La gran patraña

Los hispanos a ambos lados de la frontera estamos exhaustos de ser el chivo expiatorio de Trump y los matones de su política migratoria

Donald Trump mintió un promedio de 15 veces al día en 2018, el triple que en 2017, según un estudio del Washington Post.

Donald Trump mintió un promedio de 15 veces al día en 2018, el triple que en 2017, según un estudio del Washington Post. Crédito: Proporcionada por Sierra Club

Donald Trump mintió un promedio de 15 veces al día en 2018, el triple que en 2017, según un estudio del Washington Post.

El total aumentó dramáticamente durante los 35 días que duró su cierre gubernamental, cuando Trump avivó la xenofobia de sus votantes diciéndoles que miles de inmigrantes amenazan la seguridad nacional.

 Y tras su derrota política más espectacular al rendirse y reabrir el gobierno, Trump amenazó con volver a hacerlo y declarar una emergencia nacional para que las Fuerzas Armadas construyan su muro medieval. Pero su “crisis fronteriza” es una gran patraña.

 Según su propio Departamento de Seguridad Nacional, en el año fiscal 2017, las autoridades de inmigración registraron el menor número de cruces fronterizos indocumentados de la historia. En el suroeste de la frontera, el número de arrestos fronterizos en el año fiscal 2018 cayó a su nivel más bajo en 46 años.

Pero esto sí es verdad: Una auditoría del Departamento de Salud y Servicios Humanos estimó que “miles” de niños más de los reconocidos por la administración Trump fueron separados de sus familias en la frontera.

“Lo que es asombroso para nosotros es la inhumanidad de Estados Unidos concerniente al trato que reciben las familias inmigrantes”, dice Joanna Williams, directora de educación y defensa de la Iniciativa Fronteriza Kino, un grupo católico que ofrece servicios humanitarios a los migrantes en Laredo, México.

“Vemos niveles muy altos de estrés, miedo y ansiedad entre los migrantes”, agrega Williams. “Una familia del estado de Guerrero nos dijo: ‘Los narcotraficantes quieren arrebatarnos a nuestros hijos, y llegamos aquí en busca de seguridad para ver que Estados Unidos también quiere llevárselos’.” 

Estudios realizados en Rumanía, Australia y China demuestran que la separación en los niños puede ser catastrófica y cambiar sus cerebros para siempre. Charles Nelson, pediatra de la Escuela de Medicina de Harvard y experto en separaciones, declaró  al Washington Post que los niños separados desarrollan mucho menos sus cerebros, su actividad cerebral es mucho más débil y sus coeficientes intelectuales son muy inferiores. 

Los hispanos a ambos lados de la frontera estamos exhaustos de ser el chivo expiatorio de Trump y los matones de su política migratoria.

“Vemos a padres que han sido deportados tras muchos años en Estados Unidos y separados de sus hijos”, dice Williams. “Y uno de ellos me dijo, ‘Los ojos tienen su oportunidad de llorar, pero el corazón nunca deja de llorar’.”

Trump se estrelló contra un muro de resistencia y reabrió el gobierno federal. Quién sabe qué nos depara el futuro. Pero ahora al menos los latinos no estamos completamente a su merced.  

 

Javier Sierra es columnista del Sierra Club. Sígalo en Twitter @javier_SC

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