Cómo eran los robots y los cines que ya existían en la antigua Grecia
Un apasionado recreó 450 máquinas que expone en Grecia
Clitemnestra, la esposa de Agamenón, lo mata poco después de su llegada triunfal de Troya. Orestes, el hijo de ambos, llega a vengar la muerte de su padre y mata a su madre. Pero ahora, él mismo está a punto de convertirse en otra víctima de un asesinato de honor.
¿Cómo terminará esta historia de venganzas sin final?
Cuando los relatos se complicaba mucho y no parecía haber salida, los antiguos griegos tenían una solución, a la que el filósofo Aristóteles llamó deus ex machina.
Quizás el concepto te sea familiar: así se conoce al artificio literario que introduce un elemento, personaje o fuerza externa que no tiene mucho que ver con la lógica interna de la trama para solucionar el problema.
El deus en este caso -el de “La Orestíada” de Esquilo- es Apolo, quien salva a Orestes y declara que un juicio pondrá fin al baño de sangre de generaciones que ha plagado a la familia.
Pero, ¿cómo era la machina misma?
Porque aunque con el tiempo la frase se volvió metafórica, en la antigua Grecia era lo que su nombre indicaba: un dios en una máquina.
Y alguien que sabe cómo era esa máquina es Konstantinos Kotsanas.
El ingeniero mecánico no sólo es un apasionado de la tecnología de la antigua Grecia sino que, notando que a diferencia de la Filosofía, las Bellas Artes y la Ciencia, la contribución de sus antepasados en este campo no es tan conocida, no se conformó con convertirse en un perito y dictar conferencias.
Lejos de eso.
A costo propio, y con exhibiciones personales, Kotsanas ha fundado hasta la fecha tres museos que alojan aproximadamente 450 modelos funcionales de inventos griegos antiguos.
Es decir, basándose en descripciones de los aparatos que aparecen en textos de la época, recreó las máquinas que se usaban en ese entonces.
Hay desde las más sencillas -como la deus ex machina- hasta aquellas creadas por Arquímedes y el prodigioso mecanismo de Anticitera.
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A Kotsanas le pedimos que escogiera -aparte de esas- tres máquinas de todas las que ha recreado: la que más lo sorprendió, la que lo maravilló y la que más lo divirtió.
Sorprendente
La primera elección de Kotsanas concuerda con su objetivo de “demostrar que la tecnología justo antes del final del mundo griego antiguo era extremadamente similar al comienzo de nuestra tecnología moderna“.
“El sirviente automático de Philon es el primer robot operativo de la humanidad… Es más que sorprendente: ¡es un logro! ¡Una verdadera innovación!”, le dijo a BBC Mundo.
Tenía forma humana y en su mano derecha sostenía una jarra de vino. Cuando le ponían una copa en la palma de la mano izquierda, automáticamente vertía vino primero y luego agua, mezclándolos si se deseaba.
¿Cómo lo lograba?
1. Dentro del ‘sirviente’ había dos contenedores herméticos (con vino y agua, respectivamente). En su parte inferior, dos tubos que llevaban su contenido a través de su mano derecha hasta el borde de la jarra de vino. Cuando la copa se coloca en la palma, su mano baja y los tubos de la articulación se levantan. El orificio de una tubería está alineado con el tubo de aire del contenedor de vino, el aire ingresa al contenedor y el vino fluye desde el tubo hacia la copa.
2. Cuando la copa de vino está medio llena, la mano (debido al peso) desciende más, el paso del tubo de aire de vino se obstruye y el flujo se detiene. Al mismo tiempo, el otro tubo se alinea con el tubo de aire del recipiente de agua y comienza a fluir, diluyendo así el vino.
3. Cuando la copa está llena, la mano (debido al peso) desciende más, el paso del tubo de aire con agua se obstruye y el flujo se detiene.
4. Además, si se retira la copa en cualquier momento, la mano izquierda se eleva, los tubos de la articulación descienden, cortando las tuberías de aire, creando vacío en los contenedores y deteniendo el flujo de líquido.
Maravilloso
En cuanto a la máquina que mejor ilustra cuán maravilloso es la tecnología de los antiguos griegos, para Kotsana “sin duda es el teatro automático de Garza de Alejandría, el llamado ‘cine’ de los antiguos griegos”.
“Los antiguos griegos tenían exactamente las mismas necesidades que nosotros. Cuando se trata de entretenimiento, buscaban una historia con elementos de gran estética y sorpresa”.
En este caso esa historia es “una serie de la Guerra de Troya y los diferentes episodios describen el mito de Nauplio”, explica Kotsanas.
¿Cómo? Con una máquina que “contiene 32 mecanismos, muestra una historia y tiene imagen en movimiento“, detalla.
Fíjate en la parte de abajo de esta la imagen, en el pie del pedestal, en el medio de la parte roja, puedes ver una cuerda: el único movimiento manual que se requería para hacer funcionar el teatro automático era halar esa cuerda… y la historia empezaba (y sigue haciéndolo de igual manera en el modelo que hizo Kotsanas).
En la primera escena, aparecen los aqueos reparando sus barcos -las figuras se mueven mientras martillan o serruchan, y se escuchan los sonidos que hacen las herramientas.
En la segunda y tercera escena, empujan los barcos al mar. En la tercera, van navegando de derecha a izquierda del la imagen, mientras los delfines saltan a su lado. El mar se va poniendo más picado.
En la cuarta escena, Nauplio, parado en un promontorio, con una antorcha encendida, envía una señal falsa a los aqueos instigado por la diosa Atenea.
En las últimas escenas, se ven los restos dispersos de los barcos naufragados y Aeas nadando en el mar. Atenea aparece (como deus ex machina), cruza el escenario y desaparece. Mientras se escuchan rayos y truenos, la figura de Aeas se pierde.
Divertido
Para Kotsanas, la máquina más entretenida es sin duda el “pájaro gorjeador y el búho giratorio”.
Se trata del autómata hidráulico de Filón.
“Los pájaros están cantando pero cuando el búho se vuelve hacia ellos, les da miedo y detienen su hermosa canción. Cuando el búho se aleja de ellos, comienzan a cantar otra vez”.
“Vale la pena mencionar que esta pieza está a la entrada del Museo Kotsanas en Atenas, de manera que a lo largo de toda la calle Pindaru, en el corazón de la capital griega, se oyen el cantar de los pájaros. La gente nos dice que se siente como si la naturaleza estuviera floreciendo, aunque estemos en medio del invierno”, señala Kotsanas.
¿Y qué fue de deus ex machina, la máquina que traía un dios cuando todo se complicaba demasiado?
Pues aquí está: una sencilla palanca que hacía aparecer a los actores con roles divinos en el escenario.
Te la dejamos, en caso de que la necesites.
¡Siempre vale la pena tener un dios a la mano… uno nunca sabe cuándo lo va a necesitar, en la vida o en el teatro!
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