La desesperada búsqueda de un defensor de migrantes en México

El pastor Aarón Casimiro Méndez, fundador del albergue para indocumentados AMAR, desapareció el pasado 3 de agosto

Aarón Casimiro Méndez.

Aarón Casimiro Méndez. Crédito: Twitter

MÉXICO – A Aarón Casimiro Méndez, un pastor evangélico fundador del albergue para indocumentados AMAR que desapareció el pasado 3 de agosto, se le ha buscado hasta debajo de las piedras en la fronteriza ciudad de Nuevo Laredo, Tamaulipas, y sus alrededores.

Policías federales, estatales y municipales dicen que han subido y bajado con diligencias de geolicalización, revisando información sobre el celular, las llamadas que hizo, las conversaciones. Análisis de cámaras, investigación sobre propiedades y localización de personas, entrevistas a migrantes cubanos y venezolanos que era perseguidos y el pastor defendió.

Y nada. El pastor y su ayudante raptados no están.

La Comisión Nacional de Búsqueda husmeó y sobrevolar “en brechas, ranchos y fincas a las orillas de la ciudad”, patrulló en coordenadas que obtuvo de llamadas entrantes y salientes e hizo un retrato hablado de los presuntos captores. Tampoco encontró indicios.

Las acciones para la localización se revelaron a través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que intervino en el caso para solicitar al gobierno mexicano medidas cautelares para los familiares de los desaparecidos que han sido amenazados por presuntos miembros del Cartel del Noroeste, derivado de una ruptura de los Zetas.

“Aarón Mendez fue privado de la libertad al tratar de impedir secuestro de migrantes. Exigimos a al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador la presentación con vida y el dejar de estigmatizar a los defensores de migrantes en la frontera norte”, precisó el director de la Casa del Migrante en Saltillo, Alberto Xicoténcatl.

Xicoténcatl llevó el caso la CIDH para tener apoyo internacional que impida a los ministerios públicos mexicanos archivar o ignorar las indagaciones como ocurre en la mayoría de estos casos por falta de personal, desidia e intimidaciones por parte de los criminales.

“Se dice incluso que miembros del Cártel del Noroeste entraron en contacto con todos los corresponsales de medios nacionales en Tamaulipas para exigirles que no publicaran ni enviaran ningún tipo de información sobre la desaparición”.

La CIDH recibió el informe de las autoridades mexicanas sobre las acciones emprendidas para resolver el caso y, en respuesta a través de su secretario ejecutivo Paulo Abrao, destacó que no bastan esfuerzos sin resultados. “Aún no se cuenta con información correcta sobre su paradero por lo cual existe una situación de urgencia ante el riesgo a la vida e integridad personal”.

Lo que pasó el 3 de agosto comenzó con la persecución de migrantes cubanos y venezolanos que se refugiaron en el albergue. Ahí llegaron los criminales para llevarse a Alfredo Castillo, responsable en el momento. Al darse cuenta de que su colaborador no regresaba, el pastor salió a buscarlo. Nunca más volvió.

Erbin Ortiz, también colaborador de AMAR, dijo a la prensa local que los delincuentes consideran a los cubanos un buen botín porque los familiares pagan rápido por su liberación: en los últimos meses el secuestro se volvió otra vez un delito descontrolado.

La semana pasada, autoridades hondureñas denunciaron el secuestro de su connacional Ricardo Stewart y su hijo Cristhofer, presuntamente parte de los Zetas que exigen hasta 3,500 dólares por cabeza, y se suman a unas 16,000 agresiones sexuales, físicas y psicológicas en México.

A la par de esta acusación, la Fiscalía General de Justicia del Estado de Sonora (FGJE) señaló que el aumento de 700% en el delito debido a que algunos traficantes de personas engañan a los migrantes y los traen al país para después extorsionar a las familias.

“En ese contexto, Aaron Casimiro se quedó solo como está pasando con muchos defensores de derechos humanos”, lamentó el activista Xiconténcatl.

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