La muestra ‘Vientos alisios’ contrasta desde el arte conceptos del comercio colonial, los trópicos, los viajes transatlánticos y las migraciones actuales
Se exhibe en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago hasta el 1 de diciembre. La Raza charló con Cecilia González Godino, curadora de la singular exposición
Productos que son parte de la vida cotidiana contemporánea han tenido, a lo largo de los siglos, una historia punzante. El café, el té y el algodón, por ejemplo, han sido producidos masivamente en las Américas y que han fluido a través del Océano Atlántico hacia Norteamérica y hacia Europa, en un comercio que comenzó en la época colonial y ha sido clave de la riqueza de las naciones imperiales. Esas mercancías y sus rutas son también fuente de un claroscuro para las comunidades productoras, quienes a la vez que obtienen de ellas sustento son también sujetas a dominación y opresión.
Esas migraciones de personas y productos durante la época colonial se reflejan en las migraciones contemporáneas y por ello proyectan evocaciones y significados de relevancia actual.
Los cruces transatlánticos, iniciados por Colón y desarrollados a lo largo de los siglos XVI a XIX en la ruta delineada por los vientos alisios, las mercancías tropicales que en esas rutas eran transportadas y los símbolos e imaginarios implícitos en ello, con profundos significados humanos, sociales, económicos y culturales, son los ejes en los que gira la exhibición ‘Trade Windings: De-Lineating the American Tropics’ (‘Vientos alisios: De-lineando los trópicos americanos’) que se exhibe hasta este 1 de diciembre de 2024 en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago.
Estos días de Acción de Gracias resultan un excelente momento para acudir al museo (ubicado en 220 E Chicago Ave. Chicago IL 60611) para apreciar la vitalidad de la muestra ‘Vientos alisios’.
Las obras que integran ‘Vientos alisios’ fueron creadas por Tania Bruguera, Rafael Ferrer, Noé Martínez, Ana Mendieta, Dalton Paula, Howardena Pindell, Emilio Rojas, Xaviera Simmons. Juana Valdés y Carrie Mae Weems. Destaca en ellas el uso de materiales singulares y vinculados a los movimientos y comercios transatlánticos, como son el algodón, el café, la pólvora y el té, y en general todos incluyen un componente que alude a acción, tensión y experimentación.
Para conocer más sobre esta exposición, sus orígenes y significados, La Raza conversó con Cecilia González Godino, curadora de ‘Vientos alisios’ y Marjorie Susman Curatorial Fellow del Museo de Arte Contemporáneo de Chicago.
La exposición ‘Vientos alisios’ aborda el tema de las conexiones transatlánticas entre América, Europa y África, de los productos que han ido fluyendo en esa ruta durante siglos y cómo estos productos, estas rutas y obviamente la gente que las recorre se expresan en las obras que integran esta exposición. Se habla de las rutas en la época colonial, en los siglos 16, 17, 18, pero cuál es la contemporaneidad del mensaje que expresan las obras?
En este sentido la muestra es muy material, no solamente está hablando de los productos sino que está incorporando la historia al primero, a la historia del arte y también a cada una de las obras que forman parte del show. Hay obras que interactúan con café, obras que interactúan con té, con algodón, con pólvora, todos estos productos que tienen un rol tan importante, por supuesto, a principios de la colonización pero todavía en nuestro día a día, son muy contemporáneos. Entonces, para mí había algo bien interesante en la forma en la que, por alguna razón, la historia del café o del té se ve como una historia que tiene un elemento de violencia. En el imaginario actual no pensamos en el café o en el té como símbolos escondiendo o tapando, silenciando de alguna forma, sus historias y sus rutas y sus movimientos a nivel mundial. Porque las historias de estos productos no han cambiado tanto. La idea de que el café se haya movido y haya movido cuerpos de formas bien similares desde 1700 hasta la actualidad y que Brasil, por ejemplo, sea el primer productor del mundo de café desde el primer momento en que el café es trasplantado a las Américas desde África hasta ahora. La muestra trata de hablar desde una perspectiva histórica y, por supuesto, de recordarnos que esto tiene una trayectoria histórica, pero en el presente también estos productos están recordando, trayendo esta memoria. Esto al mismo tiempo está acompañado por el hecho de que tantos cuerpos o tantas personas están migrando, siguiendo estas mismas rutas o tratando de moverse en estas mismas direcciones. Para mí es muy importante que la historia no se vea como algo que forma parte solo del pasado, que está estancado, sino como algo que está permeando nuestras, nuestras vidas diarias.
