Inmigrante trans huyó de tortura de cárteles mexicanos y sufrió abusos en EE.UU. Ahora busca asilo
Alejandra recibió una golpiza por negarse a trabajar como "sexoservidora" y distribuyendo droga
Alejandra, una inmigrante transgénero que huyó del acoso de los cárteles mexicanos, libra una lucha para lograr asilo en Estados Unidos, después de vivir un “verdadero calvario” al ser torturada por la mafia en la ciudad mexicana de Nogales (fronteriza con la ciudad homónima del lado estadounidense), y sufrir abuso sexual en los centros de detención en Estados Unidos.
“La primera vez que me agarró la mafia me golpearon muy feo y me torturaron porque no quise trabajar para ellos de sexoservidora y distribuyendo droga. La segunda vez me volvieron a golpear y la tercera vez me cortaron el dedo de mi mano derecha”, dijo a Efe la joven de 24 años, originaria del estado mexicano de Veracruz.
Alejandra sufrió esas agresiones mientras acampaba en la frontera a la espera de obtener asilo en Estados Unidos, pero ante la sorpresa y desilusión de la mexicana su petición fue rechazada y ella fue traslada al centro de detención de Eloy, en Arizona.
“Mi caso está en apelación ya que el juez no me creyó que me habían cortado el dedo. Aunque le enseñé mi mano mutilada, el juez dijo que yo misma me había cortado el dedo. ¿Cómo se puede pensar que una persona se va a cortar el dedo por gusto”, cuestionó.
Cuando solicitó asilo, fue detenida en una unidad exclusivamente para hombres en el centro de detención de Eloy, donde enfrentó agresión sexual y acoso a manos de otras personas detenidas.
“Para empezar me trataron como un hombre, no me trataron como trans. Tienen que tratarnos como lo que somos. Me hacían bañarme con los demás hombres, usar ropa interior de hombre, pantalones grandes. Dormíamos juntos. Una noche un chico gay entró a mi cuarto y me mordió una nalga”, relató.
Yvete Borja, abogada de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y que trabaja por la liberación de Alejandra, dijo a Efe que la situación de las personas transgénero en los centros de detención es de vulnerabilidad, ya que son sometidas a los abusos que abundan en el sistema de detención. “Incluido el abuso sexual, el uso excesivo del confinamiento solitario y el alojamiento forzoso en unidades que no reflejan la identidad de género de las personas”, afirmó.
Dijo que debido a que Alejandra fue retenida más de un año en centros detención, donde sufrió abuso sexual en dos ocasiones, se está peleando su caso en la Corte de Apelación del Noveno Circuito para que le sea otorgado el asilo en Estados Unidos.
“Alejandra está apelando para asilo, pero también para protección bajo la convención contra tortura. ACLU trabaja en una misiva en apoyo a su caso, sus abogados directos ya apelaron, y vamos a luchar para que los integrantes de la comunidad LGTBQ sigan teniendo la protección legal que se han ganado en las cortes”, aseguró.
Sostuvo que el trato que reciben los inmigrantes en los centros de detención del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) es de constante indiferencia y negligencia hacia todos quienes están bajo su custodia.
Alejandra, que sufre de trastorno de estrés postraumático, fue liberada el 9 de abril del Centro Correccional de La Palma, en Arizona, pero aseguró que el trato que recibió en los centros de detención, particularmente en Eloy, “fue horrible”.
“Ni siquiera te daban ropa interior para mí; me daban unos boxers de hombre. Además la comida era un asco. Haz de cuenta que estabas comiendo vómito o comida para perros”, describió.
Debido a las agresiones sexuales a las que constantemente se veía expuesta por su identidad de género, fue puesta en confinamiento por las autoridades de inmigración en varias ocasiones.
“Es algo muy desesperante, muy feo. Permanecía encerrada las veinticuatro horas del día en un celda chica y solo podía salir un breve tiempo a un patio que era un cuadro cercado. Fue tan deprimente y estresante”, afirmó.
Después de casi un año detenida, Alejandra finalmente pudo encontrar patrocinadores para su caso de asilo y actualmente se encuentra en Massachusetts, donde espera que se resuelva su situación migratoria en la corte.
“Ahorita me siento más segura y tranquila; estoy en confianza con las chicas que me ayudan. Es una red de apoyo que ayuda a personas trans cuando salen del centro de detención, que considero deberían de ser cerrados por los abusos que se comenten”, sentenció.
Por Beatriz Limón