Las habilidades humanas que jamás podrán ser sustituidas con un robot
De acuerdo con los expertos, ciertas profesiones, como la de maestro o enfermera, nunca podrán ser automatizadas. Descubre por qué y qué puedes aprender para preservar tu futuro del avance de la inteligencia artificial
Hay tecnologías perturbadoras, como la inteligencia artificial y el llamado big data, que están cambiando nuestra manera de trabajar.
Empleos como el de vendedor en tiendas están desapareciendo en Estados Unidos, mientras que las fábricas están llenándose de robots en vez de trabajadores.
En China, la industria manufacturera que huyó de otros países para encontrar aquí mano de obra barata, también está llenándose de máquinas.
Estudios revelan que las nuevas tecnologías amenazan cerca de 40% de los empleos existentes en Estados Unidos, y dos tercios de los puestos de trabajo en el mundo en desarrollo.
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No obstante, hay un tipo de trabajo -difícil e indispensable- que parece imposible de automatizar: ese que requiere de habilidades emocionales.
Habilidades emocionales
Hay software de inteligencia artificial que está siendo desarrollado para reconocer emociones en el rostro de las personas y en sus voces, pero se encuentra muy lejos de simular genuina empatía.
Las computadoras no están nada cerca de competir con los humanos en cuanto a entender y conectarse con otro ser humano.
Los filósofos han estado postulando durante siglos que una máquina con verdaderos sentimientos es imposible.
Si estos empleos no pueden ser automatizados, y van a seguir siendo requeridos en el futuro, los trabajadores con habilidades emocionales tendrán una alta demanda en las próximas décadas.
Por ahora, estos trabajos son pobremente recompensados: una encuesta realizada por Business Insider reveló que entre las profesiones con peor sueldo figuran la de los trabajadores dedicados al cuidado de niños y los maestros de colegios.
Las habilidades emocionales incluyen todas las que nos permiten reconocer estados emocionales en nosotros mismos y en los demás, así como responder apropiadamente a ellos.
Trabajadores emocionales
Estas habilidades son amplias, pero al mismo tiempo pasan desapercibidas, y son parte de una enorme cadena de trabajos inesperados.
Es el cajero del supermercado que te pregunta amablemente cómo estás.
Es el supervisor corrigiendo a un empleado que ha cometido un error, pero al mismo tiempo haciéndolo sentir apreciado y capaz.
Es un vendedor que observa el rostro de un cliente potencial, para determinar si es escéptico frente a la oferta que le acaba de hacer.
A medida que los robots empiezan a ocupar nuestros trabajos rutinarios, la habilidad de poder trabajar bien junto a otras personas está convirtiéndose en un factor de éxito en la oficina.
En 2016 el Banco Mundial evaluó 27 estudios sobre empleados, y descubrió que 79% de ellos resaltaron una habilidad socioemocional, como la honestidad o la capacidad para trabajar en un equipo, como factor determinante para la calificación de un trabajador.
Salud
Las habilidades emocionales son fundamentales en el cuidado de pacientes, donde hay una urgente demanda de más personal.
Dado el envejecimiento de la población en muchos países -y, consecuentemente, con el crecimiento de enfermedades no transmisibles-, la Organización Mundial de la Salud estima que para 2030 el mundo necesitará 40 millones de trabajadores dedicados al cuidado de enfermos.
Las proyecciones indican que la formación de esos profesionales se quedará corta por 18 millones.
Las cifras incluyen doctores con alta formación y técnicos, para quienes saber relacionarse con los pacientes es una habilidad complementaria.
También abarcan una amplia variedad de empleos, cuya principal función es apoyar y comunicarse con pacientes.
Un efectivo cuidado de los enfermos requiere hombres y mujeres que pueden trabajar en conjunto con pacientes diabéticos para hacer cambios sustanciales en sus estilos de vida; que puedan conversar con adultos de anticonceptivos y que puedan efectuar infinidad de tareas que requieren empatía.
