Editorial: Desarme del TPS es otro error de Trump

La política migratoria de la administración Trump carece de toda sutileza y matices

El jefe de Gabinete quería terminar ya con el TPS para hondureños.

El jefe de Gabinete quería terminar ya con el TPS para hondureños. Crédito: Drew Angerer/Getty Images

El anuncio sobre la deportación para los nicaragüenses y hondureños con el Estatus de Protección Temporal no salió como lo planeado. Se suponía que iba a ser otra demostración de testosterona migratoria, en cambio surgió una posición más pensada.

Está claro que es muy malo que se le quite el TPS a miles de nicaragüenses. Ahora tienen 18 meses a ver cómo se las arreglan para no tener que regresar a un país del cual llevan casi dos décadas ausentes.

Tampoco es bueno que cerca de 58,000 hondureños estén al borde de la cornisa, al posponerse por seis meses la decisión sobre su futuro. El breve respiro no garantiza el TPS en un futuro cercano.

Lo distinto es que la directora interina del Departamento de Seguridad Interna, Elaine Duke, se haya tomado el tiempo para analizar las características del TPS para ambos países y llegue a conclusiones diferentes.

La política migratoria de la administración Trump carece de toda sutileza y matices. Es blanco y negro, malo y bueno. Esto dice haber molestado tremendamente al exjefe de DHS y actual jefe de Gabinete, John Kelly.

El exgeneral de Infantería de Marina mostró que para él no hay diferencias.

En una directiva interna de DHS en febrero pasado Kelly ordenó a su gente escribir en un papel “los dos o tres casos más flagrantes” de los detenidos en una redada para dar la impresión que los arrestados son delincuentes. Algo equivocado, se sabe que la mayoría de los detenidos por ICE no son peligrosos.

En este caso, Kelley quería que Duke de un plumazo elimine el TPS en ambos casos, sin mucha vuelta, total para él son iguales. Pero la funcionaria de carrera en el DHS identificó diferencias y por eso dio un trato distinto.

Es argumentable si los nicaragüenses fueron elegidos para perder el TPS porque el gobierno de Daniel Ortega no quiso interceder por sus ciudadanos, como señaló el DHS. No sería raro que la mala relación entre los residentes en Estados Unidos y el gobierno de Managua haya tenido un impacto en esta situación.

El huracán que justificó el TPS para nicaragüenses y hondureños fue el mismo. No obstante, las cifras de beneficios son muy distintas, como puede ser el efecto local de su retorno.

Nos desagrada la decisión de Duke, pero nos gusta cuando un funcionario hace lo que cree que es correcto y no es una marioneta. Especialmente en temas de inmigración donde hay vidas en juego que merecen ser atendidas caso por caso, en vez de una acción visceral, ideológica e inhumana.

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