De Vancouver a Guerrero: el retorno de fin de año de un migrante

Conoce la historia de Fernando Figueroa

PILCAYA.- A Fernando Figueroa le gusta acampar. Y en estos días entre la Navidad y el fin de año lo hará en las montañas de su pueblo natal al norte de Guerrero. Llevará a su esposa y sus dos hijos de 14 y siete años para preparar una fogata, asar carne, preparar café y estar en contacto con la naturaleza.

A este migrante temporal de 42 años le gusta el campo sea en México o en Canadá, de donde regresó después de seis meses de trabajar en Vancouver en los cultivos de manzana, durazno, chabacano y ciruela. “Prefiero estar un tiempo en casa a que tuviera que quedarme todo el tiempo”, dice en entrevista con este diario.

Fernando vivió previamente en California donde trabajó en la jardinería, en restaurantes y también en la agricultura hasta que fue deportado. Ahora el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT) para Canadá le viene bien. Es una alternativa de movilidad laboral legal y ordenada a cargo de la Secretaría del Trabajo desde 1974 que tiene como objetivo promover el envío de jornaleros agrícolas mexicanos a las diferentes provincias.

A diferencia de los contratos con el trabajo temporal a Estados Unidos, donde no hay una vigilancia constante de los jornaleros ni beneficios sociales, en el PTAT tienen oportunidad de beneficiarse con una jubilación bajo el régimen laboral de Canadá, cuando cumplan como mínimo 8 años trabajando y 60 de edad, con el 80% de su salario base, y en caso de 65 años cumplidos, con el 100%.

Fernando Figueroa con un grupo de trabajadores temporales en Vancouver.
Fernando Figueroa con un grupo de trabajadores temporales en Vancouver.

Desde el inicio del programa, México ha sumado casi 400,000 contratos en total de manera creciente. En 2018 envió 26,000 jornaleros; entre ellos, a Fernando.

“Pagan más o menos bien y es muy interesante lo que aprendes allá”, advierte desde una abarrotería que montó para cuando él está en México; su esposa la atiende el resto del tiempo, pero ahora Figueroa quisiera dar un giro al negocio: ya hay mucha competencia: casi una tienda en cada esquina.

La agricultura le atrae, pero aún ve muchas limitaciones en México. Lo primero es que no tiene un terreno de su propiedad para cultivos, “tendría que rentarlo” y, en segundo lugar, está la falta de tecnología. “En Canadá te emocionas porque las cosechas son muy grandes, con mucha maquinaria, mecanismos de riego, tractores, cortadoras, sembradoras, empacadoras… y aquí no las tenemos”.

El campo mexicano tiene un reto en ese sentido: por un lado su fertilidad lo ubica como una potencia para fortalecer la seguridad alimentaria, pero la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recomienda que un país produzca 75% de los alimentos que su población consume. México produce el 55% sin una agricultura totalmente mecanizada.Fernando, mientras tanto, disfuta de ambas vidas. Un lujo que pocos migrantes pueden darse: aquí y allá. Sin presión legal.

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