Estuvieron 65 años casados y murieron con horas de diferencia
Ni la muerte los ha separado
Hace 65 años, para ser más exactos en 1955, inició una romántica historia de amor de una pareja originaria de Oakville, condando de St. Louis, en Missouri, la cual llegó a su final el pasado sábado con la muerte de sus protagonistas.
Jack y Harriet Morrison se conocieron en aquel año, cuando coincidieron en el mismo autobús; aquello se convirtió en amor a primera vista. Harriet, que en ese entonces tenía 18 años, acompañaba a su padre, el cual era músico, mientras que Jack ayudaba al chofer a bajar los instrumentos de las bandas que lo contrataban para trasladarlos de una plaza a otra.
Pronto, los jóvenes comenzaron a salir e iniciaron un noviazgo que culminó en matrimonio el 5 de mayo de 1956. La pareja tuvo 2 hijos y se hicieron cargo de una sobrina llamada Sue Wagener, quien dio a conocer esta historia a través de sus redes sociales.
Jack y Harriet tenía un negocio de transportes, lo cual les permitía pasar prácticamente todo el día juntos. “Nunca se fueron a la cama peleados y siempre dormían agarrados de la mano”, recalcó Wagener.
Todo iba muy bien con esta pareja hasta que hace un año, Harriet, de 83 años, tropezó mientras paseaba a su perro; esto le provocó una fractura de cadera de la cual no pudo recuperarse. Además, se agudizó la demencia senil que le aquejaba desde hacía tiempo, por lo que sus hijos tomaron la decisión de llevarla a una residencia de ancianos y centro de rehabilitación llamado “The Woodlands of Arnold”.
Esto le provocó una depresión a Jack, de 86, quien no se acostumbró a vivir solo; entonces su sobrina le propuso que se mudara a una casa más pequeña, de solo una planta, a lo cual accedió. Sin embargo, el hombre, quien medía 2.02 metros de estatura, también se cayó en septiembre del año pasado, sufriendo así una fractura de cadera que lo llevó a poder moverse solo en una silla de ruedas.
Ante esta situación, la familia llevó al anciano al mismo centro en donde se encontraba Harriet, en donde le dieron una habitación cercana a la de su mujer. Incluso, unas noches les permitieron dormir juntos: “Jack en su silla de ruedas y Harriet en su cama, pero siempre con sus manos entrelazadas. Algunos días ella lo conocía, otros días no podía recordarlo”, contó Wagener.
Pero en la última semana del año, decayó la salud de Harriet, a tal grado que para la Nochebuena, había dejado de comer y beber. Sue le contó de la situación a su tío, el cual se puso muy triste y prácticamente no probó bocado en la Navidad.
Finalmente, el pasado 10 de enero, casi a media noche, Wagener recibió una llamada telefónica en donde le informaban que su tía estaba ya agonizando. Ella pidió a las enfermeras que trasladaran a Jack a la habitación de su esposa para que pudieran estar sus últimas horas juntos.
Pero la sorpresa se dio cuando a las 3:34 a. m. (hora local) del sábado 11, el corazón de Jack dejó de latir. Harriet nunca soltó la mano de su esposo y a pesar de no poder hablar, lloró mucho por la partida de su compañero de vida.
Horas más tarde, mientras sus familiares se trasladaban a la residencia de ancianos, Harriet también falleció.
“Estoy triste, pero sé que están en paz y vuelven a estar juntos. Realmente fue una historia de amor para los libros”, escribió la sobrina de los Morrison.