El Presidente sí tiene quien le ayude… con su español

Las ventajas de hablar español son dobles. Porque no solo sirve para conseguir trabajo; sino, también, para mantenerlo

El Presidente no mejora: ni en las encuestas, ni en la selección de sus colaboradores. Los pierde a uno por día. Una nueva aportación es el “lenguaje colorido” de Scaramucci: experto en “escaramuzas”. Total: diez días. Aportó un grosor de palabras que desaconsejaba visitas infantiles a la Casa Blanca durante su horario de trabajo.

Al Presidente hay que ayudarle. El problema es cómo. Confiamos en que los asesores le recuerden al Presidente que la comunidad latina “se desenvuelve en dos idiomas”. ¿Cuántas clases de español ha tomado el Presidente últimamente? Una parte de la historia de nuestro país se ha escrito en español. Es, de facto, la segunda lengua. Es una fuerza económica. Es el primer idioma aprendido en las universidades. No hay peor ciego que el que no quiere ver: con permiso de los ciegos.

Sabemos que puede decir “bad hombres”. ¿Será que las latinas duermen en paz?

“A pagar vaya” y “pagar la valla”. Aquí le echamos una mano con una lección de español gratuita para su ambiente tuit con los vecinos del sur. Es sobre un desliz ortográfico común, que si le ocurre, le van a tantear con un incrédulo “¡¿Que a pagar vaya a México?!”. El que confunde “valla” con “vaya”, confunde “ralla” con “raya”, y “cayó” con “calló”. No es lo mismo “caerse” que “callarse”, aunque puedan aplicarse al mismo sujeto indistintamente.

Igual que el presidente cambia de colaboradores, cambia de ideas sobre la valla fronteriza. La ocurrencia de poner paneles solares en forma de valla multiuso, una más, no parece que vaya a generar mucha energía. No va a recargar ni un encendedor.

Presidente, como hablante de inglés que es, debe cuidarse de “erres” y “yerros”. Al aprendiz se le escapan a menudo este tipo de resbalones: “me quiero ‘enterrar’ de sus problemas”. Por si “no se entera”: que no diga que la prensa no le cuida.

¿Recuerdan? Trump le dijo a Jeb Bush que debía hablar solo inglés “while in the United States”; esto es, ‘en suelo de Estados Unidos’. Imagínense estas mismas ideas aplicadas al inglés en el resto del mundo. Hay los que no ven más allá de sus narices.

Un gesto amable con el español podría habernos librado del Himno a Trump de Rubén Martínez, que le puso inglés a la salsa. Nos decía: “Let’s get it straight. Who am I gonna vote for? I’ll vote for the man who tells me the truth… (trad.: ‘Para que quede claro: ¿por quién voy a votar? Lo haré por el hombre que dice la verdad’). Todavía no sabía de lo de Rusia.

Las ventajas de hablar español son dobles. Porque no solo sirve para conseguir trabajo; sino, también, para mantenerlo.

Luis Silva-Villar, profesor de Lengua y Lingüística

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