Educación
Educación es otra industria donde la conexión emocional es necesaria, y la automatización es poco probable.
Enseñar a jóvenes requiere de una interacción humana, a fin de motivar a los estudiantes, detectar potenciales problemas de desarrollo e inculcar habilidades sociales.
Los cursos online fueron vistos en algún momento como una vía para elevar el nivel educativo, que permitía a todo el mundo aprender gratis lo que quisiera, pero al final terminaron siendo una decepción.
El porcentaje estimado de los que completan los cursos se ubica entre 4% y 15%
La tasa de éxito es incluso peor entre los jóvenes adultos menos formados que viven en comunidades pobres, de quienes se esperaba fueran los principales beneficiarios.
En contraste, como descubrió la socióloga Tressie McMillan Cottom, las universidades con fines de lucro logran atraer y mantener comprometidos a sus estudiantes utilizando un ejército de empleados que ofrecen apoyo personal.
Se necesita inversión
Personal capaz de abordar las tareas en el sector salud y educación es irreemplazable, pero el costo de un personal empático, atento y bien formado hace que este tipo de ayuda esté fuera del alcance de muchos.
En la mayoría de las regiones de Estados Unidos, hasta la asistencia básica para una familia con un niño de cuatro años de edad y otro de ocho años equivale a más de lo que estos pagan por alquilar una vivienda.
El costo por la atención médica a los infantes es más caro que cuatro años de escuela pública.
Mientras tanto, una adecuada atención a una persona de la tercera edad usualmente cuesta más de $45,000 dólares al año, más del 80% de la media de ingresos en un hogar.
En este momento, una inmensa parte de los sistemas educativos y de salud reciben financiamiento de los gobiernos.
Escuelas primarias y colegios casi siempre cuentan con recursos públicos, y, en muchos países, eso incluye la educación preescolar.
En cuanto a salud, incluso en Estados Unidos, donde el sector privado juega un papel tan relevante, 64% del costo es asumido por el gobierno.
Cobrar lo que vale
A medida que la población mundial crece, más dinero es necesario en la formación de trabajadores con habilidades emocionales, y el pago que estos reciben debe reflejar la importancia de su trabajo.
De acuerdo con los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos sobre los países en desarrollo, un pago más alto para un maestro está directamente relacionado con una mejor actuación de sus estudiantes.
Y desde ya se está empezando a trabajar en esa dirección.
A pesar de las limitaciones financieras, hay programas que cuentan con recursos públicos y están contratando trabajadores emocionales para todo tipo de tareas.
Les pagan a personas que sufren de enfermedades mentales para trabajar con otros consejeros, así como a instructores de yoga y atención plena que trabajan con niños en situación de riesgo.
De hecho, hay gobiernos que están pagando a personas para que realicen actividades de atención social, que anteriormente eran realizadas sin recibir compensaciones.
Muchos países en Europa asignan a las familias con niños un bono anual para ayudarlos a compensar los ingresos, y de esta manera alguno de los padres pueda quedarse en casa o trabajar medio tiempo para atender a los hijos.
Es posible hacer que este tipo de iniciativas alcance una mayor dimensión en el futuro, al tiempo que se evitan devastadores niveles de desempleo y pobreza, si se utiliza parte de las crecientes ganancias producidas por la automatización de otros sectores.
Prosperar juntos
El ascenso de la importancia del trabajo emocional es probable que nos afecte a la mayoría de nosotros.
Cada uno puede hacer un esfuerzo en perfeccionar sus habilidades emocionales tanto como las técnicas.
Eso podría significar leer un cautivante libro con personajes que te interesen, tomar un descanso restaurador fuera de la ciudad para incrementar tu resistencia emocional, o solo hacer una pausa para medir cómo pueden impactar tus comentarios a tus compañeros de trabajo.
La automatización tiene el potencial de crear una enorme riqueza global, y es vital que se canalice parte de esos recursos en trabajos que involucren todas nuestras capacidades humanas, de manera que podamos ayudarnos unos a otros a prosperar.