“Sentía miedo de mi propio pene”: lectores de la BBC comparten sus historias sobre circuncisión y fimosis
Aunque se practica con frecuencia, la circuncisión masculina no es un tema del que se hable abiertamente
A pesar de que la circuncisión masculina es un procedimiento relativamente común, no es un tema que la gente discuta abiertamente.
Pero cuando publicamos el testimonio de una madre sobre la historia de su hijo de 23 años que se había suicidado dos años después de haber sido circuncidado, decenas de hombres decidieron compartir su historia con la BBC.
“Leí tu historia esta mañana y he estado llorando durante horas”, fue una de las respuestas al relato de Alex Hardy.
“Finalmente puede darle sentido a mi propia experiencia”, dijo otro.
Hardy padecía fimosis, una condición en la cual el orificio del prepucio es demasiado estrecho para dejar salir al glande.
El sufrimiento físico y mental que le provocó la operación lo llevó al suicidio.
Muchos lectores confesaron que nunca habían hablado del tema, ni siquiera con sus parejas.
Los siguientes son algunos de los muchos testimonios que nos llegaron.
Para proteger la privacidad de estos lectores, los nombres han sido cambiados.
“Nunca pude tener relaciones sexuales”
Curtis, un joven de 21 años de Worcestershire, un condado en el oeste de Inglaterra, desarrolló estrés postraumático debido al intenso dolor que experimentó cuando se le infectó la herida de su circuncisión.
No puede tener sexo o masturbarse manualmente en su estado actual. “Le tengo miedo a mi propio pene”, dice.
“Cuando me hicieron la operación, desarrollé una infección. La herida, en vez de cicatrizarse en una semana, se demoró seis”, dice Curtis, quien tenía 7 años y medio cuando lo sometieron a este procedimiento quirúrgico.
“Por la infección, tuvieron que esterilizarme, entonces me hacía baños de sal que resultaban una agonía, porque consistían en poner sal sobre la herida”, recuerda Curtis.
“No podía dormir ni caminar, porque cada vez que (mi pene) rozaba cualquiera de mis piernas, el dolor era tan intenso que dejaba de caminar. Me tenían que llevar en brazos de una habitación a otra”.
Curtis hace terapia sexual desde hace dos años y espera algún día poder mantener relaciones sexuales.
“Tuve una novia en un momento, pero cuando todo iba en esa dirección”, dice en relación al sexo, “mi corazón comenzaba a palpitar y yo empezaba a transpirar y no podía lidiar con eso”.
“Si yo ni siquiera me acerco a mi pene, ¿cómo voy a esperar que alguien lo haga?”.
Curtis ahora se siente más cómodo cuando se toca su miembro para higienizarse.
“Por años, cada vez que lo lavaba me sentía mal. Ahora no me pasa. Son pequeños pasos, pequeñas victorias”, afirma.
“La circuncisión me provocaba erecciones involuntarias”
John, quien ahora tiene un poco más de 50 años, fue circuncidado de pequeño.
Poco después del procedimiento, comenzó a tener erecciones involuntarias.
Cuenta que se sintió identificado con algunas de las cosas que contaba Hardy, como por ejemplo el hecho de que el roce con la ropa interior le resultaba sobre estimulante.
“Yo pensaba que era normal ser tan sensible“.
John fue circuncidado cuando tenía entre 6 y 8 años, pero no recuerda por qué.
“Fue algo que acordaron el médico y mi madre. Recuerdo vagamente que me costaba orinar en ese momento”.
John recuerda el dolor que sintió después de la operación y el aumento de sensibilidad.
“Tuve erecciones inmediatamente después de la cirugía. No sé cuán normal es para un niño de menos de 10 años tener erecciones, pero las mías eran frecuentes”, recuerda.
“Yo eyaculaba cuando aún estaba en la escuela primaria y estaba asustado porque no sabía qué era. No había Internet, ni nadie a quién preguntar. No sabía lo que era masturbarse, pero eso era lo que yo hacía. Era la única forma de encontrar un poco de alivio”.
