Suenan la alarma: protestas amenazan con más coronavirus
Manifestantes se debaten entre proteger su salud y exigir justicia
Elizabeth García, una joven de 24 años no salió de su casa por varios meses para no exponerse a contagiarse del coronavirus, pero el asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minnesota, la impactó tanto que la llevó a participar en las manifestaciones en Los Ángeles para exigir que pare la brutalidad policiaca.
“Me sentía muy angustiada por no saber si debería salir o no. Pero también es mi deber demandar justicia por las personas afroamericanas”, dice Elizabeth quien participó en la marcha del 30 de marzo en Los Ángeles.
En la ciudad de Stockton, al norte de California, el gobernador Gavin Newsom advirtió esta semana que las manifestaciones podrían causar en unos cuantos días, un resurgimiento en el número de casos de coronavirus.
“Si tú no estás preocupado, no estás poniendo atención a la epidemiología y a la virulencia de esta enfermedad”, dijo.
Las masivas demostraciones para condenar la muerte de Floyd han sido casi día tras día por toda California. Al mismo tiempo, hasta el 3 de junio la pandemia no cedía. El Departamento de Salud en el estado reportaba 119,807 casos de coronavirus con 4,422 muertes.
Elizabeth quien vive en la ciudad de Baldwin Park en el condado de Los Ángeles con sus padres, tres hermanos y un sobrino, reconoce que sí tuvo miedo de ir a la marcha por un posible contagio, pero cuando vio tantas personas en solidaridad protestando, se sintió segura.
“Traté de evitar el contacto físico y no tocar a otros. Llevaba mi mascarilla y mi gel antibacterial”.
Y lo más que pudo, tomó las precauciones necesarias para no contagiarse. “Estuve como cinco horas en la marcha, pero traté de ser responsable y no regresé a mi casa con mi familia. Me estoy quedando con unos amigos que también fueron”, comenta.
Y cuatro días después de participar en la marcha, el jueves 4 de junio se hizo la prueba del coronavirus. “Los resultados se tomarán en estar listos como cuatro días”.
Comenta que si sale negativa al virus, regresará a su casa con sus padres. Sin embargo, se encuentra en un gran dilema porque quiere participar cada semana en las marchas contra la violencia policial. “Se me está poniendo difícil. No quiero exponerme yo ni a mi familia, pero es mi deber luchar por la justicia”.
Barbara Ferrer, directora de Salud Pública del condado de Los Ángeles, dice que apoyan la necesidad de los residentes de levantarse contra el racismo y la violencia, y unirse a las muchas voces que expresan rabia y fustración por el asesinato de George Floyd a manos de la policía.
Pero observa que no hay manera de mantener la distancia social de seis pies en una manifestación tumultuosa donde la gente está codo tras codo.
Pese a ello, a quienes decidan acudir a estas demostraciones, les recomienda emplear mascarillas que les protejan nariz y boca, y asegurarse que quienes estén a su alrededor también las traigan.
“Es muy importante que después de participar en estas marchas, se pongan en cuarentena por 14 días, y se hagan exámenes para ver si no contrajeron la enfermedad”.
Pero aclara que no deben hacerse el examen de inmediato después de participar en una protesta. Es mejor esperar unos días porque el COVID-19 tiene un periodo largo de incubación, indica.
Y aún cuando salgan negativos a la prueba después de haberse expuestos, no significa que más tarde no puedan salir infectados.
También aconseja que si el manifestante estuvo expuesto, y vive con personas ancianas o con condiciones de salud preexistentes, deben mantener una distancia de seis pies y usar una mascarilla cuando estén con ellos en casa; así como evitar preparar comida para otros, compartir utensilios, toallas, ropa de cama y aumentar la limpieza y desinfección de superficies comunes.
Expertos como el profesor de medicina y enfermedades infecciosas de la Universidad de California Peter Chin-Hong, han dicho que usar gases para reprimir a los manifestantes podría esparcir el coronavirus, porque causa que tosan, griten; y como consecuencia infecten a otras personas con el rocío o las gotas de saliva que esparcen.