Salud mental y enfermedades crónicas de los migrantes, el desafío para México

Se han intensificado los casos de resfriados por la época invernal

Caravana migrante

Caravana migrante Crédito: Twitter

MEXICO –  Cuando la caravana migrante más numerosa de los últimos tiempos llegó a Tijuana a principios de noviembre pasado con más de 5,000 centroamericanos para instalarse en espera de asilo en Estados Unidos, los médicos y voluntarios se volcaron sobre ella en busca de diversas enfermedades de alarma: dengue, chicunguya, zika, malaria, paludismo…

Encontraron piojos (al menos 100 personas) y dos casos de varicela. Muchos resfriados y sus derivados de finales de otoño, heridas en los pies y cansancio. Nada de gravedad, aparentemente.

El verdadero problema de salud del éxodo no se ve: son enfermedades crónicas o psicológicas.

La organización Human Rights Watch alertó de casos como el de “Ximena” una migrante centroamericana que huyó de la violencia doméstica en Honduras y lidiaba con problemas de discriminación allá por ser sorda. “Una vez, mi esposo, que también es sordo, me golpeó la cabeza contra la pared”.

Tuvo que dejar atrás a su hija de cinco años e intentar sobrevivir en Tijuana, donde no podía comunicarse sin saber leer ni escribir y es rechazada por toda la comunidad.

“Ante este fenómeno migratorio, la respuesta sociocultural ha sido polarizada y tenemos dos vertientes que afectarán el desenlace de la situación migrante y su inevitable inserción a la cultura mexicana: por un lado está la resistencia al fenómeno, y por otro, la aceptación y ayuda al mismo”, advirtió la organización Psicólogos Sin Fronteras al anunciar una campaña de integración y apoyo psicológico en Tijuana.

México se ha comprometido a recibir a todos los migrantes centroamericanos mientras esperan la respuesta del gobierno de Estados Unidos a sus solicitudes de asilo, lo cual implica que debe brindar servicios de salud de manera obligatoria porque así se ha comprometido ante la Organización de las Naciones Unidas.

Guillermo Trejo Dozal, secretario de Salud en Baja California calcula con base en la experiencia de éxodos previos, como el de los haitianos, que la atención medica de los centroamericanos cuesta alrededor de 350 millones de pesos semanales, un dinero que ha enviado el gobierno federal, pero  no los tiene garantizados para el próximo año.

“Debemos tomar en cuenta que este dinero se va a requerir por mucho tiempo porque Estados Unidos se tarda mucho en responder las solicitudes de asilo, incluso años, y habrá que ver si el gobierno mexicano, efectivamente va a responder”, comentó el diputado Emmanuel Reyes. “Por CróMahora hizo un recorte a todos los programas de migración”.

Los cálculos oficiales para la atención médica de los centroamericanos aún no toman en cuenta los altos índices de enfermedades crónicas que padecen los centroamericanos como la diabetes (Honduras ocupa el primer lugar regional en prevalencia de la enfermedad y El Salvador el segundo) o los niños menores de edad que requieren cuidado especial.

A finales de noviembre, la UNICEF lanzó una advertencia sobre la “seguridad y el bienestar” de más de 1,000 niños migrantes que están en tránsito por México o que esperan en la frontera de Tijuana a que las autoridades de inmigración de los Estados Unidos atiendan sus solicitudes de Méasilo. “Esos niños tienen acceso limitado a muchos de los servicios esenciales que necesitan para su bienestar, como nutrición, educación, apoyo psicosocial y atención médica”.

El alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum, declaró por esas fechas que la ciudad que gobierna vive una crisis humanitaria y convocó a organismos internacionales para que lo apoyen en la atención de los migrantes centroamericanos.

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