Repunte del coronavirus se vio venir desde tuits intrusos del presidente Trump
Bajo la presión de su reelección y al ver la economía detenida a causa del coronavirus, el presidente Trump desde temprano exigió en su cuenta de Twitter “liberar Michigan”, “liberar a Minnesota” y “liberar a Virginia” de las medidas contra el covid-19.
De esta manera la pandemia se politizó, se convirtió en un balón que el presidente Trump pateó para acá y para allá. Hasta usar un cubrebocas se convirtió en punto de contención.
Siguiendo el ejemplo, gobernadores republicanos de estados como Arizona y la Florida empezaron a minimizar los riesgos de la pandemia y urgieron a los comercios reabrir y a la gente a actuar socialmente como si la pandemia fuera un mito, una broma.
Ahora en julio esa broma se ha vuelto una pesadilla para gobernadores republicanos como Doug Ducey, de Arizona, y Ron de Santis, de Florida, donde los casos de coronavirus han llegado a cifras alarmantes y las muertes han aumentado.
Al relajarse las medidas contra el coronavirus, la gente ahí regreso a una vida casi normal de reuniones, fiestas, eventos masivos y congregaciones en grandes números en bares y playas.
Inclusive algunos jóvenes organizaron “fiestas de covid-19” para ver si el coronavirus era verdadero.
Un hombre de 30 años en San Antonio murió de covid-19 en el hospital Metodista de San Antonio, Texas, después de asistir a una de esas fiestas que fueron organizadas por una persona con coronavirus. El propósito de la fiesta era ver quién resultaba contagiado primero.
Antes de morir, el hombre dijo a su enfermera: “creo que hice un error, yo pensé que el covid era una broma, pero no lo es”.
Y en Arizona, el hispano Mark Urquiza, de 65 años de edad, empezó a salir a las calles y a otros lugares creyendo lo que el presidente Trump y el gobernador Ducey decían sobre la pandemia: que esta no era de tanto riesgo y que desaparecería.
Urquiza después de salir empezó a sentirse mal y murió hace dos semanas de covid-19.
Su hija Kristin Urquiza apuntó a donde ella vio algo de culpa. “El gobernador Ducey tiene sangre en sus manos,” dijo ella.
En Florida el gobernador DeSantis vaciló entre tomar medidas para mitigar la pandemia y los comercios que sí se cerraron pronto se abrieron ahí a comienzos de mayo. Ahora, Florida es el epicentro de la pandemia con 270,000 casos y está en duda si DeSantis podrá ganar una reelección.
Bajo la falta de un mandato nacional para controlar el coronavirus, algo que el actual presidente no tiene la voluntad de hacer, será difícil controlar el repunte de la pandemia.
Si los gobernadores de los estados afectados quieren ayudar a mitigar la pandemia, tendrán que ordenar el uso obligatorio de cubrebocas, el distanciamiento social, el cierre de nuevo de establecimientos y ordenar a sus habitantes a no viajar hasta previo aviso. La pandemia, está más que comprobado, no es una piñata política con la que los republicanos pueden estar jugando.