John cree que el trauma que le causó la circuncisión fue un factor que influyó cuando, más tarde, tuvo una crisis de depresión.
“Creo que hay muchos aspectos que la gente nunca considera, especialmente el factor psicológico”.
Él cuenta que nunca habló de ello ni siquiera con su esposa.
“El efecto psicológico de la sobre estimulación permanente del pene por un largo período es algo que nunca se discute”.
“Estoy bastante contento por tener fimosis”
Otro lector, Pete, tampoco puede deslizar el prepucio, pero no cree que sea un problema que requiera tratamiento médico.
“Soy gay y solo lo descubrí a través de mis parejas sexuales que tuve en el último par de años”, dice el joven londinense de 25 años.
“Solo me enteré de que la fimosis existía después de una conversación con una pareja, que me dijo que el glande debería quedar expuesto”, cuenta.
“Lo busqué en Google y me di cuenta de que eso tenía un nombre y que se recomendaba un tratamiento (para resolverlo)”.
Cuando se enteró de que podía tener fimosis, Pete se sintió muy ansioso.
“Leí que los médicos trataban de hacer algo para corregirlo, como pasó con Alex Hardy. Pero creo que simplemente corrigen algo muy leve y bastante benigno, y lo empeoran millones de veces“, opina.
“No siento que (la condición) interfiera en mi vida como les pasa a otros. Solo es un problema si una pareja es muy crítica y cree que yo tengo que ser como los demás”.
La actitud es el problema más grande, dice Pete.
“Yo me siento feliz como soy. En mi caso, siento que la circuncisión es completamente innecesaria, haría todo muy doloroso y enseguida me arrepentiría”.
“Las cremas con esteroides resolvieron rápidamente mi fimosis”
Marvin fue tratado exitosamente de fimosis cuando era pequeño con una crema con esteroides y teme que muchos médicos estén recomendando la circuncisión aunque no sea necesaria.
Lo dice porque a su propio hijo le recomendaron el procedimiento, y no la crema.
“Yo tuve fimosis de niño y cuando estaba entrando en la adolescencia visité a mi médico, quien me recetó la crema que rápidamente resolvió el problema“, explica Marvin.
El prepucio de su hijo no se deslizaba hacia atrás cuando se fue haciendo mayor, por eso Marvin lo llevó al médico cuando tenía 11 años.
El especialista le dijo que se podía o no hacer nada y ver cómo el problema se resolvía por sí mismo o someter al niño a una cirugía.
“Le dieron dos opciones de cirugía: una era la circuncisión. Otra era hacer un corte en la piel para ver si cicatrizaba, y estiraba la piel lo suficiente”.
Marvin mencionó cómo la crema fue útil en su caso.
“El especialista dijo que casi seguro no funcionaría pero que estaba dispuesto a recetarla para probar”.
“Unas ocho semanas después, el problema se había resuelto”.
“La frenuloplastia curó mi fimosis”
Barry Betts, de 42 años, tuvo fimosis como Alex Hardy, pero fue sometido a una cirugía menos invasiva conocida como frenuloplastia de prepucio del pene.
Él dice que fue “un gran éxito” para él y por ello quiso compartir su testimonio.
En su caso, sentía dolor cada vez que tenía relaciones sexuales porque el prepucio estaba tan apretado que le dolía cada vez que se retiraba hacia atrás durante una erección.
Su urólogo le ofreció cuatro opciones: no hacer nada, estiramientos, circuncisión o frenuloplastia.
“Me recomendó fenuloplastia por lo ajustado que estaba en mi caso y yo estuve de acuerdo”, dice Barry, quien en ese entonces tenía 20 años.
El procedimiento involucra hacer una incisión para estirar el frenillo, que es el tejido que conecta al prepucio con la superficie de debajo del pene.
“Una vez que superé los nervios iniciales de -como decirlo delicadamente- ponerlo a prueba, descubrí que todo estaba bien y funcionaba mejor que antes, tal y como me lo había dicho el urólogo”, afirma.
“No he tenido ningún tipo de problemas desde que me hicieron el procedimiento hace más de una década”.
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