¿Llegó el fin de la era del FC Barcelona?

La crisis que deja en evidencia la humillante derrota ante el PSG en la Champions League

“Humillante”, “desastre”, “siniestro total”. “Este no es el Barça”, fue la conclusión de los principales medios deportivos en España.

EL problema es que sí lo fue, aunque la actual versión del Fútbol Club Barcelona se encuentra a años luz del conjunto catalán que maravilló al mundo con su juego idílico entre 2008 y 2011.

Ni siquiera se parece al que luego se transformó en el equipo menos espectacular, pero siempre letal, liderado por el tridente sudamericano del argentino Lionel Messi, el uruguayo Luis Suárez y el brasileño Neymar hace un par de temporadas.

El Barcelona de hoy “se ha olvidado de jugar al fútbol”, como lo advirtió el periodista Ramón Besa en El País hace una semana luego de eliminar al Atlético de Madrid en la Copa del Rey.

A menos que ocurra lo que parece imposible -ningún equipo ha podido remontar una eliminatoria tras perder la ida 4-0 en las competiciones europeas- el Barcelona no estará en los cuartos de final de la Liga de Campeones por primera vez desde 2007 después de su aplastante derrota frente al París Saint-Germain del martes.

Pero el mayor problema para el Barça no fue lo abultado del marcador en el Parque de los Príncipes de la capital francesa, que incluso pudo ser más amplio.

Fue la penosa imagen que mostró sobre el terreno de juego, superado claramente por un PSG que estuvo pletórico en todas sus líneas.

derrotas

Las estadísticas del partido hablan por sí solas: PSG tuvo diez disparos a puerta contra uno del Barcelona, el conjunto francés cubrió mucho más el campo (113,3 kilómetros contra 105,1 del club catalán) y recuperó 48 balones por 37 del Barça.

Esta vez ni Messi, durante mucho tiempo su salvador, pudo intervenir. El astro argentino estuvo impotente durante todo el partido, acechado constantemente como una presa por los mediocampistas y defensores del PSG.

Su actuación quedó resumida en uno de los tantos balones que perdió que propició el gol de un magnifico Julian Drexler.

Es fácil hacer leña con el árbol caído, pero lo cierto es que la tormenta que terminó de tumbar al Barcelona lo único que hizo fue desvelar que las raíces del conjunto catalán se venían secando desde hace mucho tiempo.

Brillo parisino

Si la falta de fútbol del Barcelona quedó tan expuesta en París fue por el excelente juego del PSG, delineado magistralmente por el entrenador español Unai Emery.

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La presión alta ahogó la salida del balón del conjunto catalán gracias al espectacular trabajo en el medio del campo de Marco Verratti, Adrien Rabiot y Blaise Matuidi, quien dominaron completamente el balón y el ritmo del partido.

Andrés Iniesta, Sergio Busquets y André Gomes fueron superados a tal punto que en el segundo, tercer y cuarto gol el ataque del PSG se paseó sin marca por ese sector del terreno de juego hasta conectar con el trío atacante formado por Draxler, Ángel di María y Edinson Cavani.

El argentino, con dos goles, y el uruguayo, autor del último, tuvieron el mejor de los regalos el día de sus cumpleaños.

El señalado

Nadie podía predecir que el Barcelona iba a perder con tanta contundencia en París, pero si bien la escala de la derrota fue algo sorpresiva, no lo fue tanto el mal juego del equipo dirigido por Luis Enrique, señalado como uno de los culpables de la debacle.

El entrenador ha ganado ocho títulos desde que se sentó en el banquillo del Camp Nou hace tres años, pero la mayoría de sus detractores aseguran que eso fue gracias a la MSN, como llaman al tridente formado por Messi, Suárez y Neymar, que por su habilidad como estratega.

Y cuando falla el plan A -darle la pelota a los de arriba- no existe una alternativa para conseguir el resultado.

El Barcelona ha sido superado en juego constantemente durante esta campaña, tanto en su campo como de visita.

Sucedió contra el Atlético, el Manchester City en la fase de grupos de la Liga de Campeones o el Betis en la liga española, lo que demuestra que su fútbol de posesión y control es un recuerdo distante del pasado.

Menos que un club

El principal responsable de este cambio es Luis Enrique, pero también hay que apuntar a un cambio de dirección impuesto desde la directiva del club.

Cuando el Barcelona fue el modelo a seguir en el fútbol, acaparando todo tipo de elogios por su estilo y filosofía como institución, se hacia referencia a un estilo único de juego basado en el aporte de jugadores criados en su propia academia de fútbol, la Masia.

Incluso en su camiseta no mostraba un patrocinador sino su apoyo a Unicef.

Las transformación o evolución, como prefieren llamar algunos, ha sido tan drástica que a los mismos aficionados culés les está costando reconocer a su equipo.

Es verdad que en lo deportivo todavía están Messi, Iniesta, Busquets y Piqué, pero el tiempo no está pasando en vano por las piernas de ellos.

Nadie discute la calidad de ellos, pero quitando la superlativa regularidad del argentino, el juego de los otros tres se ha visto condicionados por lesiones o, en el caso del defensa central, por polémicas fuera del campo.

El Barcelona ha visto como desde la salida de Pep Guardiola y la prematura muerte de Tito Vilanova se han ido erosionando las fundaciones que le daban forma al equipo.

En su lugar se han colocado pilares temporales que lo han mantenido a flote, pero que no han sido la solución a largo plazo.

Carles Puyol nunca fue reemplazado, como tampoco lo ha sido Xavi Hernández. También se fue Thiago Alcantara y por la puerta de salida han desfilado en los últimos años la mayoría de los jugadores que han surgido de la cantera.

Tampoco se ve en el horizonte a los posibles sustitutos de Iniesta o Busquets.

Lo que parece una mala planificación en el campo se ha visto magnificada por los problemas que ha vivido el club fuera de él.

El castigo de la FIFA por irregularidades en su política de fichajes a menores, las polémicas por sus acuerdos de patrocinio con Qatar y los continuos procesos judiciales contra sus dirigentes -Sandro Rossel y Josep Maria Bartomeu- y jugadores -Messi, Neymar y Mascherano, entre otros- han puesto en entredicho el famoso eslogan de “más que un club” con el cual se han identificado históricamente.

¿El futuro?

Es probable que Luis Enrique se vaya al final de la temporada y no sólo por la más que segura eliminación de la Champions League.

El técnico asturiano ha optado por mantener en el misterio su intención sobre si renovará su contrato, pero por sus declaraciones y reacciones frente a la prensa es evidente que no está cómodo en su puesto.

La lista de candidatos ha ocupar su puesto crece con el paso de los días –Jorge Sampaoli, Juan Carlos Unzue, Eusebio Sacristán– pero no es una decisión que el club puede tomar a la ligera, más teniendo en cuenta que tampoco ha resuelto la renovación de Messi, que termina contrato el próximo año.

Pero incluso si Messi decide quedarse en el Camp Nou, el club deberá reflexionar sobre el camino que desea seguir en el futuro.

En su plantilla actual hay jugadores con la calidad suficiente para resolver partidos y en un día de inspiración dar vuelta la eliminatoria contra el PSG o remontar en la liga al Real Madrid.

Pero qué es lo que pasará después debe ser su principal preocupación.

Para muchos debería regresar a sembrar un proyecto basado en su ADN, la identidad que ha tenido desde la llegada de Johan Cruyff y la construcción de la Masia.

El problema es que para que el nuevo árbol de sus frutos habrá que esperar algún tiempo y las urgencias puede que obligue al Barcelona a buscar una solución en el corto plazo.

Sea con Luis Enrique o sin él.

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