La muestra aborda el concepto de los trópicos americanos. Tú los entiendes como una región muy amplia, pero no necesariamente localizada solo a un país. ¿Qué son los trópicos dentro del conjunto de la muestra, de las diferentes obras y de los diferentes artistas que las crearon?
Sí, por supuesto, el trópico o los trópicos en sí. Los tráficos americanos en este caso sí están delimitados geográfica y cartográficamente por el trópico de Cáncer y por el trópico de Capricornio, pero cuando estaba curando la exposición era pensarlos no tanto como región geográfica delimitada porque delimitar el territorio es algo bien occidental y algo bien colonial. Yo quería pensarlos, más bien, como una región que va más allá de sí misma, como una región que se comprende como un imaginario, el trópico o los trópicos como una idea, como una serie de símbolos, como una serie de imágenes que a uno le vienen a la mente. Ciertas imágenes en particular, como los barcos o el horizonte en una playa de aguas cristalinas, el sonido del mar, todos estos lugares entre comillas tropicales que nos vienen a la mente cuando se nos habla de un lugar, de un espacio insular o de un paisaje oceánico que a menudo para el norte global son lugares de turismo o de vacaciones. La idea de pensar el trópico dentro de la muestra era por una parte repensarlo como región, una región que no solamente se queda colapsada entre el sur de Estados Unidos, o más allá del sur de Estados Unidos, y el norte de América del Sur, sino algo que está más expandido y cuya historia está compartida por múltiples territorios que van más allá de esta delimitación. Por eso está incluida la obra de Carrie Mae Weems, que habla de la Sea Island de Georgia. También hay referencias a cómo los trópicos van más allá de sí mismos, incluso a otros contextos afuera de las Américas, como el té y toda la historia de la India, el té y la British India Company.
Cuando se llega a la exposición, ¿cuál es en la experiencia de los visitantes, la manera en que ellos interactúan? ¿Qué obras les atraen más? ¿Cuáles tienen esa gravedad, gravitación, que atrae mucho al espectador?
Es una muy buena pregunta. Ha habido diferentes públicos a los que yo, por ejemplo, he podido preguntar o me he podido dar cuenta de cuáles eran las obras que más nos atraían, porque he dado tours en español, he dado tours en inglés. Creo que también el bilingüismo es algo bien importante en la muestra. Pero más allá de eso, dependiendo del contexto de cada persona, he recibido respuestas muy diferentes y eso ha sido bien interesante para mí como curadora, para darme cuenta de cómo estaba funcionando la muestra. Por ejemplo, la instalación de afuera, la de Emilio Rojas, Go Back To Where You Came From, tiene tantos niveles y tantas formas de ser decodificada que ha traído la atención de diferentes personas. Está instalada, en cierto modo, replicando una vitrina de un museo de antropología. Y muchas personas que se sienten cómodas en este tipo de museos iban directamente a esa muestra y al no comprenderla bien del todo iban a la etiqueta a leer realmente lo que estaba haciendo. Y hemos visto respuestas de todo tipo. Gente sacando muchas fotos, gente yendo a preguntar: ¿qué está ocurriendo aquí? En esa obra además se incorporan diferentes momentos históricos y también esta frase xenofóbica tan fuerte y tan potente que se escucha a diario aquí: “go back to where you came from”, que para algunas personas es mucho más importante que para otras. Y en el contexto de visitantes hispanos yo sentía siempre como un reconocimiento mayor, gente que trataba de ver la exposición o que la veía de una forma más personal. Otra obra que ha tenido claramente una gravitación más fuerte es la obra sobre el té de Tania Bruguera, el hecho de que haya bolsas de té usadas, toda la historia del té, que no necesariamente es de las Américas, pero que sí que impulsa mucha historia colonial en las Américas. Creo que conectar esos contextos ha resultado interesante para el público y también el mismo hecho de tener miles de bolsas de té atadas a un lienzo. ¿De qué forma estamos interviniendo en la historia del arte y en el lienzo y en la pintura, casi como el té usado? Y en cierto momento se olía también la obra este elemento sensorial. Y por ejemplo, aunque el vídeo de Noe Martínez no necesariamente atrae tanta atención, siento que la banda sonora que tiene, el ir y venir de las olas del mar, es otra cosa que ha traído al público hacia la exposición.
