Ofensiva y miseria por un pedazo de Selva entre México y Guatemala

Conoce el drama que viven 160 familias

Habitante de Laguna Larga

Habitante de Laguna Larga Crédito: Imagen tomada de video

MEXICO – El tiempo se detuvo en una franja del extremo sur del estado mexicano de Campeche, donde un grupo de 400 guatemaltecos (160 familias) pide refugio mientras sobrevive en campamentos improvisados de hojas de maíz y árboles, plásticos y girones de tela desde que los soldados de su país quemaron sus casas en la comunidad de La Laguna por órdenes judiciales de su gobierno.

Fue el pasado mes de junio, según quedó documentado en videograbaciones de niños llorando, hombres que beben agua de los riachuelos revueltos de lodo y mujeres improvisando para hacer algo para comer frijoles y tortillas ya en territorio mexicano desde donde observaron las llamaradas que devoraban sus bienes.

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Desde entonces y a la fecha su situación no ha avanzado un ápice, según han revelado los líderes del grupo en diversos medios de comunicación con documentos visuales y según el más reciente informe de la organización civil Voces Mesoamericanas, “Des-esperando en la Frontera’’.

Aún no hay comida ni jabón para asearse ni mucho menos esperanza.

El análisis, encabezado por el investigador Enrique Vidal concluye que el problema que se cobró un violento éxodo (las familias se enteraron que los militares iban a desalojaron y en menos de una hora pusieron pies en polvorosa) se debe a un asunto de dos visiones del mundo y la economía: por un lado los  la extracción petrolera, los monocultivos de palma aceitera, los gasoductos y el turismo y, por otro, la lucha de gente pobre de origen indígena por un pedazo de una de las selvas más ricas del mundo.

“Lo que supuestamente hay detrás esconde en realidad la imposición de intereses económicos, militares e ideológicos de élites transnacionales vinculadas a poderes locales; al mismo tiempo que representan políticas de Estado por demás racistas, discriminatorias y violatorias de los derechos humanos’’, advirtió Vidal.

El gobierno guatemalteco argumenta que las tierras no pueden ser ocupadas por tratarse de una reserva de la biosfera que fue invadida con alevosía en el año 2000 por las familias y se comprometió a buscar una finca para la reubicación de los desplazados.

Los afectados han rechazado esta oferta y esperan refugio en Miguel Hidalgo, Campeche, donde tienen su improvisado campamento para resistir.“Por ahora tenemos miedo de regresar’’, dijo Constantino Vazquez, uno de los líderes de los desplazados de Laguna Larga, quienes plantearon  desde el año pasado a su gobierno una  Alternativa de Desarrollo Integral y Sostenible  de la zona.

En cambio temen que en los próximos meses se den nuevos desplazamientos “forzados” tanto en Guatemala como en México, donde comunidades indígenas lacandonas han denunciado la presencia de militares en su territorio declarado autónomo, según los reglamentos internacionales para pueblos originarios.

“Compartimos de forma cercana en México al cohabitar la misma Selva Maya dividida artificialmente por la historia de las armas y la repartición de riquezas que conforman nuestra frontera común, en concreto con la Reserva de la Biosfera de Montes Azules en Chiapas, el área protegida de Cañón del Usumacinta en Tabasco, y de Calakmul en Campeche’’, advirtió Vidal, de Voces Mesoaricanas con sede en Chiapas.

De acuerdo a estimaciones del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos -ACNUDH-, los territorios indígenas tradicionales que abarcan el 22% de la superficie del planeta, coinciden en áreas en las que se encuentra el 80% de la diversidad biológica mundial.

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