Venezolanos que buscan asilo tras larga y peligrosa travesía reciben apoyo de iglesia de Humboldt Park
Tras emigrar países vecinos, algunos venezolanos han logrado establecerse con éxito, pero otros han sufrido xenofobia y escasez de trabajo. Por ello han saludo hacia un tercer país en busca de asilo, en este caso, Estados Unidos, pero que se lo otorguen resulta complicado
Una iglesia de Chicago está apoyando a un grupo de inmigrantes venezolanos que, después de una larga travesía, lograron cruzar la frontera de México hacia Estados Unidos en su lucha por conseguir asilo.
Hasta la Iglesia Metodista Unida Adalberto en Humboldt Park, dirigida por la pastora Jacobita Cortés, llegaron siete inmigrantes venezolanos, entre ellos una pareja de esposos.
“La iglesia es pequeña y no está acoplada para tener gente durmiendo aquí, pero vi sus pies hinchados, sus zapatos acabados, sus caras tan cansadas que no pude negarles… Les dije que es una iglesia, que solo tengo las bancas, el piso, y dijeron: ‘esto está perfecto, teniendo un techo y ya con eso está muy bien en lo que vemos qué hacemos’…”, contó Cortés a La Raza.
La pastora dice que el grupo está integrado por seis hombres y una mujer cuyas edades oscilan entre los 20, 30 y 40 años y que vienen huyendo de la violencia, la pobreza y por cuestiones políticas. “Estos migrantes dicen que vienen por la violencia, por la pobreza porque no hay cómo sobrevivir allá, no hay trabajos, hay persecución del gobierno, esos temas son lo que los está obligando a salir de su país [Venezuela]”.
La comunidad del Paseo Boricua también se ha solidarizado con este grupo de inmigrantes ofreciéndoles comida, ropa y trabajo. “Ellos dicen que duraron dos meses caminando en estas caravanas, pero fueron de los primeros que pudieron entrar y pues ellos cruzaron hacia Estados Unidos”, menciona Cortés.
Xenofobia y falta de trabajo
El venezolano Gonzalo Azuaje y su esposa Damelis Rondón tienen dos hijos, ellos vivieron en Bogotá, Colombia, por seis años. La pareja recuerda que fue en los tiempos en que empezó a escasear la comida en Venezuela cuando decidieron emigrar a Colombia por ser un país cercano al suyo.
“En Colombia discriminan mucho al venezolano y no le estaban dando oportunidad de trabajo”, dice Azuaje. “Se nos dificultó mucho para trabajar y decidimos venir a México, con una cuñada que teníamos nosotros, ella tiene unos cinco años en México, es residente, ella pidió [a las autoridades migratorias mexicanas] ocho días para uno estar de visita en México, así fue como nosotros llegamos a México”.
Luego, esta pareja cruzó el Río Grande y se entregó a las autoridades migratorias de Estados Unidos. “Nos preguntaron si éramos venezolanos, nosotros duramos solo un día en inmigración encerrados ahí, mientras nos tomaban las huellas, las fotos y nos dieron una cita”, explicó Azuaje, quien después llegó a Chicago con su esposa, buscaron ayuda y recibieron apoyo de la Iglesia Metodista Unida Adalberto.
El venezolano Romel Marchan tiene 20 años y antes de cruzar la frontera de México con Estados Unidos y entregarse a las autoridades migratorias en su lucha para solicitar asilo estuvo viviendo en Arequipa, Perú, casi cuatro años.
“Con mi mamá decidimos salir por situación política, porque mi mamá pertenecía como quien dice a un cargo público que tenía que ver con el gobierno, yo participaba en manifestaciones de estudiantes que estaban en contra del gobierno venezolano”, explica Marchan.
Este joven dejó Perú porque dice que fue víctima de xenofobia y no tenía un estatus legal en ese país.
La travesía de Marchan duró dos meses, salió del Perú el pasado 6 de abril rumbo a Bogotá, Colombia, luego fue a Medellín, se dirigió hacia Necoclí para después cruzar la selva del Darién, frontera entre Panamá y Colombia. Marchan cuenta que de Panamá atravesó Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México, donde estuvo esperando una visa humanitaria de tránsito para poder atravesar ese país.
Este joven cruzó la frontera de México y Estados Unidos por el Río Grande el 11 de junio, se entregó a las autoridades migratorias, estuvo retenido por inmigración un día y finalmente fue puesto en libertad llegando a Chicago el 15 de junio.
Una ruta que recorre un continente
Ana Gil García, directora ejecutiva de la Alianza de Venezolanos en Illinois, dijo que no hay una cifra exacta de cuántos venezolanos residen en Chicago, pero que el crecimiento de su población ha sido exponencial.
Gil García considera que el mayor flujo de venezolanos que se ha visto cruzar la frontera ha sido desde enero de 2022 hasta el presente. “Hay un número grande de los que vienen desde Perú, vienen desde Ecuador, desde Colombia, son de los que se salieron de Venezuela hace mucho tiempo y entonces ahora se están enrumbando hacia Estados Unidos”.
Los venezolanos dejaron su país de origen por razones que van desde la pobreza, la persecución política, la violencia y la inseguridad hasta por la falta de servicios esenciales.
Tras emigrar a países vecinos, algunos de ellos han logrado establecerse con éxito, pero muchos dicen que, con el paso del tiempo, son víctimas de xenofobia y por ende de escasez de trabajo. Frente a esta situación se han visto forzados a salir hacia un tercer país en busca de asilo, en este caso Estados Unidos.
“Como no vienen directamente de Venezuela, por eso se les complica pedir asilo, porque ya vienen de un tercer país y la ley establece que para poder darte asilo tienes que venir del país del que estás pidiendo asilo. Esa ley se llama la ley del tercer país”, dijo Gil García a La Raza.
‘Los asaltan, los violan, les quitan el dinero que traen’
Muchos de los inmigrantes cubanos, haitianos, etíopes, colombianos, ecuatorianos, venezolanos y más que inician su travesía desde Sudamérica hacia el norte tienen que desafiar la peligrosa selva del Darién, que está al inicio de su recorrido entre la frontera de Colombia y Panamá. Solo si lo logran podrán seguir su travesía para lo cual deberán pasar muchas fronteras, varios países, hasta llegar a México para luego cruzar la frontera hacia los Estados Unidos.
Gil García recuerda que recientemente su organización ayudó a una pareja de venezolanos que llegó a Chicago, ellos buscaban refugio después de una larga travesía. “Esta pareja cruzó la selva del Darién, que es una de las selvas más peligrosas del mundo, esa selva está entre Colombia y Panamá. Es una selva bien peligrosa, si entran 250 personas 50 por lo menos se quedan en la selva muertas, porque hay espacios que son muy estrechos y son riscos en los que se puede caer una persona fácilmente y se desaparece y ellos continúan caminando, no pueden hacer más nada. Allí es donde los asaltan, los violan, les quitan el dinero que traen y es absolutamente peligroso. Sin embargo, lo están haciendo, siguen pasando”.
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