reloj biológico es proporcional a la necesidad de un cálido abrazo en invierno, es inevitable, totalmente entendible y sinceramente real.

Otras se caracterizan por llevar el vestido de novia en la cartera: en la primera cita, luego de un poco más de dos horas de entretenida superflua conversación, mandan un mensaje de texto a familiares y amigos anunciando formalmente el compromiso con su total desconocido “salidor” pero que repentinamente se ha transformado en el príncipe azul, que ha venido en su caballo a rescatarlas de todos los males aburridos que azotan la vida cotidiana de estas mujeres desesperadas… ¿Realidad?.

Los príncipes azules ya no existen ni en los cuentos. Ni siquiera en Disney,  sino pongamos de ejemplo Tangled en donde el enamorado de la doncella es un ¡ladrón!. Sí, bueno, entiendo, el joven se retracta de sus malos modales y cambia por ¿¡AMOR!?

En los tiempos modernos, los hombres ya no cambian por un sentimiento cursi y pasado de moda.

Pero para la mirada femenina es obvio: ¿Cómo no vamos a estar todas desesperadas por hombres perfectos si desde niñas no hemos visto más que historias amorosas con caballeros perfectos que no se encuentran en ningún lado más que en los libros, o movies?

Si chicas, hemos crecido en una mentira…. Vivimos en la era en la que los príncipes se han convertido en sapos.

Pero de todas las actitudes que puede tomar una mujer desesperada, frente a la brutal resignación, el oscuro pozo de abandono golpea la puerta.

Ante la imposibilidad y tremenda cantidad de intentos frustrados, ante las miles de horas tiradas en una cama malgastando lágrimas de desconsuelo, estas chicas, han decidido no seguir conociendo cretinos. Ya ni siquiera eligen hombres de una noche, ni galanteos momentáneos, incluso frente a piropos cotidianos, surgen caras serias y malhumoradas. Ladran, alejan, se resienten, se dejan.

Un odio inimaginable y creciente apoderándose de todo su ser. Amargura constante.

Este tipo de amigas pasarán los fines de semana encerradas mirando en la tele alguna barata peli romanticona, frente a un bowl de pochoclo (pororó, popcorn o como lo llamen) de microondas, sin un plan mejor que el de engordar y llenarse de granos.

Con suerte conseguirán un Corín Tellado y suspirarán por todo lo que no han sido capaces de conseguir. Alguna que otra vez, con muchísima mala onda cuidaran hijos ajenos de amigas felizmente casadas, para luego tener la posibilidad de variar de tema de queja semanal: la soledad y lo pesado que es cuidar hijos ajenos.

La tristeza personificada; la por todos conocida: solterona.

No seré feliz pero tengo marido”El título de la novela de la argentina Viviana Gomez Thorpe lleva a la reflexión.

¿Tiene que ver una fuerte presión social en la forma de llevar la soltería?

Es común ver a la familia, vecinos, amigos, conocidos, las amigas de la vecina y sus hijas, incluso las amigas, todos en conjunto señalando a las solteras.

¿Son blanco de comentarios chismosos, incluso malintencionados?

¿Es acaso parte del éxito casarte y tener hijos a una edad socialmente estipulada?

¿Hay alguien capaz de garantizar un futuro perfecto a una mujer que cumple con las normas a rajatabla?

Una vez escuché un comentario acerca de la mirada inquisidora y lastimosa que había recibido una soltera por parte de amigas (“felices”) a las que no veía hace tiempo: relataba que el único tema que habían querido hablar con ella tenía que ver con un potencial novio o pareja, amigo o lo que fuere, pero un hombre al fin. A esta chica sus amigas no le preguntaron por su salud, ni por su trabajo, ni siquiera un: ¿estás bien?. La exclusiva forma de bienestar general de su amiga estaba relacionado con la idea de tener una cama doble compartida.

¿Llegará el sexo femenino un día a entender que la verdad revelada acerca de la felicidad no tiene que ver con tener un hombre al lado? ¿Será acaso esto verdad? ¿o lo único que necesitamos para tener constantemente una sonrisa en el rostro es un representante del sexo masculino metido en la casa?

¿Quedará claro alguna vez que no hay hombre en el mundo que garantice la felicidad?

¿O es que un hombre solamente es capaz de darle a la mujer ese bienestar que necesita?

Cuántos planteos sin respuestas…

Hay mujeres casadas con hijos y un marido con el que no hablan hace siglos, que te miran un dejo de pena  mientras  lamentan la poca suerte que tuviste al no haber sido capaz de conseguir un matrimonio feliz como el de ella.

Pongamos las cartas sobre la mesa: este mundo está tan lleno de mujeres hipócritas como de solteras.

La felicidad tiene cara de todas esas cosas que nos encanta hacer y que no nos damos cuenta cuánto valen hasta que no se las pierde.

Una mujer sola tiene la cama entera para dormir despatarrada. Y los fines de semana despertarse al medio día, ir a yoga, o salir a caminar, darse baños de inmersión, permitirse un desorden propio del cual nadie se va a quejar por más que la ropa esté tirada por semanas. El tiempo del mundo para ir a la manicura, también hacerse los pies y pasar por la peluquería,  tomar un cafecito al sol, charla va charla viene con amigas (otras solteras) sobre la inmortalidad del cangrejo, total, ninguna tiene horarios ni obligaciones…. Esas pequeñas ventajas que las casadas con hijos extrañan y que  incluso sueñan en silencio recordando esos placeres propios de la libertad perdida. La otra cara de la moneda, muestra al pajarito de la envidia  volando sobre la lista interminable de cosas que quedan por hacer en el día de una casada.

Mujeres vs Felicidad

Una cosa está clara: si una mujer comparte la cama con un hombre, una mujer, un perro o un gato, es un tema que no le compete a nadie más que a ella misma.

Por lo general alguien es considerada soltera cuando la edad políticamente correcta para casarse ha pasado, lo que esperemos todos que algún día sí pase, es que la nuez cerebral de la gente que piensa que esto es correcto, termine de germinar y se transforme en un árbol lleno de frondosas ramas que conlleve a una apertura mental.

Nadie tiene comprada la felicidad. Ni siquiera vistiéndose de blanco y llegando al altar del brazo del padre que con lágrimas de orgullo paternal, entrega a la virginal doncella en brazos de su amado con quien vivirá feliz el resto de su vida.

No amigas, la única realización personal va más allá de eso, no depende simplemente de encontrar la media naranja, la felicidad está en el alma, en sentirse bien con uno mismo y aceptar lo que ha encontrado y lo que es. Se puede ser tan infeliz frente a la idea de estar solo como ante la posibilidad de pasarse la vida con alguien que uno no ama, (solamente por no estar solo…)

¿Acaso no se estaría igual de solo durmiendo con un extraño después de tres años de infeliz matrimonio?

De la misma forma que existen esas “tocadas por una varita mágica” que han encontrado la persona ideal para compartir su vida, hay mujeres exitosas en una vida elegida para pasarla con quien mejor uno se siente: uno mismo.

De todas formas, para las que siguen con la idea fija, pidan la bendición de San Antonio, y si quieren cantemos a coro: “Pedile a San Antonio que te mande un novio, todos los domingos todos los domingos”.

Sofía Zermoglio

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