¿Por qué muchos renuncian al trabajo luego de obtener un ascenso?
A veces, una gran promoción puede no ser una buena noticia y llegar a afectar negativamente la carrera de quienes las consiguen. ¿Cuál es la mejor forma de reaccionar ante una gran oportunidad no deseada? ¿Qué es mejor, aceptarla o rechazarla?
El mayor revés profesional de Marcos Clowes no fue ser despedido, sino haber aceptado un ascenso.
¿La razón? Clowes fue promovido, pero no contaba con la experiencia necesaria para su nuevo papel en la administración de la compañía.
Descubrió que no tenía las habilidades necesarias, como el conocimiento suficiente de liderazgo, para tener éxito en ese puesto y seguir progresando en la carrera.
No haber estado preparado “perjudicó mi confianza”, dijo Clowes, que trabaja como consultor de transporte y logística en Stafford, Reino Unido.
Finalmente dejó la compañía en la que había estado por una década y encontró un trabajo que se ajustaba mejor a sus habilidades.
¿Son los ascensos siempre algo bueno?
En la mayoría de los casos, los ascensos vienen acompañados de felicitaciones y brindis, pero algunos trabajadores consideran que asumir un rol más importante en el momento equivocado puede dañar sus carreras.
Las promociones pueden ser contraproducentes cuando los empleados no adquieren las habilidades necesarias para ocupar un rol más importante, explica Diane Domeyer, directora ejecutiva de la división de carreras creativas en Robert Half, una firma de reclutamiento de personal con sede en Estados Unidos.
También puede suceder que los trabajadores simplemente no quieren un rol más exigente a pesar de la oportunidad que eso signifique.
“O no tienes las habilidades para tener éxito, o no tienes la motivación para hacer el trabajo”, señala Domeyer.
Sentirse obligado a ejercer una posición más alta debido a la política de la compañía puede ser perjudicial.
Los empleados presionados por parte de colegas o altos funcionarios a asumir un puesto más importante están destinados a un desempeño deficiente, explica Tacy Byham, directora ejecutiva de DDI, una consultora de recursos humanos con sede en Estados Unidos.
Los trabajadores que se sintieron forzados a cumplir con un ascenso estuvieron tres veces más insatisfechos con el nuevo rol y dos veces más propensos a considerar renunciar, según datos de DDI.
“Si nadie más quería el trabajo o no elegiste convertirte en un líder, eso puede ser contraproducente”, opina Diane Domeyer.
Casi el 41% de los trabajadores encuestados de todo el mundo aceptó un ascenso para obtener un mayor respeto de sus pares, mientras que el 29% estuvo de acuerdo con las ventajas y las oportunidades de viajes, de acuerdo a DDI.
“La gente lo quiere porque se siente como un símbolo de status, pero ese es un enfoque equivocado”, sugiere Byham.
Edwin Trevor-Roberts, que dirige una firma de gestión profesional en Brisbane, Australia, sugiere que si se está analizando aceptar un ascenso hay que hacer el siguiente ejercicio: reflexionar sobre cómo se sentiría un día o una semana en la nueva posición para poder imaginarse a uno mismo mejor en un rol de liderazgo.
“La pregunta más importante que un individuo puede hacerse es ‘¿Me considero a mí mismo un líder?’“.
“Controla tu ego”
Otro factor a considerar es que no siempre está claro de forma inmediata que un ascenso salió mal, dice Jo Miller, que entrena a mujeres en liderazgo, en Iowa, Estados Unidos.
A menudo, las empresas no son capaces de dar una opinión sobre tu desempeño en un papel más importante y no es obvio que la posición pueda estar perjudicando tu carrera.
“Generalmente, las personas no son despedidas por un ascenso mal asignado, solo se las pasa por alto y se las excluye”, opina.
Nigel Green, un especialista en ventas y marketing de Nashville, EEUU, necesitó un año para darse cuenta de que pasar del departamento de ventas al puesto de jefe ejecutivo fue un error.
Después de meses en el puesto, no se sentía preparado para el desafío de supervisar la empresa y no podía manejar el equilibrio entre el trabajo y la vida privada.
Green también se dio cuenta de que no era realmente su propio jefe, sino que tenía que responder a los accionistas, lo que le resultaba agotador.
Después de casi un año, y a punto de ser despedido, decidió renunciar: “Tuve que despedirme a mí mismo porque no podía estar disponible 80 horas a la semana”, reconoce.
Regresó a un puesto de ventas en una empresa de tecnología de la salud y dice que ahora piensa de manera más crítica cuando se le presentan oportunidades que otros perciben como un avance en su carrera.
“Tienes que controlar tu ego”, afirma.
Cuando se presenta una oportunidad de ascenso “debes preguntarte: ¿para quién es esto? ¿Para mí y mi familia o para el aplauso o el reconocimiento de otras personas?”, dice Green.
Cambios
A medida que las organizaciones se “aplanan” y requieren menos empleados en la gerencia media, los expertos en carreras profesionales ven que los trabajadores más jóvenes rechazan roles que los hacen ascender en la escala tradicional.
“Muchas personas, ya sea en el sector informático o en profesiones creativas, producen un gran impacto sin tener que administrar a otras personas”, señala Diana Domeyer, de Robert Half.
“Tu valor en una organización no necesita estar alineado con el sitio donde te sientas en un organigrama”.
Por su parte, Jo Miller aconseja a los empleados más jóvenes que sean cautos al aceptar un puesto de mayor rango como una forma de mejorar la autoestima y les habla sobre los beneficios que no se tienen en cuenta en una posición más baja en otra empresa.
Se tiene que disipar el mito de que todos los ascensos traen beneficios profesionales: “La gente no debería temer a dar un paso al costado o atrás “, agrega.
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