No más prima donnas de la contaminación

Javier Sierra es columnista del Sierra Club

El Corredor del Canal Naviero de Houston bajo el manto tóxico del incendio de ITC.

El Corredor del Canal Naviero de Houston bajo el manto tóxico del incendio de ITC. Crédito: Cortesía Bryan Parras/Sierra Club

La industria de combustibles fósiles se comporta como la prima donna de la economía nacional. Sin importar las consecuencias catastróficas de sus actuaciones, la administración Trump sigue premiándola con ramos de rosas.

Las comunidades hispanas que sufren las consecuencias de estos desastres, en cambio, solo reciben las espinas.

Un claro ejemplo son los barrios hispanos de Houston —Pasadena, Deer Park y Manchester— que recientemente han sufrido de primera mano varios desastres petroquímicos. El más grave fue el incendio en una instalación de almacenaje de ITC que emitió enormes cantidades de sustancias tóxicas al aire y las vías acuáticas colindantes. Decenas de familias, en su mayoría hispanas, sufrieron los efectos tóxicos de venenos como xileno y benceno.

Este abuso ocurre por todo el país. En los dos últimos años se han dado decenas de desastres petroquímicos similares, al mismo tiempo que la administración Trump ha debilitado las protecciones que ayudan a prevenir estas tragedias.

Un estudio del New York Times reveló que desde su llegada al poder, la administración ha debilitado o eliminado 84 protecciones, favoreciendo abrumadoramente los deseos de los contaminadores fósiles.

Esta insidiosa narrativa —sucio, bueno; limpio, malo— es un desesperado intento de ocultar los verdaderos costes de los combustible fósiles. Según un reporte del Fondo Monetario Internacional, Estados Unidos gasta más en subsidiar los combustibles fósiles que en sus fuerzas armadas. En 2015, los subsidios directos e indirectos al petróleo, carbón y gas alcanzaron los $649 mil millones, mientras que el Pentágono recibió unos $600 mil millones.

El cálculo de estos subsidios incluye las llamadas externalidades de esta industria, incluyendo los descomunales costos de su contaminación a la salud nacional. El estudio también reveló que los subsidios mundiales a esta industria se elevaron a $4,7 billones (trillions en inglés). El FMI llegó a la pasmosa conclusión de que si se hubiera puesto un precio justo a estos combustibles, se hubieran reducido las emisiones climáticas en un 28%, y se disminuirían las muertes prematuras en el mundo en un 50%.

Mientras tanto, el avance de la economía de energía limpia continúa imparable. Cinco estados más Puerto Rico y el Distrito de Columbia, y más de 120 ciudades se han comprometido a generar un 100% de energía limpia, y varios proyectos de construcción de gasoductos han sido derrotados o intensamente confrontados en Carolina del Norte, Maryland, Nueva York, Virginia y Virginia Occidental.

En una economía en la que la energía limpia rápidamente se convierte en su prima ballarina, no hay espacio para prima donnas.

Javier Sierra es columnista del Sierra Club. Sígalo en Twitter @javier_SC

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