Otorgan asilo a la hija de Rufina Amaya, única sobreviviente de El Mozote

Marta Amaya vino a Estados Unidos en abril del año pasado, tras recibir amenazas por continuar con el legado de su madre, fallecida en 2007

Familiares de Rufina Amaya durante su funeral el 9 de marzo de 2007 en El Mozote.

Familiares de Rufina Amaya durante su funeral el 9 de marzo de 2007 en El Mozote. Crédito: INDIRA CALDERON/AFP/Getty Images

El gobierno de Estados Unidos otorgó la protección de asilo este lunes a Marta Maritza Amaya, hija de Rufina Amaya, única sobreviviente de la masacre de El Mozote, en la que elementos de las Fuerzas Armadas de El Salvador asesinaron a un millar de personas en diciembre de 1981 durante la guerra civil en este país centroamericano.

Marta Amaya, de 32 años de edad, vino a Estados Unidos en abril del 2017 y pidió asilo, alegando que fue objeto de amenazas tras la reapertura el año anterior del caso penal contra los exsoldados responsables en ese país.

Su mamá Rufina, única persona en sobrevivir la masacre, murió en marzo del 2007 de aparentes causas naturales, pero la hija deja entrever que su familia sospecha mano negra en su muerte.  La fallecida se había convertido en una denunciante imparable de lo ocurrido en aquel pueblo de El Mozote, contra las versiones del gobierno salvadoreño de entonces y de las autoridades estadounidenses.

“Nunca imaginé ir de El Salvador para vivir en otro país, porque mi madre trabajó muy duro y toda su historia estaba allí. De la familia, solo quedaba yo a cargo del Museo en honor a mi madre y de continuar su legado”, dijo Marta Amaya en su declaración al tribunal migratorio.

No obstante, Amaya se convenció que su vida corría peligro luego de dar varias entrevistas a diversos medios de comunicación en 2016, y de recibir, pocos meses después, amenazas explícitas por un misterioso hombre que la interpeló en un bus público.

“Yo sé quién eres tú”, le dijo el hombre. “Eres la hija de Rufina”.

“Sentí un objeto punzante contra mi costado… me dijo que me estaban vigilando en mi trabajo y en mi casa, que renunciara a mi trabajo, dejara todo, porque si no me matarían” agrega el relato de Amaya presentado ante el tribunal.

Pocos meses después, Marta Amaya vino a Estados Unidos y pidió asilo. A pesar de que cuando la masacre ocurrió ella no había nacido -ella vio la luz en un campo de refugiados en Honduras en 1985- Marta declara que escuchó incontables veces la historia de parte de su madre Rufina, quien perdió a su esposo y cuatro hijos, incluyendo a una bebé de meses, en la masacre cometida por el Batallón Atlacatl de las Fuerzas Armadas Salvadoreñas.

Durante más de 30 años, Rufina Amaya contó la historia de lo que pasó en El Mozote y su relato fue clave, no sólo en los reportes originales de los medios estadounidenses como el New York Times, sino en las primeras exhumaciones de cuerpos, tras las denuncias a cuerpos internacionales de derechos humanos.

Rufina regresó a El Salvador después de la guerra y siguió en su país hasta su muerte, a los 64 años, pero el documento presentado ante la corte migratoria revela que varios de sus familiares, que intentaron seguir con su legado y abrieron un museo en su nombre, terminaron marchándose de El Salvador tras recibir agresiones o amenazas.

Marta fue la última de ellos.

Ala Amoachi, del bufete Amoachi & Johnson de Bay Shore, Nueva York, representó a Marta Amaya en el caso de asilo.

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