Editorial: Salvar el planeta o perecer

La respuesta a esta emergencia comienza reconociendo el problema

Nuestro planeta pasa por un mal momento. Los efectos de la contaminación y el cambio climático son globales. La única alternativa es actuar o perecer. Hay un deber de cada generación cuidar el hogar para las que vienen.

Para los jóvenes, el futuro ya es el presente. Y los jóvenes no esperan con los brazos cruzados que los líderes entren en acción. Desde el viernes, alrededor del mundo los estudiantes marcharon en demanda de que los mayores tomen medidas para proteger el planeta. Tienen muchas razones para estar preocupados por la continuación de un desarrollo económico que nunca tomó en cuenta el impacto en el medio ambiente. En un mundo de causa y consecuencia los gobiernos no mostraron interés en pensar más allá de la ganancia inmediata de los más adinerados.

El reciente reporte “El Clima Global 2015-2019” de la Organización de Naciones Unidas, dado a conocer en la apertura de la reunión anual de su Asamblea General, describe un presente que va deteriorándose. Es un resumen de los desastres naturales que se ven a diario en las noticias

Allí están los deshielos y la suba del nivel del mar, las intensas olas de calor y los incendios, los ciclones y huracanes que nos azotan con una frecuencia cada vez mayor, el impacto de la sequía que causa la emigración por inseguridad alimentaria, el aumento de las muertes y enfermedades ligadas al clima y la baja del producto bruto nacional en países en desarrollo debido al aumento de la temperatura.

El motivo es una acumulación de gases como el dióxido de carbono, el metano y el óxido que forman un efecto tipo invernadero, que devuelve y retiene el calor. No es casual que cada año se eleve la temperatura, por primera vez, a nivel global.

La respuesta a esta emergencia comienza reconociendo el problema. Como hay gente que cree la tierra es plana, hay quienes todavía piensan que es mentira que la actividad humana tenga un impacto en el calentamiento global. Ellos creen ser una minoría iluminada, como el presidente Donald Trump, que pretende ver en la realidad un complot político. Otros son abiertamente ignorantes.

Hay varios jefes de estado que no asistieron el lunes a la ONU para la reunión del clima. Trump fue para distraer la atención. Para molestar, aplaudirse a sí mismo y atacar la prensa. Llevó allí su burbuja electoral para satisfacer a su base evangélica y hablar de la falta de libertad religiosa para los cristianos y los judíos.

Hay varias maneras de esconder la cabeza como el avestruz. El gobierno de Estados Unidos es un triste ejemplo de ello en cuanto al cambio de clima. Hay que responder al clamor de los jóvenes. Todo empieza por la persona consciente de cómo no perjudicar el ambiente con su acción individual en la vida diaria y, por supuesto, en las urnas.

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