Se ordenan los primeros sacerdotes de la pandemia en Los Ángeles

Un grupo de ocho seminaristas, tres latinos, se consagran a la vida sacerdotal en una ceremonia histórica al aire libre

Nuevos sacerdotes en la Arquidiócesis de Los Ángeles. (Cortesía Arquidiócesis de Los Ángeles.)

Nuevos sacerdotes en la Arquidiócesis de Los Ángeles. (Cortesía Arquidiócesis de Los Ángeles.) Crédito: Cortesía

Filiberto Cortez era un maestro de secundaria en Los Ángeles, quien fuera del trabajo llevaba una vida de fiesta. Viajaba por el mundo con su mochila al hombro y no perdía oportunidad para emprender nuevas aventuras, pero nada de lo que hacía lo llenaba, hasta que hace ocho años, dio un giro completo a su vida y entró al seminario.

En la fresca y soleada mañana sabatina del 8 de agosto, emocionado pero lleno de la paz que tanto anheló, pronunció los votos que lo convirtieron en sacerdote de la fe católica.

Filiberto fue parte del grupo de ocho seminaristas angelinos que fueron ordenados sacerdotes por el arzobispo José H. Gómez en la primera misa de ordenación que se celebra al aire libre en la plaza de la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles.

Junto a Filiberto, dos latinos más Daniel García y Manuel Ramos son nuevos sacerdotes en la Arquidiócesis de Los Ángeles. Los tres son hijos de inmigrantes mexicanos, son graduados de universidad y andan en sus 40.

Con mascarillas para protegerse de la pandemia, ocho angelinos fueron ordenados sacerdotes. (Cortesía Arquidiócesis de Los Ángeles)

“Esta es una celebración única, la primera vez que celebramos una ordenación fuera de la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles”, dijo el arzobispo Gómez durante su homilía.

“Su ordenación es histórica. Mis hermanos, ustedes son los primeros sacerdotes de la generación de la pandemia. Y ustedes jugarán un papel importante en la sanación y reconstrucción de nuestra sociedad después de esta enfermedad mortal. La Iglesia está llamada a ir a los lugares donde la gente está sufriendo, los que el Papa Francisco llamó periferias existenciales”, dijo a los recién ordenados sacerdotes.

Todos completaron entre cinco a siete años de formación teológica en el Seminario San John en la ciudad de Camarillo en el condado de Ventura, y quienes no tenían una educación universitaria, tuvieron que estudiar cuatro años más en el Centro Reina de Los Ángeles, además de servir como diáconos temporales, y un año de internado en diferentes parroquias de la Arquidiócesis.

Filiberto Cortéz nuevo sacerdote de la Arquidiócesis de Los Ángeles. (Cortesía Arquidiócesis de Los Ángeles_

Encuentra la paz

El padre Filiberto Cortez nació y creció en un rancho sin electricidad en Puebla, México junto a sus abuelos, con quienes sus padres lo dejaron encargado cuando vinieron a Estados Unidos.

“Durante mucho tiempo guardé mucho rencor hacia mis padres Epifanía y Magdaleno Cortez por haberme dejado solo, lo cual hizo que muchos en el rancho al verme sin su protección, se aprovecharan de mi y me hicieran trabajar muy duro siendo un niño”.

Sus padres lo trajeron a los 11 años de edad a la ciudad de Downey en el condado de Los Ángeles. “Mi coraje creció porque me quitaron todo lo que yo amaba. Aquí me tuve que enfrentar al racismo y a las tundas de mi papá”.

Pese a todos los desafíos, Filiberto se graduó de la carrera de psicología; y al ser independiente se dedicó al gozo. “Fui un mochilero. Acampé en todos los parques nacionales del país. Me gustaba mucho hacer snowboard. Tenía mis debilidades. Era un hombre muy macho”,

Pero esa vida de disfrute pleno, no le daba felicidad.

No me sentía realizado. Algo me faltaba. Yo me preguntaba, por qué no me siento en paz. Fili, tienes todo lo que quieres. ¿Cuál es el problema? Sentía un vacío. Yo no llevaba una vida cristiana, y hasta quería ser ateo”.  

Cuando descubrió que quería ser sacerdote, pensó que era demasiado tarde y ya no estaba joven.  “Empecé a investigar, y me dijeron que sí era posible”, recuerda.

Filiberto dejó su trabajo como profesor de salud y educación física en una secundaria charter en el sur de Los Ángeles para ir al seminario, pero antes estuvo tres años con los Salesianos de Don Bosco, una congregación religiosa enfocada en la educación.

Una de las cosas que más tiempo le tomó fue perdonarse a sí mismo por los errores de su pasado y el daño que causó a otra personas. Logró reconciliarse con su padre con quien tuvo una relación muy difícil a medida que crecía.

Ya como sacerdote, a partir de septiembre, el padre Filiberto oficiará en la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes en la ciudad de Northridge.

