La CDMX es la “joya de la corona” de los cárteles para distribución de droga y lavado de dinero

Al menos ocho cárteles tienen una lucha encarnizada por la capital mexicana

Los cuerpos abandonados en bolsas, como este descuartizado en Bosques de Las Lomas, se han vuelto hechos comunes en la CDMX.

Los cuerpos abandonados en bolsas, como este descuartizado en Bosques de Las Lomas, se han vuelto hechos comunes en la CDMX. Crédito: Agencia Reforma

La Ciudad de México no tiene, estrictamente, un cártel del narcotráfico, sino que varios grupos convergen en la capital mexicana para la distribución de drogas y transacciones financieras.

El Gobierno local negó durante varios años que hubiera cárteles en esa ciudad, al tiempo que los crímenes relacionados con las drogas aumentaron, sobre todo después de 2006, ya avanzada la llamada “guerra contra el narco”, que inició con el entonces presidente Felipe Calderón.

Un reciente análisis de Stratfor indica que en la Zona Metropolitana convergen varios cárteles, aunado a que la situación en la CDMX no debe contemplarse solamente en las 16 alcaldías, sino en municipios conurbados del Estado de México, Morelos, Hidalgo y Puebla, entidades con las que limita la capital.

En ese sentido, el reporte encuentra presencia de miembros de los cárteles de Sinaloa, los Beltrán Leyva, de Juárez, La Familia Michoacana, de Tamaulipas, del Golfo (remanentes), Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Los Caballeros Templarios (remanentes).

Esos grupos criminales se asociación con las organizaciones locales, como La Unión de Tepito y el llamado Cártel de Tláhuac, como se reporta en medios mexicanos.

Sin embargo, un nuevo libro Narco CDMX (Grijalbo, 2019) revela las complejas redes de esos grupos criminales en la capital mexicana, donde ha habido descuartizados, colgados en puentes, ejecutivados en vialidades primarias, bares y restaurantes, como en cualquier plaza controlada por alguna organización.

“Junio de 2018. Aquel domingo, a la Ciudad de México la despertó una escena escalofriante: dos hombres cortados en decenas de pedazos fueron abandonados en el Puente de Nonoalco, al lado de una manta que advertía: ‘Empezó la limpia'”, es como arranca el Prólogo escrito por Héctor de Mauleón para el libro Sandra Romandia, David Fuentes y Antonio Nieto. “La Ciudad de México lleva años sumergida en esa espiral de salvajismo creciente, pero nunca se había visto nada como esto”.

Los autores cubren la nota roja diaria en la Ciudad de México, la cual conocen a fondo.

“Las señales de lo que el gobierno negaba –‘hechos ­aislados’, ‘problemas entre vendedores de droga’, ‘venganzas entre delincuentes’– estaban ahí desde hace tiempo, hablando de un hecho mayor“, indica De Mauleón. “Según los autores de Narco CDMX, dichas señales aparecieron por primera vez de manera clara el 15 de diciembre de 2007. La guerra contra el narcotráfico emprendida por el gobierno de Felipe Calderón cumplía un año. Aquel día fue la primera madrugada de horror”.

Destaca que el Cártel de Sinaloa era una de las organizaciones criminales con mayor presencia en la ciudad, ya que controlaba el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, un punto crucial en la recepción de drogas procedentes de Colombia.

“Para entonces, al menos dos cárteles, el de Juárez y el de Tijuana, habían mantenido relaciones constantes con grupos de narcomenudistas asentados, entre otros sitios, en Tepito”, indica.

La historia del narco en la capital cambió en 2010 con una reunión convocada por Édgar Valdez Villarreal, alias “La Barbie”, el operado de los Beltrán Leyva.

“Ésa es una de las grandes revelaciones de este libro. En ese tiempo, el operador principal y sicario de altos vuelos de los Beltrán Leyva convocó a una junta a los principales distribuidores de drogas de Tepito. Se celebró en una vecindad de la calle de Hojalateros. La idea era ponerse de acuerdo para reunir a todos en un solo grupo. Las consecuencias de aquella reunión fueron devastadoras para la Ciudad de México”, indica De Mauleón.

Entre los convocados se hallaba un expolicía judicial federal Ricardo López Castillo, alias “El Moco”, quien protegía a criminales de Tepito. También fueron los hermanos Francisco y Armando Hernández Gómez, “Pancho Cayagua” y “El Ostión”, respectivamente. Ellos operaban en el corredor Insurgentes-Zona Rosa, donde hay un alto número de restaurantes, bares y centros nocturnos. En aquel entonces nació “La Unión Tepito”.

“Antes de despedirse, ‘La Barbie’ dio una orden a sus nuevos socios: deshacerse de las familias de narcomenudistas que se negaran a entrar en el acuerdo”, se narra.

La detención de “La Barbie” no terminó con ese grupo criminal, ya que desde la cárcel ordenó controlar la plaza, pero entonces surgió otro grupo “La Mano con Ojos”, liderada por Óscar Oswaldo García Montoya, “El Compayito”. La guerra se desató… y no ha terminado.

Desde entonces han muerto varios líderes, pero otros toman control. Los peores hechos han sido la ejecución de 24 albañiles en La Marquesa (un centro de descanso cercano a la CDMX); el secuestro y asesinato de 13 jóvenes en el Bar Heaven; las ejecuciones del Bar Living y el Bar Black; el narcomenudeo en Ciudad Universitaria; la ruptura de “La Unión de Tepito” y el pleito a muerte entre sus líderes; el surgimiento de la “Fuerza Anti-Unión” y la muerte de Felipe de Jesús Pérez Luna, líder del Cártel de Tláhuac.

La Ciudad de México no es mercado de un solo grupo, pero es una plaza altamente vigilada por Policía local y federal, por eso ningún cártel ha logrado nombrarla como “su plaza”.

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