En este pueblo de San Luis Potosí las mujeres están al mando

Artículo patrocinado por Catholic Relief Services (CRS)

Estoy a punto de pisar suelo estadounidense y me siento nerviosa porque traigo una importante historia que contar y quiero estar segura de que podré explicarla bien.

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Se trata de la historia de María de la Luz Martínez, a quien conocí durante mi misión como trabajadora de ayuda humanitaria para Catholic Relief Services (CRS) en México.

María de la Luz vive en un pequeño pueblo agrícola en San Luis Potosí, ubicado a unos 400 km (250 millas) al norte de la Ciudad de México. Algunos de sus hijos ya han abandonado México para ir a Estados Unidos, junto a su padre, quien hace tiempo trabajaba en los campos de San Luis Potosí.

Hace ya muchos años que el esposo de María de la Luz llegó a Estados Unidos en busca de trabajo, ya que ésta era la única manera en la que podía ganar dinero suficiente para mantener a su familia. María de la Luz me contó que sus hijos más pequeños apenas conocen a su padre; no han tenido más contacto con él que mediante llamadas telefónicas, porque él nunca regresó al hogar, aunque enviaba dinero para ayudar a la familia mientras ella sola criaba a los seis niños.

Así pues, María de la Luz tuvo que ocuparse de trabajar sus pobres e improductivos campos para complementar los exiguos fondos que le enviaba su esposo. Sin pedir nada y sin buscar compasión, describió cómo se secó hasta el último acre de suelo de su finca.

“Casi no llueve y tenemos que luchar mucho para salir adelante. Algunas veces, con el agua, que ahora mismo es salada, todo es realmente difícil”, dijo María de la Luz. “Queremos plantar algo, pero todas las plantas se secan a causa del agua salada”.

Ante esta situación, buscó trabajos ocasionales como lavar ropa, trabajos temporales en agroindustrias y recolección de lechuguilla, un cactus local que se utiliza para producir fibras. También tomó pequeños préstamos a corto plazo.

Esta incertidumbre impulsa a la mayoría de los trabajadores agrícolas a abandonar su pequeño pueblo rural.

“Algunos niños emigran; se van de aquí, a dónde sea, para trabajar y ayudar a sus padres”, dijo. “También hay muchachos que se casan muy jóvenes. Luego, enseguida se marchan a otro lugar a trabajar y… bueno, dejan a la esposa, dejan a los niños con sus abuelos en la comunidad, porque la vida aquí es muy difícil”.

Algunas veces las personas se van porque, como muchos en San Luis Potosí, simplemente no tienen cómo ganarse el sustento. Otros huyen porque temen por su vida a causa de la violencia de las pandillas. La única manera efectiva de evitar que las personas se sientan obligadas a marcharse de su comunidad es proporcionarles las oportunidades que les permitan permanecer en su hogar.

Esta es la realidad que quiero expresar en este viaje a Estados Unidos.

Han creado un negocio de cactus con la ayuda de Respuesta Alternativa y un grupo de estudiantes de la Universidad de México en Veracruz. Los estudiantes han realizado una venta a Walmart para el Día de las Madres. Basilia Lugo Martínez, izquierda, y su hermana Petra, derecha, preparan los cactus para esta venta.
Han creado un negocio de cactus con la ayuda de Respuesta Alternativa y un grupo de estudiantes de la Universidad de México en Veracruz. Los estudiantes han realizado una venta a Walmart para el Día de las Madres. Basilia Lugo Martínez, izquierda, y su hermana Petra, derecha, preparan los cactus para esta venta.

Le dije a María de la Luz que compartiría su historia con personas que quieran conocer cómo es la vida en las comunidades rurales de México: en las escuelas, en las parroquias, en las bibliotecas, en cualquier lugar… Además de esto, transmitiré mi certeza de que construir un muro y deportar cada vez a más inmigrantes no es la solución. Quiero que estas personas sepan que los mexicanos y los centroamericanos, como la familia de María de la Luz dejarán de emigrar si en sus comunidades encuentran la seguridad y las oportunidades que necesitan.

Las personas en Estados Unidos tienen que saber que pueden ayudar. Pueden ponerse en contacto con los miembros del Congreso. Pueden apoyar programas que trabajan con personas necesitadas en el extranjero.

Ahora que la Cuaresma está cerca, el programa Plato de Arroz de CRS se dirige a las familias y pone en primer plano, usando historias y oración, a personas cuya vida ha cambiado. El programa ofrece a muchos como María de la Luz alternativas a la emigración: medios de subsistencia sostenibles, para que esas personas vulnerables puedan permanecer en sus hogares, con sus familias.

CRS, la organización oficial de la comunidad católica de Estados Unidos para ayuda humanitaria en el extranjero, ayudó a María de la Luz a encontrar un nuevo oficio. Ahora ella forma parte de una cooperativa de mujeres que trabajan en el cultivo de cactus. Con ayuda técnica de CRS, aprendió cómo usar el clima seco que hacía fracasar sus otros trabajos agrícolas para cultivar cactus en invernaderos en su barrio. Recientemente las mujeres vendieron el primer lote de cactus a una gran tienda de alimentación y se esperan más ventas a medida que aumenta el éxito de su proyecto.

En este inicio de Cuaresma, esperemos que quienes caminan llevando con orgullo las cenizas en la frente recuerden con humildad las manos manchadas de tierra de los trabajadores agrícolas de México.

Por: Cecilia Suárez, jefa de programas de Catholic Relief Services en México

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