“Estoy muy feliz y muy agradecido. Es un milagro de Dios que sea sacerdote”. Y por fin a sus 43 años encontró la paz.

Y lo hizo en medio de la feroz pandemia del COVID-19. “Les pido que no nos enfoquemos en lo negativo de esta crisis de salud sino que demos gracias porque esta es una oportunidad para que actuemos como cristianos”.

Manuel Ramos es ordenado sacerdote. (Cortesía Arquidiócesis de Los Ángeles)

El llamado a servir

“No puedo negar que estoy nervioso porque voy a cumplir el llamado que Dios me hizo desde niño, pero que pospuse por hacer dinero y viajar”, dijo Manuel Ramos antes de ordenarse sacerdote.

Hijo de padres mexicanos, nació en Gardena y creció en San Pedro en el condado de Los Ángeles. A sus 47 años, es el mayor de los tres latinos que se ordenaron sacerdotes.

Estudió en la Universidad de California en Irvine donde primero escogió premedicina y luego cambió a cine.

El llamado al sacerdocio – confiesa – lo sentía de tanto en tanto, pero al regresar de un viaje de Asia en el año 2000, fue cuando finalmente se decidió a seguir el llamado de Jesús. 

Durante siete años en el seminario confirmó su vocación, pese a todos los retos incluso de salud que se le presentaron.

Lo que más le hace feliz de ser sacerdote – dice – es servir y poder dar los sacramentos sobre todo en estos tiempos de pandemia en donde hay tanto desempleo y muerte. “Con el apoyo de Jesús vamos a entrarle de manera activa. Jesucristo está aquí para aliviarnos y ofrecernos salvación. Yo quiero hacer sentir eso en mi ministerio”. 

A partir de septiembre, el nuevo sacerdote Manuel estará asignado a la parroquia de San José en Carpintería, California.

Daniel García pronuncia votos para el sacerdocio. (Cortesía Arquidiócesis de Los Ángeles)

De educador a sacerdote

Súper emocionado, a sus 45 años de edad, Daniel García se ordenó sacerdote. Dejó su cargo de director de la escuela católica Malaquías para perseguir la carrera sacerdotal.

Daniel nació en Los Ángeles, pero sus padres son mexicanos. 

“Dios me escogió desde chico. Crecí muy cerca de la Iglesia. Rezabamos en la casa todos los días con mi mamá. Y siempre estudié en escuelas católicas”, recuerda.

Fue una maestra quien primero lo entusiasmó con la vocación religiosa cuando le dijo que veía a Jesús en sus ojos; y años más tarde, un párroco le preguntó al ver su fe, que si no había pensado alguna vez en ser sacerdote.

Así que entró al Seminario de San Fernando, pero no duró mucho y se salió. Cuando obtuvo sus credenciales de docente, entró a dar clases en escuelas católicas hasta llegar a ser director de la escuela San Malaquías. “Me encanta instruir a los niños”, comenta

Pero después de nueve años de ser educador, sintió que ya había cumplido ese sueño, y le pidió a Dios que lo pusiera en un lugar donde pudiera servir y ser útil. 

“Hace siete años, después de ponerme en oración frente al Santísimo, decidí volver al seminario para ser sacerdote”.

A partir de septiembre, el padre Daniel estará asignado a la parroquia de Nuestra Señora de la Perpetua Ayuda en la ciudad de Downey.

Ordenación sacerdotal histórica en Los Ángeles. (Cortesía Arquidiócesis de Los Ángeles)

La ordenación

La misa de ordenación es una ceremonia sacramental en la cual al seminarista se le permite ejercer el ministerio del sacerdocio para servir a la Iglesia y a Dios.

Los ritos de la ceremonia de ordenación incluyen tenderse boca abajo en el piso, pero debido a la pandemia, se postraron sobre una alfombra frente al altar. El acto simboliza la dependencia hacia Dios y los rezos de la comunidad cristiana.

Los nuevos sacerdotes celebrarán su primera misa el domingo 9 de agosto, y comenzarán a oficiar en las parroquias a las que han sido asignados el 1 de septiembre.

Para cumplir con las restricciones impuestas por el COVID-19 de no más de 100 personas, la ceremonia fue cerrada al público y a los medios de comunicación. Solo se permitió la asistencia de familiares y amigos cercanos.

La ceremonia se puede ver: https://lacatholics.org/ordination/ y https://www.facebook.com/olacathedral/

De acuerdo al Instituto Fe y Vida, una organización no lucrativa dedicada a dar poder a los jóvenes hispanos para que sean líderes en la Iglesia y Sociedad, hasta 2011, el 41% los católicos en el país eran hispanos. Sin embargo, apenas el 7% de todos los sacerdotes eran hispanos. Es decir, que por cada 9,925 hispanos católicos, hay un sacerdote de habla hispana.

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