Cómo le cambió la vida al periodista que se salvó de la tragedia del Chapecoense

Rafael Henzel, uno de los sobrevivientes, exhibió su dolor y su esperanza

No deben haber sido menos de 50 las personas con las que Rafael Henzel, periodista chapecoense sobreviviente de la tragedia aérea, se saluda, se abraza y se saca fotos antes de entrar, a paso lento, en el vestuario del club. Una vez que acabó la presentación, le tocó brindar entrevistas y firmar autógrafos, algo a lo que no estaba acostumbrado, como periodista de ciudad pequeña que es.

“Nunca pensé que mi vida podía transformarse en esto. El periodista, en general, no es noticia. Menos aún está acostumbrado a firmar autógrafos. Pero yo resolví dar entrevistas, en principio, para tranquilizar a las familias de las víctimas, porque se dijeron y se dicen muchas cosas sobre el accidente”, contó a LA NACION, después de sentarse para descansar su pierna. Una fractura en el empeine del pie derecho es la única secuela que le queda del accidente. “Esta tarde me sacan la férula, así voy a poder dormir mejor y, quien sabe, jugar al fútbol. Por suerte, nunca fui de correr mucho“, bromeó.

Del accidente prefiere no hablar demasiado, pero no porque le traiga malos recuerdos, sino porque prácticamente no guarda registros. “No me acuerdo de casi nada. Lo único que les digo a los familiares de las víctimas que me preguntan es que sus seres queridos no deben haber sufrido; al menos, eso es lo que imagino, ya que se apagaron las luces y dos o tres minutos después, ya nos habíamos estrellado. Algunos despertamos, otros lamentablemente, no”, contó Henzel, quien todavía se asombra cuando las personas lo miran de arriba a abajo.

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“Me miran como si estuviesen presenciando un milagro, lloran y me abrazan. Podría mostrarme incómodo con eso, pero no, porque eso es parte de mi vida ahora. Dios me otorgó una segunda chance y no puedo quedarme en un rincón llorando, ya que hay muchas familias de las víctimas que desearían que sus seres queridos estén como yo estoy ahora, vivos”, sostuvo.

En la presentación, Henzel mantuvo una breve conversación con Neto, de sobreviviente a sobreviviente. “Le deseé toda la suerte del mundo. Yo fui el penúltimo rescatado y Neto fue el último. Me alegré porque él ya está haciendo fisioterapia, y le aseguré que voy a relatar un partido en el cual él y Alan Ruschel estén en la cancha. No me importa si para eso hay que esperar seis meses o seis años. Confío en que ellos se van a recuperar y volverán firmes y fuertes, como emblemas de Chapecoense“, dijo.

Se aleja a paso lento Henzel, dispuesto a acabar con esa férula en minutos. Pero se ve forzado a parar una y otra vez, ya que afuera hay cientos de fanáticos con sed de selfies o camisetas para firmar. En su brazo, una pulsera con la bandera colombiana refleja el cariño que el periodista siente por aquel pueblo.

“Lo que hicieron los colombianos por nosotros fue fantástico. Además de llenar un estadio para homenajearnos, se prestaron a colaborar en todo momento, tanto en la parte médica como en las investigaciones. Hasta hoy recibo mensajes de personas de allá. Los llevaré en mis corazón por siempre”, expresó.

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