¿Cómo elegiste a los artistas y a las obras de los artistas cuando empezaste el proceso de curación?
Pues es un proceso curioso, porque mi rol como Marjorie Susman Curatorial Fellow viene con el proyecto curatorial de obras que forman parte de la colección del museo. Así que yo tuve que trabajar muy a fondo en la colección del museo a para encontrar obras que me contaran una historia relacionada con mis intereses curatoriales, en este caso la conexión de contextos de forma transatlántica, transoceánica, y no necesariamente respondiendo a contextos nacionales. Entonces, abriéndome paso un poco por la colección, me llegó a la mente la idea de quizá no solamente restringirme a la colección del museo sino pensar en el museo como un bien público de Chicago y pensar la colección también como más allá de sí misma. Entonces me puse en contacto con colecciones locales, con coleccionistas locales también, y la selección de obra llegó mucho de un proceso, por mi parte, de curiosidad, de ir a visitar, de estar en conversación con personas o con instituciones que también están teniendo estas inquietudes en torno a lo colonial, a lo imperial, a las dinámicas migratorias o diaspóricas que están ocurriendo en la ciudad. Así que tuve la suerte, la verdad, de reunirme con personas que me permitieron tener este diálogo. El proceso curatorial fue en diálogo. Digamos que el 50% de show es de la colección del museo, como un 30 o un 40% es de más allá, de la ciudad y de colecciones como la de DePaul Art Museum, de coleccionistas como Benedicta Badia, una coleccionista aquí basada en Chicago que tiene mucho interés en repensar Estados Unidos como un contexto más latinoamericano, caribeño. Y un pequeño porcentaje fueron artistas que yo quería traer para completar un poco la narrativa.
La obra que la muestra es también especial porque una parte de ella fue hecha aquí, para el espacio. El mapa de Emilio Rojas, por ejemplo…
Sí, y además, Emilio Rojas se graduó de la Escuela del Instituto de Arte de Chicago, él tiene un vínculo bien fuerte con la ciudad. Además, la obra está hablando de la Exposición Colombina de 1893 que fue aquí en Chicago, y las monedas con las que él araña la pared del museo fueron acuñadas por el US Mint con un dibujo de Colón y del otro lado un dibujo de una carabela. Entonces es no solamente una obra que está vinculada al museo por haber sido realizada en el museo en mayo de este año, sino porque también está trayendo historia de Chicago, creando historia. Para mí hay algo muy bonito en pensar que las monedas, ese mapa y ese arañar se van a quedar como parte de muro y de la estructura del museo, porque por mucho que lo pintemos por encima, por mucho que eso se silencie o se tape, siempre va a formar parte del esqueleto del museo, Y para mí ahí resuena algo muy bueno con la historia y con el mismo silenciamiento de la historia o la forma en la que contamos la historia. Por mucho que uno trate de embellecer la narrativa o de convertirla en una narrativa de descubrimiento, de exploración, la historia colonial es lo que es. Y siempre va a estar como saliendo, de alguna forma va a estar sacando su realidad desde lo más dentro, ya sea desde lo profundo del mar o desde adentro de los muros de un museo en Chicago.
La muestra ‘Vientos alisios’, ¿cuándo se cierra, hasta cuándo puede la gente verla?
Hasta el 1 de diciembre. Así que esta semana de Thanksgiving es perfecta para para venir a verla.
¿Después qué sigue? ¿Qué viene después tanto para esta exposición en específico como para tu trabajo?
Para mí estaría muy interesante continuar esta muestra como una serie, repensar otros productos coloniales como la sal, el azúcar o el banano que no han tenido tanto protagonismo en la muestra por las restricciones que tenía. Repensar los productos, otros productos y también repensar otros contextos, poner en comunicación otros contextos que quizá en este en esta ocasión no han resonado tanto y continuar con la idea de cómo las rutas coloniales son proyectadas. Definitivamente creo que ‘Trade Windings’ o ‘Vientos alisios’ va a tener iteraciones, ya sea en forma de performance, que también es algo que me interesa mucho como curadora. Además, también siento que hay tantos artistas trabajando ahora sobre materiales de archivo, precisamente para mostrar que el archivo histórico es más presente y más contemporáneo de lo que uno podría pensar.
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