Los puntos flacos y fuertes de los “presidenciables“ mexicanos

Los mexicanos elegirán a su nuevo presidente el próximo 1 de julio

José Antonio Meade, candidato presidencial del PRI.

José Antonio Meade, candidato presidencial del PRI. Crédito: EFE

MEXICO.- Prometen subsidios y dinero en la mano a la población por el simple hecho de ser mexicanos; pelean con sus alfiles en redes sociales  y usan a la corrupción como un amuleto que les garantizará el voto, pero, ¿cuál es la realidad sobre  los puntos débiles y fortalezas de los candidatos a la presidencia de la República en la cuenta regresiva a las elecciones del 1 de julio?

ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR

Con 18 años en campaña, el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia —integrada por los partidos izquierdistas Morena, Trabajo y el ultraconservador Encuentro Social— mantiene un discurso con énfasis en la igualdad social basada en subsidios, incremento del salario mínimo y el combate a la corrupción desde los altos mandos, estrategias que lo mantienen a la cabeza de las encuestas.

“Es un candidato carismático, ya no recurre al discurso de ataque,  tiene experiencia y eso le ayuda a matizar la fama de populista’’, detalla Ivonne Acuña, miembro del departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Iberoamericana.

“Es un buen comunicador político, con su eslogan “Morena, la esperanza de México” consigue que muchos mexicanos se sientan identificados atribuyendolo al color de piel, o a la Virgen de Guadalupe”.

Del otro lado de la moneda, El Peje —como lo llaman sus enemigos políticos en alusión a un pez endémico de Tabasco, el estado donde nació— tiene en su contra la fama de autoritarismo que refuerza con la falta de cercanía a  los medios de comunicación que raya en el desdén y prefiere a Twitter y Facebook, donde los dimes y diretes pueden ser matizados por sus seguidores.

“Prensa fifí’’, llama al periodismo que lo cuestiona igual que ocurrió con gente de su antiguo partido (el PRD) a quienes dio la espalda para formar Morena cuando no coincidieron con sus ideales como Jesús Ortega y Jesús Zambrano, dos cuadros de la vieja izquierda.

JOSE ANTONIO MEADE

El aspirante presidencial por la fórmula PRI- Partido Verde es uno de los hombres más preparados de la administración pública: trascendió sexenios y pudo trabajar como secretario de Estado tanto en la administración priista de Enrique Peña Nieto como con Felipe Calderón, tiene fama de honrado y conocedor de la economía nacional e internacional.

Cuando se supo que sería el candidato de Estado los mercados se comportaron con estabilidad, un hecho por el que conserva simpatías entre la clase media y media alta, burócratas y trabajadores estables. “El viene de una cultura del esfuerzo y del estudio, algo que muchos mexicanos quieren para sus hijos, que sean preparados y salga  adelante’’, advierte Rubén Cortés, analista del derechista diario La Razón.

Aún así no ha podido revertir las tendencias que lo ubican entre el segundo y el tercer lugar principalmente porque arrastra la fama de corrupción del partido que lo avala que pesa más que la estabilidad económica así como su falta de discursos alborotadores y porque la esta.

“No es carismático en un mundo donde las emociones son las que mandan, donde la gente se creen estrellas de cine y se sacan fotos, él no destaca por nada físico, no promete de más y la gente quiere mentiras y no seriedad’’, agregó Cortés.

RICARDO ANAYA

A sus 39 años, el candidato de la Coalición Por México al Frente que fusionó a los otrora antagónicos PRD y PAN, mantiene una campaña política fresca con spots divertidos como los “palomazos” que grabó con el candidato a senador de la República, Juan Zepeda, y con el intérprete de Movimiento Naranja, Yuawi José de Jesús López Carillo.

“La estrategia de Anaya es atacar al PRI, evidenciando los escándalos en los que se ha visto envuelto (aunque tanto el PAN como el PRD han tenido los suyos) y explotar su imagen juvenil que pesa por encima de la de los viejos políticos’’, observó Horacio Vives, politólogo del departamento de Ciencias Políticas y Sociales, del Instituto Tecnológico Autónomo de México.

Pesa sobre él, por otro lado, la forma en que se “adueñó’’ del PAN, un partido con una estructura de trabajo consolidada del que prácticamente echó a todos sus adversarios; sus propuestas populistas de derecha como la promesa dar dinero del erario público a todo mexicano por el simple hecho de ser mexicano y la vida “ideal’’ que daba a su familia en Estados Unidos, no en México, antes de ser candidato.

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