Dafne, la mexicana de 16 años, con dos licenciaturas, una maestría y va por el doctorado

MEXICO.- Dafne Almazán está sentada detrás de un escritorio de madera que le da voluptuosidad a la estampa: una muchacha de 16 años frente a la bandera de la organización que encabeza junto con su hermano. Lleva un elegante vestido rojo y tiene una actitud seria y serena como las que adoptan los presidentes aunque está lejos de serlo. O no. Si quisiera.

Después de todo es la psicóloga más joven en todo el mundo y hace poco obtuvo la maestría en educación por el Instituto Tecnológico de Monterrey (ITESM) a la par de que estudia otra licenciatura en derecho, toca el piano, practica taekwondo y kempo y estudia chino, francés e inglés.

Dafne es, en pocas palabras, una niño genio, como se les conoce popularmente a los niños superdotados que alcanzan más de 130 puntos en las pruebas de coeficiente intelectual: en México se calcula que hay alrededor de un millón, de los cuáles, sólo el 5% lo sabe, algo que le preocupa igual que a toda la familia de cinco miembros donde todos son superdotados.

Ella terminó la primaria a los seis años, la secundaria a los ocho, la preparatoria a los 10, la licenciatura en psicología a los 13, la maestría en educación a los 16 y piensa graduarse en leyes y tener un doctorado antes de alcanzar la mayoría de edad a los 18.

“Es verdad que somos superdotados y eso ayuda, pero lo más importante para lograr todas las metas que uno se propone es mucho esfuerzo y perseverancia y un sentido del sacrificio, esto no en el sentido de sufrimiento, sino de dar prioridad a lo que tiene prioridad’’, dice sin perder ni un momento la postura, la espalda recta, la mirada al frente a su alrededor del Centro de Atención al Talento (CAT), que dirige su hermano.

El CAT fue fundado en 2010 por iniciativa del padre de los Almazán, quien batalló por años para que sus hijos avanzaran en la academia tan rápido como su cerebro ya que anteriormente la Secretaría de Educación Pública no permitía que ingresaran a otros niveles si no leían la edad.

Ahora parece de los más normal en el CAT y sus 300 estudiantes (de cinco a 17 años) que  avanzan a sus propios ritmos mientras conviven con niños con sus mismas capacidades

“La idea aquí también es que socialicen’’, advierte.

Dafne pasa todos los días en el CAT, ubicado en la colonia  Del Valle, un barrio de clase media alta donde hace sus estudios y prácticas de educación a distancia que la llevarán a ser abogada y tener su doctorado, una labor a la que dedica seis horas (de 8:00 de la mañana a 2:00 de la tarde) con toda su concentración para ocupar la tarde en el deporte y los idiomas.

“Todo es cuestión de organizarse’’.

• ¿Nunca te has rebelado a hacer todo lo que haces como algunas veces lo hacen los adolescentes?- se le pregunta.
• No creo que la rebeldía sea algo natural en los adolescentes, sino que responden a un sistema social, compañeros de la escuela o la televisión que les está diciendo que en la adolescencia hay que ser rebelde, pero si uno piensa un poco que es lo mejor para uno mismo entonces se toman las decisiones de manera correcta.

Un grupo de niños superdotados pasa corriendo afuera de la oficina. Dafne Almazán no los mira. Está concentrada en recordar sus momentos más felices en la vida, cuando en el ITESM se subió a una tarima para recibir  su certificado de psicóloga, “era tan bajita de estatura’’; de  cuando decidió convertirse en cristiana, cuando fue a Harvard para que le dieran sus cuatro certificaciones en matemáticas, cómputo y educación diferenciada…

Ella nunca ha tenido novio y no piensa por ahora. “Cuando lo tenga será para casarme y tener muchos hijos, cuatro o cinco por que los genes de superdotados pasan a los hijos y yo quiero darle eso a mi país y a mi familia que siempre ha estado unida’’, cuenta. Se levanta de la silla. Estira la mano y se va. Fue un gusto dice antes de salir de la oficina con un aire señorial.