Noticias falsas: “Trump es Caperucita Roja”

Un presidente que coquetea con supremacistas consume su crédito

Nunca se ha escrito más, ni peor, de un presidente de Estados Unidos. A ello contribuye un jefe del ejecutivo que escribe compulsivamente sin saber que sus palabras acarrean consecuencias. Luego están los que le siguen el juego. Programa tras programa los presentadores se repiten más que la cebolla.

Si de verdad se quiere hacer una buena acción “hay que quitar de en medio al presidente”. Lo dice John Brennan, exdirector general de la CIA. Los de su partido tampoco lo apoyan, lo que le cierra el camino a aprobar nuevas leyes, entre otras, el techo de gasto. Trump no sirve. Cuando se compra algo defectuoso, se devuelve. Gente como Trump solo puede aspirar a corromper el sistema, lo ejerza quien lo ejerza.

Cuando no puede (o no le dejan) acometer sus excentricidades se ceba con los indefensos. Por eso Joe Arpaio ha sido exonerado. Nadie debería sentirse ultrajado. Un presidente que coquetea con supremacistas consume su crédito.

Lo que hizo Arpaio no fue aplicar la ley, como él dice, sino arrestar a cualquiera que encajase en características raciales genéricas aplicables a millones de personas.  Los latinos que tenía en la cabeza los sacó de ideas de “viejo”. Equivalentes a ver en las películas de Cary Grant de mediados del siglo veinte a todos los jugadores de baloncesto “blancos”, o al servicio doméstico siempre “negro” (The Bachelor and the Bobby-Soxer, 1947, por ejemplo). Es hora de que se vean más estas películas “del pasado” para entender de dónde venimos y comprobar que de ese mundo quedan prejuicios, nostalgia y Arpaio.

Los arrestos por características genéricas como la apariencia, ir a una determinada iglesia, o lucir una vestimenta distintiva no solo dan mala imagen de nuestra cultura sino que contribuyen a justificar que se secuestre y mate en el mundo a ciudadanos americanos por el simple hecho de llevar un pasaporte de esta nacionalidad. El que siembra vientos recoge tempestades.

El último regüeldo presidencial: querer cobrar cien mil dólares a México por cada emigrante que cruce la frontera ilegalmente. ¿Por qué no cobrarle a Canadá por lo mismo? O a los de cualquier país que lleguen a nuestros aeropuertos de extranjis. Esto, añadido a la restricción de que solo nos puedan visitar (en jet privado) musulmanes de países seleccionados en su tómbola personal desfigura el progreso intelectual de nuestro país. El Presidente no cumple con los estándares mínimos. Descalifica por el color, la pobreza y la religión.

No hay marcha atrás. Dice una cosa y la contraria; cambia de opinión como de camisa; convierte en intrascendente cualquier cosa que toca con la varita mágica de su caciquil personalidad.

Luis Silva-Villar, profesor de Lengua y Lingüística

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